La enseñanza del ballet en Cuba: baluarte a preservar

Camila Novas García
6/4/2016
Fotos: Kike
 

La Escuela Cubana de Ballet —que colocó y fijó a Cuba en el mapa dancístico internacional— se distingue por un sello propio. Desde que Arnold Haskell en 1961 conceptualizara la existencia de la misma y profetizara un futuro brillante para ella, comenzó un arduo trabajo de consolidación, de investigación sobre los principales éxitos y la explicación de los mismos con el objetivo de preservarlos.

Una de las características por la cual es reconocida mundialmente es la impronta del baile masculino, el mismo posee un estilo que los identifica de otras maneras de bailar. La masculinidad en escena, la caballerosidad para con la dama con la que bailan, así como el increíble virtuosismo y desborde de dominio técnico, explosivos saltos e incontables giros, resaltan a la vista de conocedores y amantes de la danza. Algunos de estos éxitos en escena se deben a características innatas del cubano, las cuales se revelan en el campo de los estudios sociales y de las que nos sentimos muy orgullosos en cualquier tribuna; otras más específicas se deben a una constante y bien concebida preparación artística y física que viene desde la formación académica. El sistema de enseñanza del ballet en Cuba cuenta como ventajas el importante número de estudiantes del sexo masculino que optan por la danza, lo que permite crear grupos solo de varones y especializar el aprendizaje.


 

La masculinidad en escena, la caballerosidad para con la dama con la que bailan, así como el increíble virtuosismo y desborde de dominio técnico, explosivos saltos e incontables giros, resaltan a la vista de conocedores y amantes de la danza.Además posee un diseño teórico-metodológico de implementación y eficiencia. Para cada año de estudio de la Escuela Nacional de Ballet se han formado a lo largo de los años programas de estudio, orientaciones metodológicas que varían en dependencia de las prioridades del contexto particular; todo realizado por los más reconocidos especialistas en el tema. Sin embargo, las técnicas didácticas empleadas en el proceso de enseñanza de varones son perfectibles, ya que ellos presentan características somatotípicas y psicológicas diferentes a las hembras. Por experiencia propia puedo decir el reto que constituye la enseñanza a los del sexo masculino en todos los tiempos, y en particular en este, y me permito a la vez, aseverar la increíble satisfacción que constituye este proceso de enseñanza-aprendizaje cuando se asume responsablemente.


 

Es a la didáctica que se apela una vez más desde cada humilde tribuna que vele por el mejoramiento de un proceso de raíz inmensamente humana, creadora, curadora de almas, como lo es el arte mismo. Como una vez señalé: no es de humanos la inmovilidad. Ante la situación social actual, ante la necesidad ya planteada de preservar las conquistas alcanzadas en el ballet cubano, se impone un proceso de enseñanza-aprendizaje que estimule y propicie las alternativas didácticas para la enseñanza del ballet aplicadas a los bailarines hombres.

El sistema de enseñanza del ballet en Cuba cuenta como ventajas el importante número de estudiantes del sexo masculino que optan por la danza, lo que permite crear grupos solo de varones y especializar el aprendizaje.Estas urgentes reflexiones fueron sistematizadas en el marco del XXII Encuentro Internacional de Academias para la Enseñanza del Ballet, en conferencias magistrales ofrecidas por la Dra. Ramona de Saá (Cheri) bajo el título: Retos del ballet del siglo XXI. Grandes saltos, la cual contó además con el profesor José A. Candia, preparador físico de la escuela.

En magistrales observaciones, desde el análisis de un tema tan específico, de Saá dio muestras del ambiente propicio para el desarrollo de un bailarín de ballet, desbordándose desde la metodología y los saltos virtuosos de los varones en escena hacia el cómo enseñamos, cómo mejorar un proceso que constantemente apela a un enriquecimiento, un continuo pensar qué hacemos y cómo lo hacemos.

La profesora de Saá ha ofrecido a aquellos interesados en lo que constituye desde hace años el método cubano de ballet, importantes consideraciones sobre el mismo. Estas clases se convierten en un espacio abierto sobre la metodología cubana “al strike”, en los cuales se respira por parte de los oyentes un ambiente de agradecimiento y admiración hacia la escuela.


 

Es a la didáctica que se apela una vez más desde cada humilde tribuna que vele por el mejoramiento de un proceso de raíz inmensamente humana, creadora, curadora de almas, como lo es el arte mismo.En esta ocasión, bajo un estudio riguroso, se ha traído un tema de mucha actualidad: los grandes saltos ejecutados por los estudiantes varones, que, tal y como lo indica su denominación, son aquellos pasos que, en una demostración de virtuosismo y dominio técnico, realizan en el aire los bailarines. Válido es señalar que estos no son privativos de los bailarines del sexo masculino, algunas excelentes bailarinas han ejecutado determinados de ellos con igual calidad; lo que sucede es que la potencia muscular y el diseño osteomioarticular del bailarín hombre lleva a que los mismos contengan un nivel de espectacularidad mayor.

No pretendo acá recontar metodológicamente cada uno de los saltos analizados casuísticamente, pues lo que realmente motiva estas reflexiones es el sabor que dejaron dichas conferencias en pos del enriquecimiento personal de los presentes.

Parte de toda relación educativa es analizar cómo pensamos, reelaborar nuestras teorías, reafirmarlas. El proceso de enseñanza-aprendizaje debe permanecer bajo el cenital en todo espacio de discusión, debe considerarse el papel del mismo dentro del sistema educacional y el rol que juega la educación en la sociedad actual, moderna, sin límites a lo desconocido y con la necesidad de individuos más instruidos y educados que nunca antes en la historia de la humanidad. Parafraseando a nuestro Apóstol, debe contener este proceso la mejor forma de depositar en el alumno toda actividad humana que le ha antecedido. La enseñanza del ballet no escapa a esta perspectiva.


 

Se impone un proceso de enseñanza-aprendizaje que estimule y propicie las alternativas didácticas para la enseñanza del ballet aplicadas a los bailarines hombres.La Maestra Cheri en más de una ocasión recurrió, más allá del paso en sí, al cómo enseñarlo. Desde nuestro querido Fernando Alonso, quien instaura el método concéntrico como base de la metodología cubana del ballet, se apela a la idea de descomponer un paso antes de ejecutarlo, de ir a sus fases: de la más simple a la más compleja. La profesora apela a la visión del profesor de ballet de poder deconstruir el paso para luego reconstruirlo. Sin embargo, este proceder tiene un componente físico, de acción; y uno psíquico, de entendimiento. Igualmente hizo hincapié en que el alumno entienda el movimiento en pos de que no lo repita mecánicamente.

Este proceso que pareciera lógico en un primer acercamiento, se ve comprometido muchas veces por la capacidad de comprensión del alumno. A ello se suma el nivel de comprometimiento con la disciplina que posee el mismo; no se es bailarín en la hora y media que dura la clase de ballet, se es bailarín las 24 horas del día.

“Tenemos que insistir mucho en hacerlo un poco intelectual”, devela Cheri. Aquí insiste en la capacidad de ese alumno de tener un conocimiento a cabalidad del paso específico, pero además, de la preparación intelectual del mismo y de la capacidad de beber culturalmente de cuanto lo rodea para esa preparación ideal.

Además insistió en el respeto mutuo que debe existir entre estudiante y profesor. Refiriéndose al trabajo con adolescentes, del cual observa que es más delicado producto de las complejidades propias de la edad, decía que hay que ser firme, exigente, pero comprensivo: “Una clase de ballet no puede bajarle la autoestima al estudiante”.

Entre los retos actuales, también apeló al fenómeno de las nuevas tecnologías y su tendencia al alejamiento de los sujetos por estar absortos en ella; comentaba sus experiencias cuando ve a una familia entera sentada uno al lado del otro, y cada uno de sus integrantes completamente absortos en sus dispositivos electrónicos. Alerta sobre la importancia de no dejar a un lado estos fenómenos, pues ese es el alumno que tenemos hoy en clases, con el cual hay que trabajar hasta obtener lo mejor del mismo.