La canción es protagonista

Ana María Domínguez Cruz
24/9/2019

Las canciones son un reflejo importante de la vida de un país, y los tiempos actuales traen canciones propias. Por ello, Manolo Ortega estaba convencido de que el XV Concurso Adolfo Guzmán continuaría enalteciendo los valores de las ediciones anteriores, pero, también, sería diferente.

Fotos: Portal de la Televisión Cubana

“No podíamos renunciar a lo más importante que siempre ha tenido este concurso: respetar la canción, la buena música, la composición. Ese es el eje de la competencia, a la que se presentaron alrededor de 800 canciones y de las que seleccionamos 24. Buscábamos la canción contemporánea, las sonoridades de estos tiempos, y no repetirnos. Nuestro Guzmán no tiene por qué parecerse a ediciones anteriores.

“Ha sido un reto asumir este proyecto porque ‘despertar’ un evento que desde el 2007 no se realizaba en el país y hacerlo con otros requerimientos, sin traicionar lo que el público espera, no es tarea fácil. Nos pedían llevarlo al formato de un concurso de participación, salir del teatro Karl Marx y de la estructura habitual y hacerlo como hicimos Sonando en Cuba, Bailando en Cuba y La Banda Gigante. Mantenerlo diez semanas al aire y no pocos días, como sucedía antes….

“El público siente que es suyo, que es patrimonio de la cultura cubana. Y ganarnos a quienes vivieron las ediciones anteriores y, sobre todo, ganarnos a ese público joven que no conocía este tipo de concursos, que no conocía la obra de Guzmán, también ha sido interesante. Claro que esta es una propuesta distinta, pero abogamos por el buen gusto y no nos ‘desconectamos’ del Guzmán de siempre”.

Ortega comenta que, con detractores y defensores, este Guzmán también puede servir de plataforma para quienes participan, compositores noveles y los intérpretes de las obras. “Ese es otro de los objetivos del espacio, y es válido que confluyan opiniones diversas”.

Agradeció a los integrantes del jurado por sumarse a esta experiencia. “Este concurso siempre tuvo un jurado anónimo, grande, con 12 participantes. Nosotros quisimos un jurado visible. Queríamos tener la voz de una musicóloga para trabajar en función de la canción, cuestiones académicas y sociales de cada composición, un productor musical que haya descubierto talentos y que haya influenciado a muchos artistas. Quisimos dos directores de agrupaciones, compositores, que trabajaran en géneros diferentes y de generaciones diferentes. La intérprete era indiscutible, ganadora de cinco Guzmanes, fue nuestra opción. Y para ellos, seguramente, también ha sido una vivencia enriquecedora”.

Jorge Wilson, codirector del espacio, precisa que trabajar con un staff de casi 300 personas es también un reto. “Llevamos meses de trabajo, mucho antes de que salga al aire el programa, y cada semana la aventura de cada emisión es compleja. La reunión creativa es la oportunidad para que confluyan todas las especialidades y gestionamos todo: la información gráfica, el vestuario, las luces… todos nos complementamos.

“Esta primera fase recreó, a modo de ficción, las vivencias que inspiraron a los compositores. Trabajamos con figurantes, con actores muy jóvenes. Les adelanto que a partir de esta semana tendremos la sección Historias del Guzmán, para entrevistar a quienes marcaron pauta en ediciones anteriores. Ha sido gracioso, aceptan nuestra propuesta, pero comentan que no se sienten conformes. Sin embargo, al preguntarles, responden que les gusta el programa, que es disfrutable, que sienten que potencia la canción… Es bueno para nosotros, nos nutrimos de todas las sugerencias que nos puedan hacer”.

Vladimir Barberán, director de Fotografía, agrega que “este tipo de programas tiene un nivel de complejidad elevado. Esencial es el diseño de iluminación y se piensa como resultado de la confluencia de todas las especialidades. Empleamos mucha tecnología trabajando al mismo tiempo. A veces perdemos la señal de cámaras inalámbricas, ocurren fallos técnicos, pero seguimos grabando porque no podemos afectar al competidor. El televidente no se percata de esos problemas, pero es parte del estrés habitual. Lo hacemos con 16 cámaras, se filma en 360 todo el escenario. Exige un trabajo detallado, preciso, en juego con la tecnología que tenemos. Nos sentimos recompensados al final, pero ciertamente vivimos momentos muy estresantes”.

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Guzmán 2019.

Carmen Rosa López, Yoa de la Torre y Grisel Lince son las tres profesoras de canto que asesoran a los competidores. “Iniciamos el trabajo de lunes a sábado desde el mes de julio para entrenar sus cualidades vocales y luego asesorarlos con la interpretación. Tienen mucho interés”, acota De la Torre.

“Hicimos clases colectivas con todos los participantes y luego trabajamos con cada uno el montaje de la canción. En cada ensayo parcial y general, e incluso el día de la función, estamos aquí para decirles, después de su interpretación, qué hicieron bien y qué les falta, cómo pueden mejorar. Nuestro trabajo es complejo porque nos toca ser las ‘verdugas’.

“La canción es la misma y solo cambia el estadio del concurso. Les enseñamos a hacer una interpretación más profunda, con más detalles y matices. Todo lo anotamos y les aconsejamos. Aunque defienda la misma canción, lo importante es que se crezcan cada vez”, explica López.

La cantante Luna Manzanares, quien aceptó el desafío de convertirse en presentadora del espacio, refiere que la experiencia ha sido increíble. “Esta es otra disciplina, no soy locutora. He vivido el teatro musical como actriz, atreviéndome, y mi vida profesional es cantar. La televisión tiene una dinámica diferente, pasan muchas cosas a la misma vez, y he aprendido mucho. El público ha sido muy generoso conmigo y me alegro por ello”.

Maikel Martínez asume la Dirección de Arte como parte del equipo de trabajo que repite la experiencia de otros proyectos similares. “Lo más relevante, creo yo, es que, al defenderse la misma canción en todo el concurso, hay que variar. Nuestro trabajo es, entre otras cuestiones, proveerles de elementos escénicos que les permitan no solo interpretar la canción, sino recrearse en una especie de performance que enriquezca la dinámica. Interactuar con otros elementos en la escena ha sido algo nuevo para muchos de ellos, y es parte de su crecimiento. Para nosotros también es un reto porque debemos imaginar lo que ellos necesitan para que cada una de sus presentaciones sea diferente”.

La sicóloga Delis Fernández se refirió al trabajo previo de “armar parejas”. Cada compositor eligió a su intérprete “y eso motiva un trabajo singular porque uno deposita confianza en el otro, y aquel debe sentirse seguro, con una autoestima bien colocada para representar a quien confió en él. Ha sido muy interesante el ambiente de compañerismo, de amor, de buenas energías, de inclusión que ha primado”.

Y concluye: “Competiciones de este tipo y similares, por lo general, generan situaciones complejas en cuanto a las rivalidades que se suscitan entre los participantes. Sin embargo, en esta edición del Concurso Adolfo Guzmán ha sido maravilloso percatarse de que los que se quedan se entristecen por los que se van, reconocen en sus canciones valores que también les hubieran permitido continuar en la próxima etapa, como las de ellos… y realmente es gratificante sentir que lo que se salva siempre es la canción, que la canción es la protagonista de todo lo que sucede, y que cada participante se siente defensor de ella, gane o no el premio”.