Juan Bosch: apuntes en el 110 aniversario de un intelectual extraordinario.

Hassan Pérez Casabona
4/9/2019

I

Justo cuando concluían las sesiones del IX Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, se celebró en la República Dominicana, y otras muchas naciones, el 110 aniversario del natalicio de Juan Bosch, una de las personalidades más prominentes de las letras y la política en el hemisferio, a lo largo de la centuria anterior. Bosch mantuvo vínculos estrechos con la Uneac, y con los escritores y artistas en general de toda la región, durante su vida fecunda.

A pesar de ser un hombre curtido por los avatares de la vida su respiración, aquella apacible noche veraniega, poseía un ritmo totalmente inusual. En verdad no había que preocuparse, pues el corazón del insigne revolucionario latiría vigoroso durante mucho tiempo. Realmente la falta de aire era provocada por la emoción de participar en la ceremonia solemne recién concluida.

Fidel condecora a Juan Bosch. Foto: Fidel soldado de las ideas
 

¿Quién le habría dicho en la década del 40 que este país, que lo acogió como un hijo durante 19 años, le otorgaría su condecoración más alta? ¿Hubo alguien capaz de imaginar, que tan extraordinario reconocimiento lo colocaría sobre su pecho Fidel Castro, el joven fogoso que en 1947 se enrolara con decisión admirable junto a él en la expedición de Cayo Confites?

Para entender su júbilo aquel 11 de junio de 1988, en que recibió en el Palacio de la Revolución la Orden José Martí, debemos al menos esbozar algunos de los momentos fundamentales de su existencia, así como acercarnos someramente a los nexos inquebrantables que, a lo largo del tiempo, estableció con nuestro país. 

La vida de Juan Emilio Bosch Gaviño es digna, como la del resto de los patriotas continentales, de una novela o de ser llevada al celuloide. Hijo del catalán José Bosch Subirats y de la puertorriqueña Ángela Gaviño, vino al mundo en predios de La Vega, en la República Dominicana, el 30 de junio de 1909. Fue un niño inquieto, con marcada inclinación por la lectura si bien, como el resto de los infantes de la pequeña comunidad rural de Río Verde, donde vivió durante sus primeros años, estaba en contacto con la naturaleza y participaba de los juegos predominantes en la época.

Impresiona saber que alguien de su estatura intelectual solo pudiera culminar, al menos inicialmente, el tercer nivel de bachillerato, pues con su obra ulterior rebasó con creces los títulos que se adquieren en universidades e institutos. Sin duda que en el desarrollo de su fértil imaginación mucho tuvieron que ver los múltiples recorridos que realizó por las más variadas latitudes. Ese sería un rasgo, el de viajero impenitente, que lo marcaría, aún sin saberlo, desde que en 1924 se trasladara hacia la capital quisqueyana, como preámbulo de su primer acercamiento, cinco años después, a tierras españolas, venezolanas y de otras islas de las Antillas Menores.

Al regreso a Santo Domingo, en agosto de 1931, encontró que su patria comenzaba a ser maniatada por el sátrapa Rafael Leónidas Trujillo, amordazamiento que se prolongaría hasta el 30 de mayo de 1961 en que un comando ajusticiara al dictador. Cada día transcurrido durante esos años, encontró a Bosch enhiesto, desde diversas trincheras, en el combate contra el energúmeno que sometió al pueblo dominicano a la más terrible represión, sumiéndolo asimismo, en una pobreza atroz.[1]

Foto: Internet
 

Con apenas 24 años publicó el libro de cuentos Camino Real.[2] Nunca, en lo adelante, dejaría de compartir con sus semejantes vivencias y reflexiones sobre los más inverosímiles acontecimientos históricos, políticos y culturales en los que se vio inmerso. Al extremo que más de medio centenar de obras emergieron de su pluma, evidenciando la incorporación de nuevos conceptos que brotaban a la letra impresa con madurez acrecentada.

Uno de los rasgos que caracterizó su vida, sobre todo hasta la elección como presidente, fue la capacidad de simultanear las más variopintas profesiones con su vocación incalificable por la escritura. Mientras permaneció en Cuba laboró como vendedor de productos farmacéuticos, buscador de anuncios para la prestigiosa revista Bohemia y editor de libros y periódicos. Ganó además concursos literarios (entre ellos el Premio Alfonso Hernández Catá por su cuento “Luis Pie”) y participó en la elaboración de la Constitución de 1940.[3]

Pocos conocen, de igual forma, que Bosch escribió el guión de dos programas para la antigua emisora CMQ: Forjadores de América y Memoria de una dama cubana. Como decenas de creadores estaba obligado a vender personalmente los libros que redactaba. En nuestro país encontró hospitalidad y cariño, hasta que la represión desatada en su contra lo obligó a marcharse definitivamente en 1958.

Desde el prisma de organizador de agrupaciones políticas fundó, en 1939, junto a otras figuras relevantes, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), concebido para derrocar a Trujillo y al igual que hiciera su antecesor cubano creado por Martí el 10 de abril de 1892, con la intención de obtener la independencia de Puerto Rico, pelear en esta oportunidad por la desaparición de todos los regímenes de oprobio impuestos violentamente en el Caribe. Esta organización llegó a disponer de varias células en la región, incluyendo los Estados Unidos. Fue precisamente mediante ella que llevaron adelante la frustrada expedición de Cayo Confites.

Al frente de la misma arrasó en las elecciones de 1962, las primeras tras la muerte del dictador, ganando 22 de los 30 y un escaños del Senado y 49 de los 74 puestos de la Cámara. [4]

A continuación del golpe de Estado ejecutado en su contra, el 25 de septiembre de 1963, con el contubernio de la cúpula militar, la jerarquía eclesiástica y lo derecha reaccionaria, que no aceptaba las transformaciones democráticas que su gobierno impulsó (a lo que hay que añadir el influjo de las tenebrosas misiones de espionaje y aliento subversivo que estableció el gobierno yanqui mediante su oficina diplomática)[5] y, especialmente, de la ocupación perpetrada por 42 mil marines yanquis en 1965 —para doblegar la “Revolución de Abril” que tuvo en el inolvidable coronel Francisco Caamaño Deñó su figura paradigmática—, Bosch interiorizó con mayor elocuencia que resultaba impostergable ahondar los conocimientos políticos del sufrido pueblo dominicano. Al meditar en ello fue que decidió emprender dicha batalla, de innegables dimensiones ideológicas, comenzando por su propio partido.

Alejado otra vez de su país físicamente, nunca perdió el hilo que lo conectaba a la realidad quisqueyana, ni en el contenido ni en la formas consustanciales a la esencia de los habitantes de esa nación. Reflexionó en Europa sobre las urgencias que planteaban los tiempos modernos, en cuanto a las infraestructuras de organización política y la participación ciudadana en el ejercicio del poder.

Foto: Acento
 

Entonces, sin amilanarse a sus 64 años, optó por renunciar a su condición de Presidente y miembro del PRD. Era el 18 de noviembre de 1973. Con el ímpetu de un imberbe que debuta ilusionado a la política en los predios universitarios, 32 jornadas después, exactamente el 15 de diciembre, procreó el nuevo aparato de combate: el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

Pese a contratiempos en las urnas el recio pensador, ya con la cabellera completamente de blanco, no se retiró a lamentarse ni se resignó a abandonar las batallas que le correspondían. Así, reguardado con la coraza infranqueable que proporciona la honestidad, prestó su verbo y pluma a causas internas y extrafronteras con el entusiasmo acostumbrado.

Se le vio —su sola presencia era un puñetazo al mentón de los cipayos que pululaban en los suelos latinoamericanos— en las sesiones del Tribunal Russell II, acusando a los reptiles dictatoriales que, mediante la concertación Cóndor y otros engendros, arrancaron la vida a miles de compatriotas en la patria grande.

En Quito, la cuna del inmenso Eloy Alfaro, se recuerda su participación en la audiencias desarrollada en el Teatro de la Universidad Central de Ecuador, el 11 de febrero de 1984, convocada por el Tribunal Antiimperialista de Nuestra América (TANA); espacio de reflexión encabezado por el también combatiente imprescindible, y excanciller guatemalteco, Guillermo Torriello.

Ninguna injusticia dejó de recibir su condena militante. Uno de los casos en que más brilló su ejemplo, fue cuando se intensificaron las agresiones contra la Nicaragua sandinista, con la llegada al Salón Oval de Ronald Reagan. Desde la Managua libre rojinegra del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), propuso el surgimiento del Batallón “Simón Bolívar” para proteger la inédita experiencia independentista centroamericana. La peculiar iniciativa estaba destinada a atraer a científicos, educadores, artistas, poetas, pintores, cineastas, y trabajadores en general de todo el orbe, impidiendo que las garras norteñas, a través del empleo de la “contra” que pertrechaban, se cebara en los parajes del “General de Hombres Libres”, Augusto César Sandino.

 

Notas:
 
[1] El conspicuo profesor Piero Gleijeses, académico sobre política exterior de los Estados Unidos y asuntos latinoamericanos, de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la prestigiosa Universidad Johns Hopkins —autor igualmente de varios de los análisis más encumbrados sobre la presencia militar cubana en África— escribió un voluminoso libro, sobre los acontecimientos vinculados a la invasión yanqui a Santo Domingo. En la obra presenta diferentes valoraciones sobre el sanguinario personaje que maniató al pueblo dominicano. En una de ellas expresa: “Trujillo convirtió al gobierno en un circo de marionetas y payasos, que brincaban y giraban a indicación del látigo del maestro de ceremonias. `El Jefe es justo hasta cuando castiga´. (Respondió un Secretario de Estado al ser humillado por el déspota). Y Trujillo castigaba sin piedad; nadie podía olvidar que él era el amo. […] La adulación abyecta pasó a ser una virtud cívica, de la que el Congreso daba ejemplo. Por una Ley de 1936 el nombre de la capital —la más antigua ciudad española del Nuevo Mundo— fue cambiado de Santo Domingo de Guzmán a Ciudad Trujillo. Después de este cambio, un chaparrón de decretos esparció el nombre del dictador y su familia sobre las ciudades y provincias del país. Al mismo tiempo, la prensa, las asociaciones profesionales y ciudadanos privados competían entre sí, en un frenesí de adulación. Trujillo fue proclamado primer médico, primer abogado, primer ingeniero, primer intelectual. Se le comparó a Napoleón, a César, a los más grandes personajes del pasado y del presente. `Dios y Trujillo´ se convirtió en expresión corriente. Habría sido más adecuado decir `Trujillo y Dios´. Trujillo correspondió a la adulación sin límites de sus súbditos con la humillación constante de los ciudadanos más prominentes. La arrogante gente de primera —la antigua élite— optó por someterse, uniéndose al coro de alabanzas y aceptando los insultos y las humillaciones de parte del amo”. La Esperanza Desgarrada. La rebelión dominicana de 1965 y la invasión norteamericana, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2011, pp. 48-49.       
[2] Con la aparición de este libro en La Vega se inaugura en Hispanoamérica, según el criterio de la mayoría de los entendidos, la corriente literaria socio-realista. La obra despertó elogios de la crítica nacional y extranjera. Debemos señalar que dos años antes Bosch comenzó sus estudios de bachillerato, que luego abandonó en el tercer curso para dedicarse por entero a la carrera literaria. Fue en ese momento que recibió la asesoría del eminente humanista Pedro Henríquez Ureña, quien le recomendó eliminar la E de Juan E. Bosch (en alusión a Emilio, su segundo nombre), y la lectura de los cuentos de Quiroga y Maupassant. A partir de ese momento perfiló su estilo narrativo hasta que, en la opinión de diversos analistas, adquiere totalmente el dominio de la escritura del cuento con “El río y su enemigo”, publicado el 12 de agosto de 1942.
[3] Una muestra de esa permanente alternancia la tenemos en 1955, cuando publicó Cuba, la isla fascinante. El intelectual quisqueyano, cuya vida de lucha ininterrumpida en aras de la integración latinoamericana es insuficientemente conocida fuera de su país, dio a conocer el texto mientras permanecía en el exilio chileno, uno de los tantos a los que se vio forzado durante la dictadura trujillista. En la nación austral, donde trabó amistad con Salvador Allende, vieron la luz asimismo sus obras Judas Iscariote, el calumniado y La muchacha de la Guaira. En la tierra de Neruda organizó, como vía de manutención, una pequeña fábrica de baterías para automóviles. Antes, entre 1929 y 1931, trabajó en Caracas como descargador de camiones en el mercado de San Jacinto y anunciador de un Parque de Diversiones, con el cual visitó Valencia, Puerto Cabello, Curazao, Trinidad y Martinica. Era tal su capacidad para adaptarse a los cambios que imponía la cruenta realidad económica que, en momentos en que el citado parque debía cerrar por la carencia de visitantes, ejecutaba otras labores. En Valencia, por ejemplo, realizó anuncios para un cine; en Curazao fue obrero de la construcción y en Trinidad se dedicó a hornear pan. Indiscutiblemente la destreza para ejercer las más inauditas profesiones, como complemento a su inveterada manía de escribir sobre todo lo que le circundara, es otra de las facetas que impresiona de su prolífica vida.
[4] El 20 de diciembre de ese año Bosch recibió el 58, 7 % de los votos, muy por delante de su principal adversario, Viriato A. Fiallo, de Unión Cívica Nacional, quien obtuvo el respaldo del 30, 1 % de los participantes en el sufragio.
[5] Eliades Acosta Matos publicó 1963: Revolución inconclusa (2013) y 1963: De la guerra mediática al golpe de Estado (2015), en las cuales desarrolla un estudio histórico de los procesos políticos que tuvieron lugar desde el ajusticiamiento de Trujillo, en mayo de 1961, hasta los meses posteriores al golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963. El investigador hace un análisis, además, de múltiples fuentes de archivo y de documentos desclasificados, entre ellos parte de la correspondencia confidencial del embajador norteamericano entre 1962 y 1964, John Bartlow Martin, con el Departamento de Estado. El destacado autor santiaguero dio a conocer además, en los últimos años, La telaraña cubana de Trujillo, 2 tomos (2012); La dictadura de Trujillo: documentos, compilación en seis tomos (2012); La Era, dos tomos (2016); Un leviatán tropical: las redes clientelares de Trujillo en América Latina y el Caribe y Un debate de vida o muerte. Juan Bosch versus Láutico García, ambos en el 2018.