Jesús Rueda: una vida a través del teatro

Yanais Vega Bacallao
30/7/2019

De andar siempre agitado, pero con pausados ademanes, el camagüeyano Jesús Rueda Infante fundó en octubre de 2012 el grupo Teatro de Luz, un colectivo que desde su creación ha defendido la estética del teatro callejero, siempre con una notable proyección hacia el trabajo comunitario.

 Jesús Rueda Infante, creador y director de la compañía Teatro de Luz. Fotos: Rodolfo Blanco Cué
 

Quien desande las sinuosas calles del centro histórico de Camagüey en fechas festivas o fines de semana, puede encontrar a su paso estatuas vivientes, las cuales encarnan personajes legendarios de esta urbe, e inmediatamente, si los ha visto antes, reconocerá que se trata de “los actores de Rueda”. “Me gradué en 1977 en la Escuela Nacional de Arte Cubanacán, en La Habana, y comencé mi carrera como actor dentro del Grupo de Teatro Juvenil Pinos Nuevos, en la Isla de La Juventud, momentos que marcaron mi motivación hacia el desarrollo de iniciativas de ese tipo”. “Siempre trato con mis muchachos de reinventarnos en cada presentación, comentó, pues el artista debe tener ese bichito interno de superarse, de estudiar cada movimiento, de incrementar su bagaje como creador, y eso solo se logra con el estudio constante de la técnica, pero poniéndole mucho corazón y pasión a lo que se hace”

La Compañía Teatro de Luz actúa para transmitir mensajes.
 

Así de exigente se puede ver a Rueda, tras bambalinas, en cada espectáculo que lleva al escenario de su sede habitual en la sala La Edad de Oro, ubicada en la céntrica calle General Gómez, de la ciudad agramontina, un sitio en el cual han actuado colectivos artísticos de todo el país, principalmente en la etapa estival como parte de la Campaña de Luz Teatral. Esa es una de las iniciativas que más defendemos año tras año, aseveró, pues así intercambiamos con grupos de otras provincias, nos retroalimentamos, hacemos conexiones para futuros espectáculos en otros territorios, y llegamos hasta comunidades alejadas del centro de la ciudad. Según explicó, la idea es extenderse a sitios diferentes para interactuar con los miembros de esas demarcaciones, y de esa manera lograr un intercambio constante con el público, e incluso, facilitarle a esas personas apreciar una obra sin tener que desplazarse de su entorno.

Desde las obras Contra Reloj y Vivir la Calle, algunas de nuestras primeras creaciones para teatro callejero, actuamos para transmitir un determinado mensaje, ya sea a favor del rescate de valores cívicos y morales, como la cortesía y la honestidad, o del cuidado del medio ambiente, comentó. Un ejemplo de eso es la peña Zoológico de Cristal, que desarrollan en el Casino Campestre los fines de semana, hasta donde se llegan con puestas en escena creadas para fomentar una conciencia ambientalista en los niños. Resulta que cada una de esas iniciativas es un reflejo de cómo es Rueda, más que todo, un inquieto soñador, incansable hasta ver sobre el escenario sus pensamientos, inquietudes, musas y demonios internos.

Teatro de Luz, un colectivo que desde su creación ha defendido la estética del teatro callejero.
 

Este artista lugareño dirige actualmente la obra Un elefante es cosa seria, propuesta que desde la estética del teatro callejero despliega una carga visual muy llamativa en alusión a la dramaturgia de los circos, escenario imaginario donde se desarrolla la trama de la historia. Para desplegarla nos apoyamos en los conocimientos de Juan González Fife, creador del grupo de teatro Andante, explicó, y quien es para mí uno de los mejores directores de teatro de calle que tiene el país, pues solo así lograríamos la adaptación del cuento La niña y el elefante, del brasileño Frei Betto. De forma magistral, Teatro de Luz propone con sus actuaciones una fábula cuya enseñanza aboga a favor de la tolerancia hacia lo diferente, pues según afirma Jesús Rueda, nada puede escapar al prisma del arte de las tablas.

La compañía Teatro de Luz.
 

Precisamente bajo la premisa de que todo es representable desde un escenario, este artista será de los recordados a través del tiempo por no conocer las fronteras, o más bien, por no querer conocerlas, porque ahí, siempre incansable, se le podrá ver guión en mano frente a sus actores cual director de orquesta que ajusta los detalles previos a un concierto, o más bien, quien disfruta la vida a través del teatro. (ACN)

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