Con La hoja y el cuerno, Arturo Arango presenta una desconcertante oda a la ficción. El texto, en dos partes, ofrece dos relatos híbridos entre las formas del epistolario, el diario de investigación, el testimonio, el guion cinematográfico e incluso las notas al margen de un guion que se integran al cuento, creando una forma específica generadora de profundidad dramática y discursiva.

“La mejor manera de contarlas sería alejándonos de lo que parecen ser, y construir una ficción sobre cómo Arturo Arango llegó allí”.

Cada una de estas partes se corresponde quizás con algo infrecuente o poco estudiado, pero no una rareza, que podría llamarse adaptación cinematográfica al revés. En todo caso son el desquite de unos personajes que siguen vivos en el papel, pugnando todavía por ver la luz de la pantalla alguna vez o, en el caso de los que ya fueron privilegiados con el rostro de un actor, permanecer vivos. Son como el making of de la escritura de un guion cinematográfico, el museo vivo de un proceso creativo y la clase interactiva de escritura de guion con la que quizás ni el mismo autor, narrador, ensayista, guionista y docente se ha atrevido a soñar. La mejor manera de contarlas sería alejándonos de lo que parecen ser, y construir una ficción sobre cómo Arturo Arango llegó allí. Pero esas son las ficciones que él mismo cuenta en estas páginas, y sería demasiado complejo arrebatarle mayor verdad al personaje que crea de sí.

La primera parte, “En la hoja de un árbol”, es la ecléctica adaptación literaria de un guion de cortometraje inédito que, en su génesis, debía dirigir Gerardo Chijona y que antes fue un cuento. O sea, tiene dos textos antecedentes. Ofrece el privilegio de acceder a lo más íntimo de la juventud de un hombre que muchos años después ofrece a Arturo, en calidad de amigo, escritor y personaje real, sus opiniones sobre dicho guion. Juega con la ilusión que tenemos todos de reescribir, reparar o revivir un pasado doloroso cual, si de un sueño se tratase, o mejor, de tener quien te sueñe o reescriba para no despertar con resaca, y seguir mirando hacia adelante.

La segunda, “El cuerno de la abundancia”, es una trasposición del guion del largometraje homónimo a una pieza literaria en la cual los presuntos Juan Carlos Tabío y Arturo Arango se encuentran en pleno hallazgo, construcción e investigación del contexto y personajes “reales” de la película. Relata, con variaciones, reflexiones y sorpresas, los mismos conflictos de la película desde un punto de vista aparentemente más objetivo. Ambos personajes transforman sus experiencias en material dramático, al tiempo que el protagonista, en la voz de la persona que apenas comienza a ser ficcionalizada y el rostro del reconocido actor Jorge Perugorría, se les hace cómplice.

Cartel de El cuerno de la abundancia.

Se trata de un libro disfrutable por cualquier lector. Pero un narrador, guionista, director cinematográfico, o cualquiera que aspire a contar una historia, encontrará otro nivel de provecho. Ambos textos generan reflexiones esenciales y casuales como: ¿cómo ve el cine un guionista?, ¿cómo lo ve un director?, ¿cuándo y cómo comienza un proceso de escritura?, ¿cómo se convierte una persona en personaje?, ¿qué personaje merece formar parte de la ficción?, ¿qué se busca en un actor?, ¿qué es lo verosímil?, ¿cómo es posible que en pleno proceso de investigación y escritura un personaje le exija al guionista que le explique en qué consiste su profesión, e incluso lo aconseje?, ¿la realidad cubana es costumbrista?, ¿qué importancia tiene para un guionista comprar una ristra de ajo?

“Se trata de un libro disfrutable por cualquier lector. Pero un narrador, guionista, director cinematográfico, o cualquiera que aspire a contar una historia, encontrará otro nivel de provecho”.

Si la existencia de la antimateria solo ha sido demostrada por haberla obtenido de forma artificial en laboratorio, La hoja y el cuerno es un laboratorio sobre la ficción como antimateria. Demuestra que ficción y realidad se estimulan mutuamente porque están hechas de una misma noble y moldeable sustancia: ilusión; que la realidad no es más que una ilusión y que, más que hacerle cultos o pretender mostrarla tal cual, habría que saber que no existe y entonces reinventarla, crearla. Es un libro sobre la necesidad de enfrentarnos a nuestros miedos y la posibilidad de autocrearnos, sobre las aspiraciones más básicas del ser humano y sobre cómo la ficción nos antecede y habita este mundo más allá de nosotros. Si somos escritores, es también la oportunidad de soñar que un día esa ficción nos será susurrada fácilmente.

*Leído en la presentación de La hoja y el cuerno, Centro Dulce María Loynaz, 29 de abril de 2022.

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