La danza y el teatro unidos En el país de las sombras

Thalía Fuentes Puebla
30/10/2019
En el país de las sombras. Foto: Cubaescena
 

En esta edición 18 del Festival Internacional de Teatro de La Habana (FTH), la sala Las Carolinas acogió la trama de una historia que pone a la danza en el epicentro del espectáculo. De la mano de Compañía Memory Wax, de Suecia, y Danza Teatro Retazos, de Cuba, la puesta en escena juega con la ilusión que provocan las sombras. Inicia con una gran cortina blanca en el escenario, la sala oscura, y la irrupción de la música de fondo.

En el país de las sombras transcurre un viaje inolvidable de la mano de tres personas que buscan sus sueños. La principal característica de este espectáculo es la fuerte expresión visual, con un lenguaje directo y emotivo. “Una experiencia para los ojos, así como para el alma”.

Los bailarines crean las más disímiles formas a través del movimiento, la soltura de los cuerpos y los objetos presentes en la escena, creando efectos de proximidad, de cercanía. 

En el país de las sombras propone una forma de ver la realidad, una oportunidad de dar rienda suelta a la fantasía y los misterios que habitan dentro y fuera de las personas, acercarse a ellos, conocerlos y convertirlos en amigos y aliados.

Miguel Azcue, uno de los directores y coreógrafos de la obra, conversa con La Jiribilla sobre el reto que enfrentaron.

¿Cuán difícil resulta unir la danza con el arte histriónico?

La danza es una manifestación histriónica por naturaleza; la expresividad física del cuerpo es histrionismo también. Por otro lado, hoy día los límites entre las artes no son necesariamente rígidos. El artista incursiona en las posibilidades creativas y expresivas que ofrecen otras manifestaciones artísticas, otros campos del conocimiento y otras experiencias.

En nuestro caso lo vemos como algo natural, cotidiano, lo que no lo hace necesariamente fácil, más bien complejo y estimulante. Está en la visión de los artistas, intérpretes y coreógrafos qué elementos emplear e investigar en dependencia de los retos que se propongan y las necesidades creativas que surjan.

¿Cómo valora la escena teatral cubana?

Mi conocimiento de la escena teatral cubana es limitado y cualquier opinión que pueda dar en este momento será subjetiva e incompleta. Dicho esto mi impresión, basada en lo que he podido ver, es que existe un impulso importante en las búsquedas de formas propias que recojan y cuestionen contenidos, valores y retos de la sociedad y la actualidad del país. Una labor difícil, que requiere de análisis y comprensión profunda de cómo los procesos locales se producen y como se enmarcan en la compleja dinámica del mundo. Pienso que hay un alto nivel de preparación, vigor y compromiso, garantía de una escena teatral vibrante y diversa.

¿Cuáles son los puntos en común y las diferencias entre el arte escénico que se hace en Cuba y el de Suecia?

En lo que se refiere a la danza contemporánea independiente en particular, que es el medio que yo conozco más, diría que la danza en Suecia se cuestiona a sí misma su rol y su relación con el espectador, situándose en temas sociales desde una perspectiva existencial e individual.

Hay también una tendencia a alejarse de la narración y grandes expresiones dramáticas en favor de una emotividad austera, compartida en la intimidad interior, buscando también una dramaturgia a través del contacto sencillo y directo con el público y aludiendo tal vez más a la razón.

Pienso que en Cuba los temas y motivaciones son más inmediatos y cotidianos, ya sea en su función lúdica o crítica. La danza en Cuba, de manera general, es una danza sumamente vital y virtuosa, con una estética llena de sensualidad, colorido y ritmo, evidencia de la diversa riqueza cultural que la compone.

Es también una danza que goza del aprecio de un público conocedor y asiduo, quien disfruta de forma colectiva lo que se produce en el país. Pienso que en los dos casos hay un alto nivel de desarrollo en la danza contemporánea, aventurándose cada cual en sus propias vertientes y realidades.

¿Cuán difícil resulta hacer teatro en tiempos donde priman las nuevas tecnologías?

Es un gran reto, especialmente para las nuevas generaciones, quienes son las más expuestas y vulnerables al impacto de estas nuevas tecnologías. Como artista pienso que el mayor de esos retos es no perderse en la seductora multiplicidad de opciones que se abren ante uno, y recordar que son vehículos para expresar, satisfacer un contenido, una necesidad, una idea y no sus sustitutos.

El impacto de las nuevas tecnologías en las artes escénicas no es nada nuevo, siempre ha existido. Las artes escénicas están en constante transformación, y uno de los elementos de su desarrollo son las nuevas tecnologías que surgen y se incorporan. Pienso que las artes escénicas siempre tendrán un lugar importante en la vida de la sociedad, y que el reto es darnos cuenta de que en su fragilidad también radica su fuerza.

¿Cuál es el mensaje que quiso dejar al público cubano?

Despertar el interés por el otro, por las diversas maneras de entender y experimentar el mundo y por nuestra capacidad de transformarlo todo.

Memory Wax, liderada por Miguel Azcue y Johanna Jonasson, apuesta en su trabajo por una seria interrelación con la visualidad que pueden ofrecer los recursos tecnológicos. Con estas premisas, incluyen en el repertorio obras tanto para el público adulto como para el infantil. En las tres presentaciones en el FTH, recibieron de los espectadores la sala llena y un público expectante.