La familia Abril está de cumpleaños. Cuarenta años de una editorial

Paquita Armas Fonseca
30/6/2020

Cuando nació la Editora Abril cuarenta años atrás, un primero de julio, yo trabajaba en la revista Somos Jóvenes. Tuve suerte, un equipo de reconocidos profesionales, encabezado por Guillermo Cabrera y otro grupo de periodistas con un camino por recorrer, integraban el colectivo que, con atrasos a veces, colocaba en el mercado una publicación popular, especialmente entre los jóvenes, a quienes se dirigía.

Luego pasé a El Caiman Barbudo, allí hice y dirigí el periodismo polémico y revolucionario que creo debe acompañar nuestro proceso social. Por esos cinco años de mi vida (lo he dicho muchas veces) valió la pena estudiar y dedicarme a “la profesión más linda del mundo”, según García Márquez.

Por una historia que no viene al caso, luego trabajé en Radio Reloj, de lo que no me arrepiento, aprendí a decir mucho en una línea, quizás una de las cosas más difíciles de conseguir.

En un diálogo entre Fidel e Iroel Sánchez revivió la Editora que casi se había desintegrado por falta de papel, a raíz del período especial. Iroel me arrastró a echar a andar la revista Pionero. Todo un reto y, como me gustan los desafíos, lo acepté; no fui yo sola, volvieron otros integrantes de aquel colectivo, con seis revistas y un departamento del libro.

Un tiempo después pasé a Alma Mater hasta que, en un encuentro del colectivo caimanero, decidieron darme la bienvenida a mi querido Saurio. Y en él sigo, (con algún roncito) mediante y discusiones de todo, ¡todo el tiempo!


 

He hecho este cuento, así en primera persona (que me critica un buen amigo) porque he amasado cuatro de las seis revistas de la Editora, he colaborado con las otras dos y respeto muchísimo a profesionales de las otras publicaciones por su audacia y sapiencia.

Incluso, cuando Iroel pasó a dirigir el Instituto Cubano del Libro, bajo su tutela nació La Jiribilla y él llamó, por supuesto, a unos cuantos integrantes de esa gran familia que tiene por apellido Abril.

Ahora, lector, te dejo con opiniones de integrantes de ese colectivo, hay directores, periodistas, diseñadores, etc. Ellos terminarán estas líneas al responder una mini-encuesta que hice:

“Una mezcla de aprendizaje y tenacidad, eso significó para mí el trabajo en la Editora Abril. De veteranos como Alex Pausides y Ernesto Padrón mucho aprendí, también de todo lo que en esos años allí leí como editor, desde la postcrítica de Maggie Mateo a la poesía de Carlos Augusto Alfonso. Y de la modestia solidaria de Jorge Risquet, confiándonos ediciones históricamente trascendentes, cuando muy pocos libros se publicaban en el país. Había que ser tenaz para, en aquellos duros años noventa del siglo XX, intentar hacer libros; pero los hicimos. Luego, sacar adelante nuestras revistas en una tirada y una frecuencia que permitieron rescatar la relación con sus públicos; la sensibilidad y claridad invencibles del tenaz en jefe, Fidel, a quien solo hubo que explicarle una vez lo que intentábamos, nos ayudó decisivamente a lograrlo” (Iroel Sánchez).

“Me tocó estar en el piten que asistió al parto de la Editora Abril. Estuve y estoy orgulloso de ser uno de los que creyó posible y necesario asumir aquel reto. Aprendí mucho más de lo que aporté. Fui y soy un leal integrante de esa pandilla de buenos locos, que todavía me soportan. Si volviera a nacer, volvería a ser cómplice de ese parto. Solo me quejo hoy de no haber participado en todas las locuras, estuve en los primeros pasos, aspiro a estar hasta el último” (Jorge Oliver Medina).

“Para mí significó libertad creativa en primer lugar, la posibilidad de profundizar en el periodismo científico, en el periodismo de investigación, de contribuir a formar nuevos periodistas científicos y construir una propuesta desde el diálogo. También la Editora Abril me ha obligado a tener una actitud favorable a la innovación permanente. Cuando se tienen apenas los recursos básicos y a veces ni esos, no queda otro remedio que buscar maneras diferentes para lograr nuestro propósito, que es servir al público, atender sus necesidades de información y conocimiento” (Iramis Alonso).

Fotos: Cortesía de la autora
 

“La Editora Abril es exactamente eso: una casa, a la que, una vez dentro, no se deja de pertenecer nunca. Es el espacio donde se encuentra esa capacidad de hacer un periodismo colectivo sin dejar que se escuche nuestra propia voz. Un proyecto que me regaló grandes satisfacciones profesionales, pero sobre todo grandes amigos. Amigos del alma” (Mayra García Cardentey).

“Integrarme al equipo de la Casa Editora Abril, en 1998, en la revista Pionero, entonces dirigida por Diana Lio Busquet, y con Paquita de editora, fue el momento en que mi vida profesional se hizo coherente, en un ambiente laboral de mucho trabajo y mucho aprendizaje. La maestría de la Paca y la energía de Diana me hicieron ver que el periodismo era otra cosa, y no la idea romántica que hasta entonces tenía del oficio. La Casa Editora Abril me mostró mucho de lo bueno del oficio y mucho de lo mejor de esta Isla” (Ernesto Pérez).

“Trabajar en la Editora Abril fue una fiesta. Los invitados, Iroel Sánchez y por supuesto la tropa del Caimán: Fernando Rojas, Bladimir Zamora, Fidel Díaz Castro, Joaquín Borges Triana, Armandito y cuanto colaborador pasó y se quedó un rato en nuestra redacción” (Manuel Henríquez Lagarde).

“Significó aprendizaje constante, crecimiento profesional, capacidad de renovación. Integrarme a una nueva familia en la que aprendí a disfrutar los éxitos de todos y en las dificultades, trabajar juntos para solucionar los problemas. Consagrarme a una labor que amo” (Adela Moro).

“Haber trabajado para la Editora Abril fue una de las mejores experiencias en mi vida profesional y personal. Allí me formé como artista e intelectual. Allí coseché amistades de esas que quedan para toda la vida. Desarrollarse en la carrera que a uno le gusta, de la mano de profesionales a los que se ha admirado toda la vida, no tiene precio y lo agradeceré siempre.

“La editora abril llegó a mi desde mi niñez a través del semanario Pionero y de las revistas Zunzún y Pásalo. Le pedía mi tía Berta que me leyese los cuentos de Zunzún (incluso cuando ya sabía leer). Me encantaba como ella los narraba. Los viernes corría al estanquillo a comprar Pionero y tomaba dos: uno para coleccionarlo, otro para leerlo y recortar las imágenes que me gustaban, los juegos, historietas, etc. Lejos estaba de imaginar que un día trabajaría para esas mismas páginas.


 

“Llegué a la editorial en los noventa. Deseando colaborar con sus publicaciones y ver mis dibujitos publicados. Pero eran los tiempos del período especial, muchas revistas habían dejado de salir y otras habían reducido sus páginas. Sin embargo, me acogieron, me aconsejaron y me apoyaron. Más tarde, cuando resurgió Pionero, me brindaron la posibilidad de ser uno más en el equipo. En Pionero ilustraba, hacía historietas, escribía guiones. Allí creció mi personaje más querido: “Tito”. También allí nacieron “Clio y su mochila mágica”. Pero no solo eso, en Pionero descubrí mi faceta de comunicador, periodista y divulgador. Más tarde me uní a la familia formada por el colectivo de Zunzún. Familia de la que aún me siento parte. ¡Soy un zunzunero!” (Maikel García).

“En la Editora Abril está transcurriendo (porque aun lo soy) mi juventud. Se han ido construyendo mi formación y desarrollo profesional. Allí están mis mejores amigos, mis maestros y a quienes he podido transmitir algo de lo que sé. Con mis colegas de Abril he cumplido sueños profesionales y he sufrido amargamente la falta física ya de unos cuantos. La Editora Abril me ha visto crecer y ha visto crecer a mi hija. Es una gran parte de mi vida. Física y emotivamente” (Otane González).

Una familia grande. Feliz de estar siempre en este colectivo, donde crecí espiritual y profesionalmente; donde nos cuestionamos todo y buscamos soluciones en colectivo para, al final, brindar a nuestros niños y jóvenes lo mejor en cada una de nuestras publicaciones. Felicidades para todos los que tienen ese poquito de Editora Abril dentro” (Irenia González).

“La Casa Editora Abril me abrió sus puertas en el año 2000 como la mejor de las madres, a ella le debo lo que soy hoy. Aprendí lo que era el mundo de la computación, algo que para mí era totalmente nuevo. Me permitió hacer una carrera universitaria y un diplomado de periodismo digital. Me enseñó a crecerme en los momentos en que hacía falta y a hacer todo lo que fuera necesario, aunque no tuviera que ver con mi profesión; incluso me dio la oportunidad de ser su líder sindical y por un buen tiempo. ¿Cómo no agradecerle y sentirme orgullosa de ser parte de este colectivo ya por veinte años? Feliz aniversario” (Yamilé Castellanos).

Con la Casa Editora Abril consolidé mi vida profesional. No fui de los que la fundaron, pero llegué siendo ella menor de edad. Largas jornadas de trabajo, eventos, exposiciones, congresos, festivales y ferias del libro enriquecieron mi currículum. Asumí diversas tareas y responsabilidades, pero siempre primó la entrega y el compromiso porque la Casa Editora Abril es eso, su colectivo ha sido y es extraordinario” (Ana Clara Verdecia).

Para mí fue una escuela, cuando empecé en 1979, solo cumplía otra tarea de la UJC; pero después, al pasar los años, supe que lo que aprendí y viví me serviría para toda la vida y así ha sido. Además, conocí maravillosas personas que me ayudaron y enseñaron en todo este tiempo. Hoy tengo hermanas y hermanos, más que amigos, y estoy muy orgullosa de haber contribuido con mi trabajo a lo que es hoy la Editora Abril” (Doris Brandford).