Creados por iniciativa de Fidel —como otras muchas obras de carácter social—, los Joven Club de computación y la electrónica celebran por estos días su aniversario 35. Conocedor de lo que significaban estas instalaciones en el ámbito popular, el Líder Histórico de la Revolución los llamó “la computadora de la familia cubana”. Hoy suman 644 centros en todo el país, los cuales dedican su quehacer a la creación de una cultura informática en la población cubana. Entre ellos destaca el Palacio Central de la Computación y la Electrónica, radicado en el municipio capitalino de Centro Habana.

Merecedora en tres ocasiones de la condición de Colectivo Vanguardia Nacional y de la Bandera Proeza Laboral, por solo citar algunos importantes reconocimientos, esta institución, fundada el 7 de marzo de 1991, se ha hecho eco desde su propia inauguración de los intereses y necesidades de los más de 500 usuarios que reciben diariamente sus servicios en los distintos espacios con que cuenta.

Palacio Central de la Computación y la Electrónica, fundado el 7 de marzo de 1991 y radicado en el municipio capitalino de Centro Habana. Imagen: Tomada de Internet

Odalys de la Nuez Licea, una de sus fundadoras, comenta:

Comencé a trabajar en el Palacio Central como recepcionista, a pesar de que era graduada del politécnico Eduardo García Delgado, en Máquinas computadoras electrónicas. Sin embargo, era la única plaza vacante en aquel momento. Poco tiempo después me dediqué a impartir clases y cursos relacionados con la computación y la informática a niños, jóvenes y adultos, que era el único servicio que brindaban los Joven Club en esos años iniciales. Informatizar a las familias fue la primera misión de estas instalaciones.

Actualmente es licenciada en Educación en la especialidad de Informática, y en su afán por ser cada vez más competente en su desempeño laboral y ofrecer mejores servicios a la población, cursa un doctorado sobre Ciencias de la Educación en el Centro Universitario José Antonio Echeverría (CUJAE).

La decisión de crear instituciones para aprender computación transformó la vida sociocultural de un número considerable de cubanas y cubanos, beneficiados con los diversos servicios que brindan los Joven Club. En ese sentido, De la Nuez Licea refiere:

A partir de aquel primer servicio, que se ha mantenido al ser nuestra razón de existir, hemos instrumentado otras muchas ofertas, dirigidas a satisfacer intereses y necesidades de quienes nos visitan asiduamente y de otros tantos que atendemos. Efectuamos la atención a nuestros usuarios por cualquiera de estas modalidades: presencial, semipresencial y a distancia a través de visitas a domicilios y vía online.

Es una realidad que en los tiempos actuales es mayor el número de personas que disponen de una computadora, un tablet o un teléfono móvil, desde los cuales pueden realizar múltiples operaciones. Sin embargo, existen en toda la nación otros miles de personas que requieren de nuestros servicios, y entre los más representativos están, por ejemplo, los Geroclub, que consisten en impartir clases y ofrecer cursos a los adultos mayores. No pocas de estas personas son egresadas de distintas carreras universitarias, pero mientras cursaban sus estudios no estaba generalizado el uso de la computadora.

“La decisión de crear instituciones para aprender computación transformó la vida sociocultural de un número considerable de cubanas y cubanos”.

Otro servicio de gran relevancia es la formación y atención a los Círculos de Interés, integrados en su mayoría por niños y jóvenes que pueden residir en cualquier comunidad, municipio y provincia del territorio nacional. Asimismo, la atención a los niños con talento.

Servicios de navegación y correo electrónico, gestión y copia de información, instalación de aplicaciones en computadoras o en otros dispositivos. Es bueno significar además que tenemos alianzas con diferentes organismos y empresas que nos permiten brindar, de conjunto, una amplia gama de servicios de gran utilidad para nuestros usuarios.

Contamos con un programa de juegos del que disfrutan especialmente niños, adolescentes y jóvenes, a quienes puede vérseles con bastante frecuencia en la sala principal de nuestra institución. Además de ser módicos los precios de estos servicios, se puede acceder a los mismos en el horario comprendido desde las nueve de la mañana hasta las ocho de la noche, de martes a domingo, porque los lunes el Palacio comienza sus actividades a la una de la tarde.

“Contamos con un programa de juegos del que disfrutan especialmente niños, adolescentes y jóvenes, a quienes puede vérseles con bastante frecuencia en la sala principal de nuestra institución”. Imagen: Tomada del sitio web de los Joven Club

Más adelante subraya que “los fines de semana, y principalmente los meses de receso escolar, son los de mayor afluencia de público, con una cifra aproximada de mil usuarios cada día”. Pero no han sido solamente los usuarios residentes en La Habana —o los que visitan este céntrico municipio— quienes han hecho uso de esta acogedora y hermosa instalación a lo largo de sus más de tres décadas de existencia.

Durante los duros meses de la pandemia, el Palacio Central, al igual que otros centros, cerró sus puertas al público. Sus trabajadores, en cambio, no cesaron las actividades y mantuvieron activas todas nuestras plataformas. Por esos días incrementamos los servicios a domicilio y a distancia.

Un miembro adulto de más de un centenar de familias acudía a nuestra instalación y en un dispositivo se llevaba a casa las teleclases y varias instrucciones académicas emitidas por el Ministerio de Educación.

Hay algo muy simpático, y es que por aquellos días y posteriormente, cuando comenzamos a ofrecer algunos servicios presenciales, llamó mucho la atención del público la presencia de un robot construido con recursos propios por trabajadores nuestros, que, colocado en la entrada principal, era el encargado de echar el agua clorada en las manos de quienes ingresaban a la instalación.

Como esta, otras muchas anécdotas guarda Odalys en su memoria, aunque no todas la hacen sonreír. Su rostro se ensombrece al narrar otro episodio vinculado, en esta oportunidad, con el trágico accidente en el Hotel Saratoga, ocurrido hace unos pocos meses. 

Aquellos momentos han sido de los más tristes y difíciles que he vivido. Por decisión de las autoridades del Partido y el Gobierno, fuimos elegidos para acoger a los familiares de las víctimas del trágico accidente. Echamos a un lado las responsabilidades cotidianas para sumarnos a las labores de psicólogos, médicos, enfermeras y todo el personal de salud pública que brindó una atención esmerada a aquellas personas desesperadas por conocer del hallazgo de algún familiar desaparecido entre los escombros. Fueron, y aún siguen siendo, días de dolor y duelo para los familiares y también para nosotros, que pusimos todo el empeño posible. Los 193 trabajadores del Palacio Central entregamos lo mejor que llevamos dentro, con el propósito de hacer un poco más llevaderas aquellas jornadas cargadas de incertidumbre y angustia.

Invitada al acto central con motivo de la celebración del aniversario 35 de los Joven Club, el pasado 8 de septiembre, Odalys de la Nuez manifiesta:

Sentí un inmenso orgullo cuando estuve al lado de Miguel Diaz-Canel, nuestro presidente. Junto a él se encontraban representantes del Secretariado del Partido y el Gobierno, de la Dirección Nacional de los Joven Club, que agasajaron a fundadores y trabajadores destacados de varias provincias del país. La ocasión resultó igualmente propicia para la cancelación de un sello postal alegórico a la fecha y la reapertura del Joven Club Central, fundado el 8 de septiembre de 1987.

Al preguntarle a Odalys qué han representado para ella estas tres décadas de trabajo ininterrumpido en esta institución, respondió:

En primer lugar, la formación y reafirmación de valores. El trabajo comunitario con personas de diferentes niveles culturales y estratos sociales, portadoras de problemas sociales de todo tipo, te permite crecer espiritualmente. Ese crecimiento se hace extensivo al aspecto profesional. Estos centros te dan la posibilidad de superarte, pues es el único modo de estar a tono con el dominio y empleo de las nuevas tecnologías que casi a diario surgen en el mundo de la informática y la electrónica. Estos 30 años me han hecho crecer, y mucho, desde el punto de vista personal y profesional.

“El trabajo comunitario con personas de diferentes niveles culturales y estratos sociales, portadoras de problemas sociales de todo tipo, te permite crecer espiritualmente”.

Finalmente asegura que si “la salud me lo permite con muchísimo placer trabajaré durante 32 años más”. Su permanencia, dedicación y su aporte continuo a la informatizacion de nuestra sociedad como vía hacia el desarrollo del país, la convierten en paradigma de un colectivo integrado “por tantas personas valiosas y entusiastas”. Así calificó Fidel a estos trabajadores en una de sus tres visitas al Palacio Central de la Computación y la Electrónica.

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