La huella sin rastro aparente

Gladys D. Nápoles García
15/11/2018

“El primer paso hacia la filosofía es la incredulidad”
Denis Diderot

Muchos filósofos a lo largo de la historia han sido tildados de locos, de embusteros de la palabra, de pensadores ambulantes; sin embargo, han trascendido en el tiempo, ya sea por la duda generada acerca de su existencia y de lo que en alguna ocasión estos proclamaron, o al convertirse en objeto de motivación para alcanzar un saber más alejado de la mera creencia. Ser continuadores de esa herencia, que promueve la búsqueda de nuevas ideas y el acercamiento a disímiles códigos de pensamiento, hacen del Día Mundial de la Filosofía un acontecimiento perdurable en el contexto contemporáneo.

Foto: Internet
 

Consciente o inconscientemente, cada hombre es un sabio —parafraseando al autor italiano Antonio Gramsci—. Con esta premisa muchos docentes hoy asumen el reto socrático[1] de superar la inagotable ignorancia humana compartiendo la filosofía[2]. Tal es el caso de los que actualmente forman parte del claustro de profesores de la Universidad de las Artes (ISA), quienes en cada clase asumen un grupo de iniciativas que hacen del aprendizaje un divertimento.

Ejemplo de ello es el Evento de Reflexión Estética y Filosófica en las Artes, que arriba el próximo año a su octava edición, así como el proyecto Quibúho, que han servido no solo para enriquecer el acervo cultural, sino para renovar los métodos educativos. El primero es un espacio que pretende integrar las herramientas teóricas obtenidas en el proceso de enseñanza de las disciplinas mencionadas y de otras que se imparten de manera conjunta, además de interrelacionar contenidos estéticos y filosóficos con elementos de las diferentes manifestaciones artísticas, dejando una brecha a la creación que reflexiona y hace reflexionar al otro. El segundo, una especie de peña con perfil amplio que intenta el acercamiento espontáneo del alumnado a los profesores, mediante el intercambio de información de variadas esferas del conocimiento, y en diverso formato. Vías que han propiciado que el arte joven cubano se establezca como un arte despierto[3], que graciosamente no percibe hasta su constitución en sí, las huellas que en él quedan de varias generaciones de grandes pensadores.

 

Notas:
 
[1] Alusión al filósofo griego Sócrates, según el cual  la virtud resultaba innata en el hombre; de tal modo el maestro se encargaba de sacar fuera esos valores, más que de enseñarlos.
[2] Traducida del latín y el griego como amor a la sabiduría.
[3] Retomando la distinción entre dormidos y despiertos que hace el filósofo griego Heráclito, catalogando a estos últimos como los que se cuestionan, interrogan la realidad y pretenden hallar la verdad.