La carne de Virgilio Piñera en su revista Poeta

Cira Romero
27/9/2016

 

Virgilio Piñera llegó a La Habana en marzo de 1937, transportado en un camión —“viaje gratuito, pero infernal”, recuerda—,proveniente deCamagüey, donde su familia se había asentado años atrás. Traía el propósito de estudiar Filosofía y Letras. Concluyó la carrera en 1942, pero al no presentar la tesis como culminación de estudios, no se le consideró graduado. Sin embargo, para sostenerse económicamente, escribió varias para sus propios compañeros de curso. Doloroso, pero cierto. Al año siguiente al de su arribo a la capital, la sociedad Lyceum le brindó sus salones para un recital y fue presentado por José Antonio Portuondo, entonces su compañero de estudios en la mencionada carrera universitaria. Años después, el autor de Concepto de la poesía reconoció que, desde  aquellos años, “ya estaba el poeta que fue Virgilio”.

Combatiendo siempre no a favor, sino en contra de la escritura, y con el beneficio de estar como pez en el agua, Piñera se dio por entero a la literatura. Por entonces ya tenía una conciencia firme de su trabajo como escritor, pero lo asaltaban muchas dudas que lo angustiaban: ¿hacer, para repetir, lo que otros hacían?, ¿volver sobre los pasos de quienes ya lo habían hecho?, ¿emular con Baudelaire o Rimbaud? No. Virgilio Piñera  había nacido para ser un escritor irrepetible, como, en efecto, lo fue, y por eso todo el tiempo nadó a contracorriente, arriesgándose, perturbando a otros, perturbándose a sí mismo, escurriéndose, para que el misterio de su palabra brotara casi siempre sin ningún misterio, con la limpidez de quien, sarcástico, se burlaba de todos, menos de sí mismo. Pero, ¿acaso no seburló de sí mismo?

Con su poesía en la mano llegó a Espuela de Plata (1939-1941), revista dirigida, entre otros, por José Lezama Lima, donde publicó varios trabajos, entre ellos los poemas Estancias de los cuatro elementos e Invención, y  los ensayosPoesía y crimen, verdaderoarte poético, y Dos poetas, dos poemas, dos modos de poesía, dedicado a Muerte de Narciso, de Lezama, y Elegía sin nombre, de Emilio Ballagas. También colaboró en Clavileño (1942-1943), editada, entre otros, por Gastón Baquero, Cintio Vitier y Fina García Marruz, pero no estuvo en las páginas deNadie Parecía. Cuaderno de lo bello con Dios (1942-1944), también tutelada por Lezama y por el padre Ángel Gaztelu. El año 1942 fue, pues, impulsor de revistas y entre ellas estuvo Poeta, a cuyo mando estuvo Virgilio Piñera en los dos únicos números que vieron la luz: noviembre de 1942 y mayo de 1943.

En el número inicial de Poeta, quien firmó como “El Director”, Virgilio por supuesto, publicó la primera parte de su ¿editorial, declaración, proclama? que ha dado mucho de quéhablar en nuestros medios literarios: Terribiliameditans…, cuyas ideas completó en el número posterior y final. El documento comienza con el habitual desenfado de Piñera: «El desarrollo es como sigue: del síntoma (Verbum), se origina el sentimiento (Espuela); de este surge el disentimiento (Clavileño, Nadie Parecía, Poeta). El resultado es riquísimo, no mensurable. Pero con todo se puede ir hablando ya de esa ‘excepcional generación de 1936’». Y más adelante expresó: «Clavileño es la revista para la amistad», Nadie Parecía es «revista de catolicidad», mientras que Poeta, dice, «no está o va en contra de nadie [pues]

Es parte de la herencia de Espuela, familiar de Clavileño y Nadie Parecía. Solo que en este consejo poético de familia poética la salvación vendrá por el disentimiento, por la enemistad, por las contradicciones, por la patada de elefante. Por eso Poeta disiente, se enemista, contradice, da la patada y aguarda, a su vez, el bautismo de fuego. Poeta espera, necesariamente, el descubrimiento de su parte falsa.

Esta “parte falsa”, revelada “gracias al conocimiento de la parte verdadera”, afloró en la segunda parte de Terribilia…, causante de la escaramuza física sostenida entre Virgilio y Lezama frente al Lyceum, narrada, en su momento, por el primero, y quees bien conocida. Pero lo cierto es que entre tantos desacuerdos y acuerdos, en Lezama encontró el autor de La isla en peso “el necesario antagonista, el opuesto que nos ilumina a nosotros, el otro del cual necesitamos para comprendernos”, como ha dicho Antón Arrufat.

Si la revista Poeta ha trascendido, es precisamente por este trabajo, aun cuando en sus páginas aparecieron textos de otras figuras relevantes como la española María Zambrano, el propio Lezama, Cintio Vitier, Gastón Baquero y el poeta martiniqués Aimé Cesaire.

Poeta ha sobrevivido, insisto, por esta Terribiliameditans…, muestra del compromiso de su autor consigo mismo y con su concepción de la poesía, y también por esa manera peculiar, muy suya, con que Piñera, en cierto modo heredero del temido crítico Emilio Bobadilla (Fray Candil), enfrentó la poesía de sus contemporáneos, particularmente la de Lezama. Pero Terribilia…, más que una crítica a la poesía lezamiana, es un manifiesto, pues su tono beligerante, más que soliviantar ánimos ajenos, pretende provocar una rebelión no solo estilística, sino también ideológica, contra el dominio de un modelo que ya, para entonces, consideraba agotado o, por lo menos, indigno de imitación.