La canción cubana regresa a la televisión

Ivón Peñalver
17/6/2019

Con el propósito de reverenciar ese espacio que la canción nunca debió dejar de tener dentro de las propuestas televisivas cubanas, regresa una nueva edición del concurso Adolfo Guzmán, a partir del mes de agosto.

Foto: Cortesía de la autora
 

Ya como noticia se ha ido “corriendo la nota”, y con ello proliferan comentarios a favor, otros en contra de cómo podrá ser la propuesta si no mantiene las reglas de oro de su surgimiento, y no faltan, por supuesto, los reticentes, para quienes pensar en segundas partes no tiene sentido. Y en estos últimos habría que detenerse, justamente al reconocer los esfuerzos que hoy asume Manolito Ortega al frente de su constante y estable equipo de trabajo.

La idea de realizar otro Guzmán, más que una necesidad ante las nuevas visualidades imperantes, es un compromiso ético con una figura que no permite “chapucería”, ni banalidades; por tanto, obliga a revisitar un concepto singular, definido y coherente, aun cuando no se parezca a lo vivido.

No regresa el concurso Adolfo Guzmán al Teatro Karl Marx porque en primer lugar la canción ha perdido ese espacio privilegiado del que gozó; lamentablemente para muchos esos textos antológicos quedan en el tarareo de los papás y en la duda de los más jóvenes. Por su parte, la televisión, escenario donde y para el cual nació este evento, no siempre jerarquiza en sus espacios lo más genuino del género, lo cual trae como consecuencia que otras sonoridades vayan “tomando” su espacio. No obstante, este nuevo Guzmán, sobre la base de los recursos que existen, llega al Teatro Astral como propuesta de programa televisivo, y se exige —ojalá lo logre— un punto de distinción, belleza artística y estética que merece.

El reto es grande y la responsabilidad de adecuar una nueva visualidad es aún mayor. Hasta el momento los proyectos dirigidos por Manolito Ortega no permiten asomarse a lo chabacano, por tanto este es ya un camino transitado que no tendrá concesiones. Ello significa, entonces, que las canciones en concurso tendrán que afirmar una línea comunicativa alejada de lo “feo”, lo “barato”, que se corresponda con la herencia transmitida por el Guzmán durante varias generaciones.

Aunque no parece ser que corran tiempos para que triunfen las grandes canciones —si bien nunca faltan felizmente excepciones—, vale afirmar la sencillez como una de las fortalezas del género, y por ahí deben prevalecer las tendencias en concurso. El buen gusto, la delicadeza, la coherencia con los sentimientos que se narren, tienen que volver a convertirse en reglas de oro de un género que desde Cuba ha recorrido el mundo en grandes voces.

Y he aquí otro elemento esencial en este nuevo Guzmán: los textos ya están compilados, se trata ahora de hallar las voces que los conviertan en canción. En cualquier manifestación de la canción popular, el concurso, como siempre lo hizo, abrigará el buen decir de aquellos cantantes que la sepan enaltecer.

Sobre la máxima de entretener con cultura, respeto y belleza, regresa este necesario concurso de interpretación y composición, que adquiere otros modos de hacer pero no de sentir; un evento en el cual dejaron su sello triunfador Beatriz Márquez en varias ocasiones, Pablo Milanés, Santiago Feliú, Xiomara Laugart, Omara Portuondo y Manguaré, y Adalberto Álvarez y Son 14, por solo mencionar algunos imprescindibles. Quedó un espacio vacío en el tiempo televisivo, que no lo puede llenar la llegada de ese Guzmán recordado y querido; solo lo puede suplir una necesaria mirada joven que propicie el regreso de la canción cubana a la televisión.