La oración del coco y el bambú

Raydel Araoz
1/6/2020
Raydel Araoz. Foto: Tomada de Juventud Rebelde

 

Raydel Araoz (La Habana, 1974) ganó en 2003 la Beca de Creación Onelio Jorge Cardoso del concurso de cuento La Gaceta de Cuba con el cuento “Las fiebres”. En el 2006 ganó la Beca de CINERGIA para el desarrollo de guion de largometraje de ficción con el proyecto Los Hechos. En el 2015 ganó el premio nacional de ensayo Alejo Carpentier de Cuba con su libro Las praderas sumergidas. Un recorrido a través de las rupturas. Ha publicado, entre otros, ­­­­­­­­­Casa de citas (Letras Cubanas, 2014); Las praderas sumergidas. Un recorrido a través de las rupturas (Letras Cubanas, 2015); Imagen de lo sagrado. La religiosidad en el cine cubano de la República (1902-1959) (ICAIC, 2017); Paraninfos. Muestrario, ensayo, historización y augurio de las rupturas líricas a través de un siglo y cuarto de poesía (Capiro, 2017) en coautoría con Mercedes Melo.

 

 

Es solo en el vacío

donde se halla lo que es verdaderamente esencial.

Lao Tse

 

El ojo del hombre ve a Dios solo entre lágrimas de tristeza o regocijo.

Refrán de Ogbe Irosun

 

Cómo atrapar un pez

A veces intento imaginar en la pintura china el paisaje desde donde partió mi bisabuelo, pero solo tengo por herencia una copa, y un padre nuestro para buscar el equilibrio entre el cielo y la montaña.

Mi bisabuelo, que huyendo del Mandarín, en vano ocultó el bosque de bambú en el cañaveral, y no dejó por apellido ni Li, ni Zhāng, ni Feng, sino Valdés.

Cada día, mientras se lavaba la cara, una carpa se le escurría de las manos con un canto inaccesible para sus hijos.

 

Dragón y leopardo

He visto a mi padre llegar en un barco sin memoria con un agujero de la guerra.

Un ruido de tambores drenaba de su herida

y en la noche la familia que no pudo sostener bailaba alrededor de su amnesia. Si recobraba la razón decía:

Soy hijo de dragón y de leopardo

tengo los pulmones engarzados a una cruz encendida como espada y

oración.

He llegado de Tierra Santa soplándolos como un fuelle.

Escucha.

Escucha y mira

el rugido del leopardo

el fuego del dragón.

Y el cráter de su sien

inflamado como una chimenea

proyectaba las sombras chinescas de su silencio en la pared.

 

El camino de Chuang Tzu

Mi abuelo conoció El camino de Chuang Tzu por la traducción del monje Thomas Merton. Le gusta imaginar que cuando los vicecancilleres del príncipe Chu encontraron a Chuang Tzu en las márgenes del río Amarillo, el maestro pensaba en el caballo-dragón que emergió ante el rey Fu Hsi.

Jugaba Chuang Tzu con una vara a escribir trigramas sobre el agua como si ese gesto devolviera al río la escritura prestada hace tres mil años a Fu Hsi.

Y terminó de agitar el trigrama K´un[1] (tierra) cuando se refirió al agua:

 

¿… es acaso mejor otorgar la propia vida

y dejar atrás una concha sagrada

como objeto de culto

en una nube de incienso

durante tres mil años?

¿o será mejor vivir

como tortuga vulgar

arrastrando su rabo por el cieno?

 

Mi abuelo, que solo conoció a Chuang Tzu por las palabras de Merton, solía repetirle al padre “fuimos como la tortuga vulgar, pero no me quejo”, mientras aquel rezaba su rosario como un monje trapense y comulgaba los domingos.

Para mi familia China siempre fue un asunto literario.

 

Misa negra

I

–Vuelve al reflejo, Sombra.

 

Tu ojo de escorzo me mira desde la copa,

trae una máscara de luna

y en sus cuencas

el barco que antes fue un velero zozobra en las inmediaciones del cirio.

 

Ahora que nos hemos acostumbrado a la luz, recemos.

 

II

 

Detrás de la planimetría del fuego, el ido pronuncia:

–No importa si nos llaman Valdés

todos hemos venido por mar.

Y las velas del barco se incendian con mi rezo

como las alas de Ícaro inflamando la bóveda celeste

mientras nos señala, con su firma, el límite y el precio.

Caen en coronación

–…y en coronación,

bajan los seres                               

abren las compuertas de los ditirambos con sus voces

…y en coronación,

en coronación,

ya viene un ser

con sus noticias del otro reino donde todos están a un paso de ser Inzambi

o no ser.

 

III

En un gesto curvo levanto con mi copa:

a la luna,

al ido

y a mi sombra.

Los alzo por encima de mi Lerí,

en ese trazo invertido que los regresa al espacio,

y los bebo.

Luego soy cráter,

ojo poroso para las posesiones de la danza.

Una capa amarilla pasa frente a mis ojos en forma de cola de dragón,

velamen que a la entrada del puerto desciende cuesta abajo

como sonido de grillos,

como mueca de gaviota,

como palabra extranjera

que al pronunciarse en mandarín agrega nuevas coordenadas a la ciudad.

Llegan a tiempo al desfile para la misa

In nomine pater, fili, et spiritu sancti

allí, donde los convocados son tres,

mi cuerpo es hebra que ata los mundos a la misericordia.

 

Porcelana china

Mi tía había pegado la mano de la diosa del amor. Decía que la gente se la roba para pedir sus favores y luego se queda ella con una colección de diosas tullidas. Recuerdo que en su casa había un jarrón con garzas que volaban en forma de jarrón. Se escondían para lanzarse al lago. Una vez saltó un pez. Era un goldfish y por unos segundos aleteó en el suelo hasta que mi tía lo devolvió a la vasija de porcelana china. Solo cuando crecí supe que China estaba muy lejos y que los jarrones y las diosas los traían de Estados Unidos. Aun así confío en que algún pez se le escapara a las garzas, al igual que la gente sigue intentando robarle la mano a las diosas de mi tía.

 

Haikú tropical[2]

Flor de loto

sobre los abedules.

Vuela un pez.

 

 

Aletea un ave.

Ecos de luz

besan la noche.

 

 

Los pájaros han descendido

 

Los pájaros han descendido del árbol al estanque donde un sonido deforma las imágenes aladas.

La voz de la madre sin el poder de entonces se sumerge en mí, como una pregunta retórica.

¿A dónde se han ido los signos que desprendía el aire de los pinos,

el sitio donde antes éramos tres y ya no somos ni uno?

Sobre la superficie he observado los rostros de la Fe

esa parte de mí que habla del corazón de los nenúfares

de su espacio ritual consumido en lamentos

de aquel incierto resplandor reproducido en la loza

—similar a la luna—

cuando el silencio se derramaba sobre nuestras cabezas.

Alguien desde la laguna me señala

y son sus dedos la marca de la historia

el hágase con que la noche desciende sobre el lago y hace pendular el universo.

–Es la forma sin forma,

la imagen sin imagen,

lo incomprensible– dice y se transparenta en el agua.

Igual al Tao, yendo no hallaré su rostro,

siguiéndolo no alcanzaré a ver su espalda.

Solo la columna de luz, que es la luna en el fondo del lago,

hace reminiscentes estas palabras

como el pez que atraviesa la torre de modo circular

y se refugia en el espejo

allí donde la palabra de Dios no es una metáfora, ni un ardid de la memoria

soy agua, soy espacio, soy tiempo.

 

 

Notas:
[1]
 
[2]Concentración molar
Hubo un tiempo en que toda Asía era la palabra China. Ahora que conozco que la concentración molar de la Isla permite esa ilusión quisiera volver aquella época en que Basho y Lao Tse convivían en el mismo horizonte del anaquel de la sala. Hablar de las imágenes de la infancia y la adolescencia cuando las siento tan lejanas. La ilusión tropical genera un lleno que cubre el vacío de la pérdida.