La Jiribilla o la constante inquietud

Laidi Fernández de Juan
29/4/2016

Aunque no pueda precisar con exactitud el momento en que comencé a colaborar con La Jiribilla, sí recuerdo los motivos que me condujeron a convertirme en columnista de dicha publicación. Yo llevaba más de cinco años reseñando libros para Cubaliteraria, en una sección llamada “A manera de cartas”, mediante la cual me comunicaba metafóricamente con autores que no conocía, algunos de los cuales, incluso, habían fallecido mucho antes de mi comentario. Mis epístolas eran editadas por la inquieta Sandra Álvarez, desde los tiempos en que el Instituto Cubano del Libro radicaba en el Palacio del Segundo Cabo.


Ilustración: Archivo de La Jiribilla
 

Nirma, quien por esos días (más o menos 2011 o 2012) todavía estaba al frente de La Jiribilla, y con quien yo mantenía relaciones cordiales, aprovechaba cada momento en que yo acudía a la casona donde trabajaba mi buena amiga Helen Hernández Hormilla, para proponerme que me incorporara al colectivo que funcionaba bajo su mando. Pasé mucho tiempo valorando la posibilidad de “cambiarme” de una publicación a otra, ya que debía decidirme por una sola, habida cuenta que en esos momentos conservaba mis funciones de médica, alternando con las de escritora. Por razones que no es menester detallar, en medio de una Feria del Libro en La Habana, decidí dar por finalizada mi participación asidua en Cubaliteraria, y de pronto me quedé sin trabajo estable en cuanto a mi atrevido afán por incursionar en la crítica literaria. Pasados unos meses, recordé la propuesta de Nirma, y me presenté en su oficina.

Ella, incansable trabajadora, siempre estaba a cualquier hora, de modo que me senté frente a ella y le dije: “¿Mantienes tu ofrecimiento, a pesar del tiempo que llevo declinándolo?”. Nirma se limitó a sonreír, como quien dice: “Sabía que algún día aceptarías”. Esa misma semana comencé a enviar reseñas de libros.

Desde entonces, colaboro con La Jiribilla al menos tres veces al mes, según sean el ritmo de mis lecturas, los eventos que se avecinan, los sucesos que ya pasaron, pero que pueden implicar cierta importancia para la cultura, y confieso que guardo los trabajos en una carpeta cuyo significativo nombre es “Mi empleo fijo”. Es así como me siento con respecto a esta publicación: su constancia, seriedad, la profundidad de la labor que realizan todos sus trabajadores, la delicadeza que profesan hacia quienes colaboramos en ella, la educada (y casi exclusiva, debo añadir) forma en que comunican acuses de recibo, documentos legales, comentarios, solicitudes de trabajos; todo ello hace que, atrevidamente, me considere integrante del colectivo jiribilloso.


Tapiz: Archivo de La Jiribilla
 

Durante toda mi vida de escritora he tenido la suerte de contar con muy buenos profesionales de la edición, y esta fortuna alcanza los medios digitales en los que he trabajado. Por razones de espacio, me limitaré a tres editoras cuya dedicación aprovecho para hacer pública: Sandra Álvarez (de mis tiempos de Cubaliteraria), Xenia Reloba (de la extinta Cuba Contemporánea) y Sheyla Valladares, con quien trabajé hasta hace apenas unos meses, precisamente en La Jiribilla. A todas ellas, mi gratitud.

Para finalizar el elogio a “Mi empleo fijo”, debo añadir otra cualidad: la inquietud. La juvenilia que aquí labora (otro mérito), realiza una búsqueda permanente de temas que movilicen opiniones, indaga acerca de posibles temáticas que susciten interés, acude a presentaciones, lanzamientos, conciertos; solicita colaboraciones de las más disímiles naturalezas: todo a favor de lograr una revista atractiva y actualizada. Vemos a estos jóvenes periodistas revoloteando de salones en salones, muchas veces sin los recursos materiales que necesitan, sin grabadoras ni micrófonos ni medios de transporte adecuados y, sin embargo, cumplen con la tarea de transmitir frescura, novedades.

En este 15 aniversario, vaya a quienes fundaron, a quienes consagraron muchos años de su vida, y a aquellos que aún permanecen en La Jiribilla, mi franca felicitación y mi agradecimiento de empleada.

PD: ¿Alguien puede decirme cuándo tendremos otra vez la publicación de papel?