Desde su nacimiento, la rumba catalana se ha caracterizado por la fusión de estilos. Inspirado en la rumba flamenca, este género debe su desarrollo inicial en la década de 1950 a las comunidades gitanas asentadas en Barcelona. Entre sus intérpretes más sobresalientes se encuentran Peret y El Pescaílla —considerados los padres del género—, Gato Pérez, el grupo Los Manolos, y más recientemente las bandas Estopa, Ojos de Brujo o Manu Chao, que han introducido diversos estilos como el hip hop, el reggae y la música electrónica, así como otros instrumentos musicales.

La rumba catalana incorporó importantes innovaciones rítmicas, como la percusión elaborada con la propia guitarra que, además de ser rasgada, era percutida para resaltar ese frenesí que invitaba al baile inmediatamente. Devino así una explosión de alegría y vitalidad; una expresión de identidad y mestizaje. Además, posee en su base una fuerte influencia de la música cubana. Acerca de ello La Jiribilla conversó con Juan Castillo, saxofonista español y fundador del grupo de rumba catalana Can Cun, quien ha organizado con frecuencia la Jornada de la Cultura Catalana en La Habana y el Festival de la Huella de España.

“Hemos recorrido el mundo entero, y hemos sido bien acogidos en cada rincón. La rumba es un imán”, asegura el músico español Juan Castillo.

¿Cómo nace Can Cun? ¿Existen influencias familiares alrededor de la creación del grupo?

Es preciso tener en cuenta nuestros orígenes andaluces: mi madre es de Córdoba y mi padre de Granada. Desde pequeños escuchábamos en casa la rumba y el flamenco. Era la música que solíamos disfrutar en nuestras fiestas familiares y ambientes íntimos, pero no habíamos pensado nunca en su difusión. Estaba latente en nosotros, si bien pensábamos en el jazz, el pop, el rock, etc. Hasta que realicé una visita a Cuba con una big band donde tocaba el saxo, y quedé prendado del país caribeño, su música y sus ritmos. Pensé: “¡Aquí tengo que volver de alguna manera!”. Y la ocasión fue un concurso para elegir una agrupación de rumba catalana a propósito de una jornada de cultura catalana a realizarse en La Habana, organizada por la Sociedad de Beneficencia de Naturales Cataluña, es decir, el Centro Catalán de La Habana. Formamos un trío de rumba catalana (mi hermano como compositor, un percusionista, y yo con el saxo). En resumen, fuimos escogidos como ganadores del concurso y junto a otros artistas catalanes nos presentamos en La Habana. Representamos en Cuba la rumba catalana, y ese fue el comienzo de todo. Al experimentar el hermanamiento fenomenal entre nuestras músicas (la catalana y la cubana), quedamos encantados. Además, el productor de dicho evento me invitó a colaborar desde Cuba gracias a mi labor como gestor musical, de modo que Can Cun visitó el país por siete años seguidos, donde llegamos a ser siete integrantes (nosotros tres y seis músicos cubanos). Con ello se logró una mixtura increíble que ha quedado para toda la vida.

¿Han desarrollado investigaciones sobre descendientes de catalanes en Cuba? ¿Cómo se ha propiciado este acercamiento?

Desde el primer minuto. Nuestro vínculo con la Sociedad de Beneficencia de Naturales Cataluña ha sido magnífico. A partir de esta colaboración se han propiciado nuestras giras por los centros catalanes de todo el país (Santiago de Cuba, Camagüey, Santa Clara, etc.). ¡Hay catalanes en toda la Isla! Con nuestra música hemos contactado con catalanes que nos han contado historias increíbles, y hemos conocido esta comunidad muy a fondo. Podemos decir que se trata de uno de los colectivos no nativos más prolíficos y relacionados con la cultura cubana, al frente de importantes entidades culturales.

¿Cuánto influye la música cubana en el espíritu y el arte de Can Cun?

El propio nacimiento del grupo lo indica. Creamos Can Cun para acercarnos a Cuba, de modo que era imposible que no se produjera este casamiento entre ambas músicas. Lo que nos había llegado de Cuba, en cuanto a son y otros géneros, nos resultó siempre muy cercano. La clave y los ritmos cubanos se acoplan muchísimo a la rumba catalana. Cualquier músico cubano podría interpretar nuestras canciones sin ninguna dificultad, pues domina y relaciona los patrones rítmicos. El aire de la rumba catalana tiene mucho de cubano. Nuestra base es la guitarra y las palmas, y si a ello agregamos una percusión, una conga o un bajo cubano, se adapta perfectamente.

“Creamos Can Cun para acercarnos a Cuba, de modo que era imposible que no se produjera este casamiento entre ambas músicas”.

Dado que uno de los propósitos del grupo es la difusión de la rumba catalana alrededor del mundo, ¿cómo ha sido su recepción en países como China, Japón o la India?

Hace 25 años solo tocábamos en Cuba y en Cataluña, hasta que llegó el momento de cambiar eso. En el intento por llegar a nuevas fronteras, me di cuenta de algo: los ingleses venden el pop, los americanos venden el jazz, los cubanos venden el son, y nosotros como españoles y un poco como gitanos que somos podíamos mostrar la rumba catalana y flamenca a través del mundo. Comenzamos por Europa, y en Francia y Alemania gustamos mucho, así que volvíamos cada semana. Llegamos luego a Jordania, donde recibimos la sorpresa de atraer muchísimo a los árabes. También recorrimos toda Latinoamérica, y fue arrollador. Nos quedaba entonces Oriente como asignatura pendiente, y nuestra primera incursión fue en Japón. ¡Fue totalmente increíble! La cultura española gusta mucho en Japón, al igual que en China. Sin duda, la gran sorpresa fue Corea del Norte, pues un público que a primera vista parece frío y distante resulta ser lo más cálido que puedes encontrar. Había 500 artistas (orquestas sinfónicas y filarmónicas, coros, sextetos, formaciones exquisitas y muy escogidas) del campo socialista, con los cuales alternábamos, y nosotros éramos los únicos europeos. Con un trío tan simple logramos levantar una gran pasión. Se demostró que la rumba es sencilla, pero es popular y llega. Hemos recorrido el mundo entero, y hemos sido bien acogidos en cada rincón. La rumba es un imán.

La India, por su parte, fue impresionante. Solo en Nueva Delhi hay 70 canales de televisión, en uno de ellos me ofrecieron trabajo debido a mi aspecto físico y a mi apariencia medio india y medio gitana. El origen de los gitanos es justamente la India, por ello te sientes tan próximo al pueblo y su manera de ser. Es una experiencia sin comparación, sublime.

Se ha determinado que los gitanos provienen del subcontinente indio. ¿Cuánto debe la rumba catalana en general a esta región y a su cultura?

Debe muchísimo a la influencia árabe en cuanto al flamenco y el cante jondo (esa entraña, ese lamento que canta). Los gitanos llegaron a Europa con sus ritmos, su vitalidad y su energía a través de Rumanía. Y ese sello que llegó de Oriente de la mano de los indios gitanos es el que ha influido en esta música con su gracia, su manera de moverse, su virtuosismo, su alegría. A ello añadimos la influencia de la música cubana, que pone orden en cuanto a ritmos y patrones, y ya tienes la rumba catalana. Hay una estrofa de una canción de Gato Pérez, un gran ilustrador de la rumba, que dice: “La rumba nace en la calle/hija de Cuba y de un gitanillo./Y su hermana que es la habanera/vive mecida entre marineros”. Esta es la definición absoluta de la rumba.