La creación y sus demonios

Lázaro Benítez Díaz
29/9/2016

¿Qué está sucediendo con la creación dancística en Cuba? ¿Los jóvenes coreógrafos tienen las herramientas necesarias para la creación? Un amplio sistema de eventos pretende, cada año, agrupar los saberes acerca de la creación en espacios y fechas determinados.

En tiempos donde los fantasmas se apoderan de las iniciativas y donde el “no puedo”, “tenemos que esperar”, se vuelven prácticamente las melodías de una sinfonía interminable, queda preguntarnos los motivos que impulsan a los creadores.

Nombres como Yoel González, Laura Domínguez, Osnel Delgado, George Céspedes, Norge Cedeño, Raúl Reinoso, entre otros tantos, ocupan los listados de coreógrafos jóvenes con trabajos creativos interesantes para el espectador. A pesar de la frescura y la osadía, los discursos, en muchas ocasiones, son reiterativos, sumándose a la espiral coreográfica que no nos lleva a ningún punto y solo marca el infinito, un vacío oscuro que provoca cuestionarnos por dónde va la creación coreográfica en nuestros días.

En tiempos donde los fantasmas se apoderan de las iniciativas y donde el “no puedo”, “tenemos que esperar”, “venga dentro de una semana”, se vuelven prácticamente las melodías de una sinfonía interminable, queda preguntarnos los motivos que impulsan a los creadores a plasmar en una pieza sus inquietudes.

El sistema de eventos, por llamarlo de alguna manera, propone una dualidad entre lo competitivo y expositivo según las características de cada uno de ellos. ¿Hasta qué punto influye esta dinámica en la creación coreográfica? ¿Es determinante el carácter del evento en el quehacer coreográfico de las compañías?

Yoel González, una de las voces jóvenes inquietas en la línea coreográfica, nos dice: “Los eventos competitivos, lejos de enriquecer el quehacer creativo, provocan en los creadores un círculo vicioso que los obliga constantemente a repetirse. Es muy triste cada año llevarse parte de los premios, en un lugar al que vienen tantos artistas internacionales y nacionales. Obtener un galardón es muy importante, porque te abre muchas puertas, te hace un artista reconocido y valida tu trabajo ante las autoridades a las que, hasta ese momento, les resultabas indiferente”.

Desde otra visión, Liliam Padrón, directora y coreógrafa de Danza Espiral, nos comenta: “El creador hace su obra por una necesidad espiritual, conceptual; por puro liberalismo, porque le da la gana. La posibilidad de promover la creación, sobre todo en los más jóvenes, a partir de un concurso, me parece válida; peor es quien crea obras o las monta solo para viajar al extranjero”.

Existen muchos coreógrafos que encuentran en los premios el camino más corto al estrellato, su obra se convierte en la necesidad de lograr el resultado deseado. ¿Qué sucede con esa obra premiada luego de terminado el certamen?

Existen muchos coreógrafos que encuentran en los premios el camino más corto al estrellato, sobre todo los más jóvenes, que comienzan a construir cimientos ante diferentes adversidades que se les presentan y su obra se convierte en la necesidad de lograr el resultado deseado. ¿Qué sucede con esa obra premiada luego de terminado el certamen?

Mercedes Borges Bartutis, especialista de danza del departamento de desarrollo artístico del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, nos explica: “Existe un problema en ese sistema de eventos que no permite que una obra de pequeño formato o un poco más grande circule, que sea visible al gran público fuera de ese espacio de confrontación. No existe un festival grande de danza contemporánea, solo tenemos Habana Vieja Ciudad en Movimiento, que es el único punto real para que los creadores y artistas de todo el país se encuentren, junto a otros amigos extranjeros. No existe un Festival Nacional e Internacional en la danza contemporánea como existe el Festival Internacional de Ballet”.


Foto: Archivo La Jiribilla

El reconocimiento por ciertas instituciones extranjeras, obliga al creador a moverse en otro campo. Al respecto, argumenta Ismael Albelo, crítico de Danza en uno de los programas del Noticiero Cultural: “La demanda y la preocupación de nuestras compañías danzarias por girar y mostrarse al mundo, obstaculizan que aquellos escasos interesados por la creación tengan tiempo y elementos para experimentar dentro de ellas: siempre hay que repasar el repertorio y todo se queda igual. Algunas compañías, ante la apatía por crear, resuelven las carencias con coreógrafos extranjeros, en muchos casos excelentes, pero no influyen en los jóvenes nuestros… ¡y todo se queda igual!

Sin embargo, otros creen que el problema parte de la organización de los eventos. Sobre esto, nos dice Noel Bonilla, director del departamento de desarrollo artístico del Consejo Nacional de las Artes Escénicas: “Pienso que en el sistema de eventos, no en todos, existe un interés manifiesto en potenciar la creación coreográfica. Con esto digo que no solo se resuelve la muestra expositiva, sino que deben existir mecanismos internos de pensar la creación, no es solo el workshop o la master class, sino ese sentido que Sandra Ramy describe muy bien como Cabaret de reparaciones imprevistas, pensar la danza como ese proceso de fabulación y reescritura transformativa y generativa”.


Foto: Kike

Liliam Padrón descubre otro de los problemas que atenta contra la creación coreográfica: “Convocar con tiempo tiene sus ventajas, pero somos muy finalistas para trabajar con tiempo, aparte de la falta de talento. En los concursos se hace evidente que muchas obras son trabajos de última hora que la falta de talento no perdona.

“Ciertamente, ha desaparecido el diálogo entre los creadores; a ninguno le interesa ver el trabajo del otro.Recuerdo las palabras de Manolo Micler en el panel dedicado a los 17 jóvenes que integraron en el año 61 el Conjunto Folclórico Nacional. Él nos decía: ‘En aquellos años, todos íbamos a ver el trabajo de nuestros compañeros: si bailaba Loipa Araújo en el Gran Teatro de La Habana, allá estaba el Conjunto Folclórico y el Conjunto de Danza Moderna. Así mismo pasaba si bailábamos nosotros, todos veíamos el trabajo del otro’”.


Foto: Archivo La Jiribilla

La certeza absoluta no la posee ningún creador contemporáneo. Lo interesante son los caminos que se recorren para contar dicha verdad, esa que, muchas veces, desaparece luego del acto de premiaciones, porque no es legítima, está guiada hacia un fin específico.

Se necesitan no solo eventos, sino espacios de análisis crítico sobre la obra expositiva, buscar caminos para crear un material razonable y de alta validez estética, espacios donde los creadores puedan confrontar criterios acerca de su obra y línea estética, así como impulsar coreógrafos que sustenten su trabajo sobre investigaciones y lecturas necesarias, y no solo en los movimientos virtuosos sin sentido.

Es necesario, en estos tiempos, proponer herramientas que ayuden a enriquecer los trabajos coreográficos. Debemos mover los cimientos de la joven vanguardia de coreógrafos cubanos, la que está surgiendo y la que conocemos, para autenticar la estética de una isla pobre, pero de grandes ideas.