La aventura habanera de Stefan Sanders

Oni Acosta Llerena
23/7/2018

I. Preludio

Hace 41 años un joven y arriesgado director de cine norteamericano cambiaría una parte de la cultura y los códigos visuales, hasta ese entonces conocidos: quedaron relegados héroes como Flash Gordon o Superman y así, el dinámico y casi desconocido George Lucas sólo encontraría paralelo —a mi juicio— con otro referente inmortal de la ciencia ficción: La Guerra de los Mundos —film basado en la novela de H. G. Wells— y dirigido por Byron Haskin. Con Lucas se replantearían nuevos estereotipos malvados y de cándido altruismo y una nueva época de consumo iconoclasta de personajes de ficción imperaría con la llegada del despiadado Darth Vader o el aventurero Han Solo. Nos guste o no, llegaron con un buen guión y el empeño de Lucas, pero sobre todo con una excelente música detrás.

Para el estreno en 1978 del IV Episodio A new hope (Una nueva esperanza), el tenaz Lucas tuvo quizás la mejor idea para su película: contar con una banda sonora original escrita especialmente por uno de los más sobresalientes compositores norteamericanos, John Williams. El desenfrenado talento de Williams rápidamente se desbordó para crear las más sutiles semejanzas musicales con los personajes de Lucas: la “Marcha Imperial” para Vader, el tema de amor y esperanza de Skywalker “Across the stars” o el apacible “Yoda’s Theme” dedicado al personaje más pintoresco de la saga, Yoda.

El tenaz Lucas tuvo quizás la mejor idea para su película: contar con una banda sonora original. Fotos: Internet
 

Pero este no es un recuento cinematográfico, sino musical.  Si 41 años atrás se estrenaba este film, los cubanos pudimos disfrutar del estreno absoluto de esta y de otras obras de Williams de la mano de un director de orquesta norteamericano llamado Stefan Sanders, de 41 años. Tal vez resulte cabalístico, místico o simplemente una coincidencia feliz, pero muy feliz.

II. Génesis

La idea estuvo rondando la agenda de Sanders durante mucho tiempo, motivado —en parte—por su ascendencia cubana proveniente vía materna. Lo segundo fue el enorme reto profesional que para él significaría estrenar esta música en La Habana, con una de las mejores orquestas sinfónicas del mundo, sin temor a equivocarme. Planteado esto como objetivo artístico del joven conductor norteamericano, tendría que coordinarse entonces su deseo con nuestra orquesta, lo cual ocurrió durante una visita familiar en 2017 a Cuba, donde se gestó una reunión con el Maestro Enrique Pérez Mesa. Rápidamente la sensibilidad musical de Pérez Mesa comulgó con la propuesta: hablaron de fechas posibles y se trazó una estrategia a seguir, la cual para suerte y sorpresa mía, quedó bajo mi tutela. Así comenzó esta “aventura habanera” de Stefan Sanders. Durante esos días la vida de Sanders y su madre cubana se aderezaron con diversas zonas de la latente música cubana, como fue el conocer a Los Guayaberos y verlos tocar, a Soneros All Stars y participar de una sesión de grabación en los Estudios Abdala, aunque en su imaginario futuro ya se visualizaba como director invitado de la Orquesta Sinfónica Nacional el año posterior, es decir en 2018.

III. Tema con variaciones

Como suele suceder en eventos de esta naturaleza, no todo ocurre a pedir de boca.  Lo ocurrido en Cuba a finales de 2017, como el terrible Huracán Irma y la vuelta de tuerca en las relaciones  Cuba-EEUU pusieron en más de una ocasión en peligro el viaje de Sanders a La Habana, pues la incertidumbre reinaba en el ambiente. ¿Se prohibirían más aún los viajes de norteamericanos a Cuba? ¿Se reduciría el intercambio cultural del lado norteamericano? ¿Nuestra embajada en EEUU podría gestionar las visas a tiempo? Por si fuera poco y quizás para agregar más tensión, el sistema de aires acondicionados del Teatro Nacional de Cuba, sede de nuestra orquesta, sufre una avería inesperada, razón por la que el mismísimo Maestro Pérez Mesa se reúne con el director del teatro para encontrar soluciones, pues ya habían sido pospuestos varios conciertos y el de Sanders/Williams peligraba enormemente. La última reunión clave la tuvimos el viernes 18 de mayo en la mañana, donde la respuesta del teatro fue categórica: el concierto se haría pasara lo que pasara. Sanders y su equipo tenían boletos aéreos para dos días después

IV. Solidaridad

Como habrán notado, la reunión definitoria por el tema de los aires acondicionados tuvo lugar el viernes 18 de mayo en la mañana, el mismo día que horas más tarde, haría que toda Cuba se estremeciera del dolor a causa del accidente de aviación que costó la vida de más de 100 personas. Decretado por el gobierno cubano el Duelo Oficial de dos días, nuevamente nos comunicamos con Sanders para explicarle la situación y que por favor, había que mantenerse atentos a cualquier nuevo evento sobre la trágica situación. A su llegada a Cuba el lunes, el maestro norteamericano tomó una decisión que nos estrujó el corazón y nos sacó las más escondidas lágrimas por su valentía y dio muestras de su solidaridad: dedicaría una obra del programa a las víctimas del accidente de aviación.

El maestro norteamericano tomó una decisión: dedicaría una obra del programa a las
víctimas del accidente de aviación
 

Nos preguntó si era mejor decirlo el mismo día del concierto o antes, para no herir u ofender el dolor de familiares. En principio pensamos que lo más indicado era anunciarlo en el mismo teatro, pero cambiamos de idea para no parecer sensacionalistas y comenzamos a divulgarlo aunque con mucho tacto, reitero, para respetar el sufrimiento de los dolientes. La obra a dedicar fue Elegie, del compositor Gabriel Fauré y tendría como solista al cellista ruso-norteamericano Mtro Roman Mekinulov.

V. El Concierto

Como he ido describiendo, esta “aventura habanera” tuvo más escollos que un arrecife, pues la lluvia hizo de las suyas durante toda la semana de ensayos incluyendo el propio domingo 27 de mayo, día del estreno. Pero con la Sala Covarrubias colmada comenzó un recorrido musical con parte de las mejores bandas sonoras escritas por Williams. El inicio fue el tema principal de E.T: Aventuras en la Tierra, logrando un importante equilibrio sonoro entre el obligado referente auditivo que casi todos poseemos y la excelente versión lograda entre orquesta y director. Y esto es algo que debo acotar, pues estamos hablando de música grabada por las más conocidas y prestigiosas sinfónicas del planeta, como la Orquesta Sinfónica de Londres que bajo la dirección del propio autor fueron quienes hicieron la grabación más conocida y que sirve de plataforma a las distintas partes de Star Wars, así como de otros tracks y obras. El recorrido continuaría con Raider’s March, el tema principal de la saga Indiana Jones, donde una vez más descubriríamos los diferentes matices y apropiaciones que de la mano de Sanders brotarían sin cesar. Y es que cada una de estas aproximaciones musicales no son mimesis de las Bandas Sonoras ya plasmadas en discos o películas, sino que tienen vida propia, más allá de no apartarse morfológicamente de las originales. Si bien auditivamente podían reconocerse y lograr el efecto de referente visual del film —o de alguna escena—, si fuéramos a compararlas estructuralmente notaríamos los cambios que Sanders propició como ritardandos o énfasis donde no los había, o accelerandos en algunos fraseos por ejemplo o cambios de dinámica a conveniencia según fuera el caso.

Opino que la variante climática y de más tensión llegaría en dos momentos. El primero sería con la interpretación del tema principal de La lista de Schindler, para lo cual el director invitado nos obsequió la presencia del concertino de la Orquesta Filarmónica de Buffalo (BPO) Denis Kim, logrando una magistralidad y un sonido impecables tanto el solista como la orquesta, al punto de una levitación inimaginable. El segundo momento sería precisamente la única obra del programa fuera de la autoría de John Williams, y me refiero a Elegie, que como mencioné antes, fue interpretada por otro invitado, el primer cello de la mencionada BPO Roman Mekinulov. Pero lo más llamativo para el público cubano era sin dudas el también estreno de la Star Wars Symphony, y de encontrarse con una de las más conocidas músicas del Siglo XX, que al igual que el resto del programa, sólo se había escuchado en la radio o en discos, pero nunca en sus formatos sinfónicos originales.
Aquí confluyeron varios aspectos dignos de resaltar, como la relevancia y complejidad de esta música novedosa para nosotros, reitero. Los difíciles pasajes para cuerdas nos descubren obras extremadamente bien elaboradas, donde su autor es conocedor a fondo de las técnicas más estrictas del sinfonismo contemporáneo, así como en algunos aspectos hasta de los grandes clásicos como Wagner, con la utilización de los vientos como elementos bien enfáticos en la relación música-personaje. Las escenas de combate y de acción van hilvanadas por un lenguaje musical ágil, lo que requiere destreza de los ejecutantes recayendo el peso en las cuerdas sin discriminación: lo mismo cellos que violines atacando,  lo mismo utilizando glissandos o pizzicatos, para articular una compleja música que descorre la imaginación de Williams. La inclusión de la Celesta en parte de esta música le da también un toque bien personal, quizás rememorando algunos clásicos como George Gershwin o Glenn Miller, de la propia cultura norteamericana. La utilización del leiv motiv como elemento musical es bien defendido por él en cada una de sus obras, lo cual pienso que es absorbido a cabalidad en espíritu y artísticamente por el joven director Stefan Sanders, quien sale airoso, muy airoso de esta, su aventura habanera.
Su visita con estos invitados, los maestros Kim y Mekinulov, muestran el amplísimo interés que tienen muchos artistas en el circuito sinfónico de EEUU de darse a conocer en nuestro país, así como de confrontarse con la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, respetada y conformada por virtuosos instrumentistas pertenecientes al pináculo musical de la Isla.

Su visita muestra el amplísimo interés que tienen muchos artistas en el circuito sinfónico de EEUU
de darse a  conocer en nuestro país