Recibe al visitante la espada ceremonial de Carlos Manuel de Céspedes, la misma que el Padre de la Patria cubana llamó “espada del honor”, y que devolvió, apenas le llegó a las manos, con el mandato de venderla para su inmediato regreso convertida en zapatos, ropas, cañones, fusiles y expediciones de apoyo a la causa de la libertad en la Isla.

Espada ceremonial de Carlos Manuel de Céspedes, la que el Padre de la Patria llamó “espada del honor”,
mostrada en la exposición transitoria 1868: Iniciadores y Mártires. Fotos: Armando Ernesto Contreras Tamayo

“Sería demasiado honor…”, fue su respuesta, y así consta en la carta rubricada al retornar el obsequio, que le enviara, allá por el mes de junio del lejano 1869, la Junta patriótica de mujeres cubanas exiliadas en Nueva York, Estados Unidos.

Sin embargo, hasta nuestros días llega, cual savia vital, el mensaje de esa misiva que, al decir de Aldo Daniel Naranjo, presidente de la Unión de Historiadores de Cuba en la oriental provincia de Granma, es un documento programático de la Revolución de 1868, donde se retrata fielmente la estatura moral, ética y patriótica de Céspedes.

“Me conformaría con ser acompañado por un sable arrebatado a una columna española… Dejaré a mis hijos una herencia pobre en dinero, pero rica en virtudes cívicas…”, resalta el estudioso, mientras parafrasea otras de las ideas clave expresadas por el gran patricio.

Con toda su carga de significados, ese símbolo de la nación lleva en sí los valores sembrados por esa bravía generación que, hace ya 150 años, inició nuestras luchas por la independencia y la soberanía, expresó Naranjo.

Así se descubre, en el marco de la XXIV edición de la Fiesta de la Cubanía, en la histórica ciudad de Bayamo, la exposición transitoria 1868: Iniciadores y Mártires, abierta al público hasta el pasado día 20, en la sala principal del museo Casa Natal de Carlos Manuel de Céspedes.

En sus palabras de presentación, Aldo Daniel señaló que otra reliquia incorporada a la muestra es un busto del prócer Pedro Figueredo Cisneros, creado por un descendiente del también patriota Francisco Vicente Aguilera.

Esa obra —dijo— adquiere gran significación porque, fuera de la actual capital de Granma, en el país no existen muchos monumentos del autor de nuestro Himno Nacional.

Igualmente, subrayó el valor histórico y patrimonial de un cubo de cuero, plegable, que fue utilizado en la prefectura de San Lorenzo por el iniciador de la gesta emancipadora de 1868, y dos ruedas dentadas del antiguo ingenio Pilar de Jucaibama, propiedad de Aguilera.

Precisó que los bienes patrimoniales expuestos forman parte de los fondos de los museos Casa Natal y el provincial Manuel Muñoz Cedeño, ambos de Granma; y otros llegaron especialmente para la Fiesta, traídos desde el hermano y vecino territorio de Santiago de Cuba.

Integran la expo, además, un escritorio y objetos personales de Francisco Vicente Aguilera; juego de copas y cuño pertenecientes al Mayor General Bartolomé Masó Márquez; y una bandera confeccionada por Candelaria Acosta Fontaine (Cambula), para la Escuela Normal de Oriente.

La completan, asimismo, un ejemplar de la extraordinaria pintura del Padre de la Patria, que fuera encargada por su viuda, Ana de Quesada, al Club San Carlos, de EE. UU.; un panel con frases de grandes hombres de la gesta de 1868, y valoraciones que sobre ellos hicieron otros inmortales de generaciones posteriores, como José Martí y Fidel Castro.