La fantasía erótica de Venus en las tablas

Thalía Fuentes Puebla
25/10/2019

Un hombre y una mujer, el amor y el odio, la seducción y la negación, todo confluye en la misma cita amorosa. Los juegos eróticos y el deseo se unen en la obra Venus, para hacer reflexionar sobre los papeles que representamos en la vida cotidiana y establecer fronteras entre fantasía y realidad.

Obra Venus, en el 18 Festival de Teatro de La Habana. Fotos: Ariel Cecilio Lemus
 

La sinopsis: un hombre y una mujer marcan un encuentro para vivir una fantasía erótica de dominación y sumisión. Él desea ser sometido, ella acepta el desafío. Él y ella inmersos en un territorio desconocido y, en el umbral entre el dolor y el placer, comienzan el juego en el cual cada uno declara sus principios, pero los límites y las reglas permanecen indefinidos.

La seducción comienza por el placer físico, por la atracción y el deseo, y al no cumplir su objetivo, ella lo intenta por el plano intelectual y comienzan así una disputa de criterios. Después, lo negro pasa a ser blanco, el deseo pasa a ser confianza, se traspasan los límites de lo físico y los sentimientos comienzan a encontrarse. Los dos seres se funden en uno. Lo que inició como un juego termina siendo una realidad. 

El formato site-specific llega a Cuba para mostrar una forma diferente de hacer arte, donde la arquitectura de los espacios determina la escenografía y la ambientación del espectáculo. Los actores invitan al espectador a ocupar un mismo ambiente, que durante los días 20 y 21 fue un pasillo de la Casona del Rita Montaner. Las sillas dispuestas para que todos fueran parte de la escena, puertas utilizadas en correspondencia con los intereses de la obra, complementado con un juego entre las luces y la oscuridad. Todo, en conjunto, denotaba un contexto de intimidad. 

 

Esta disposición del público alrededor de la escena posibilita que las reacciones y los gestos de los espectadores sean percibidos e incorporados al performance; así, el público participa no solo como voyeur de un misterioso y sensual encuentro, sino también como cocreador del acontecimiento teatral.

“Es una actividad de comunicación entre actores y público, no es un lugar físico, puede ocurrir en cualquier lugar”, asegura al hablar de Venus Rafael Steinhauser, uno de sus actores.

Él pasa a ser de ella, ella pasa a ser de él y el goce físico se convierte en goce espiritual. Dialogan las miradas, las palabras de un libro que describe las relaciones entre hombres y mujeres, con puntos de vista machistas. El público espera con ansias cada reacción, cada respuesta sumisa y cada instante de desesperación.

 

El montaje estuvo a cargo de los actores Ana Carolina Godoy y Rafael Steinhauser, dirigidos por Luiz Fernando Marques, especialista en site specific. La obra se inspira en el libro La Venus de las pieles, de Sacher-Masoch, en el texto Venus in Fur del autor estadounidense David Ives y en la película homónima del cineasta polaco Roman Polanski.

El grupo brasileño presenta un tema tabú desde una mirada contemporánea. Muestra cómo las relaciones parten de un punto y, cuando no se establecen los límites, se transforma, y el victimario pasa a ser víctima de su propio juego.

Diversos campos del saber y de las artes se unen en un mismo espacio: el drama, la literatura, la plástica, el sicoanálisis, la psiquiatría, la filosofía y la sociología.

Venus muestra cómo el teatro es el escenario idóneo para conjugar ideas, para mostrar realidades, para transformar. El mensaje es claro: “solo permitimos que nos dominen si lo deseamos”.

 
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