La parte humana de la historia

Viviana Muñiz Zúñiga
30/7/2018

Todos conocen a Wilmer Rodríguez Fernández, porque sale en la televisión; porque todos los viernes entrevista a dos historiadores y habla sobre los momentos difíciles de la Revolución, de la guerra y los esfuerzos. También habla de las cosas buenas, de los desafíos y las traiciones. Lo conocí hace 6 años en el comedor del Partido Provincial, mientras él recorría toda Cuba y hacía una serie sobre el Moncada.

Hoy lo he encontrado en la Universidad de Oriente, donde se encuentra para decirnos que es mejor contar la historia con sus luces y sombras, porque “hemos sido capaces de investigarla, pero no de comunicarla”.

Wilmer Rodríguez Fernández
Foto: Adán Santana Arias

 

Actualmente “se presentan a las personas como si fueran de mármol, muy encumbradas. Yo tenía un profesor de historia que me decía que hay que sentir el choque de los machetes y el olor a pólvora del combate. Si tú no logras transmitir esas emociones a los muchachos, nunca les llevarás su historia”, comentó Wilmer al iniciar la entrevista.

Escogiste la televisión como medio para contar una historia diferente. ¿Cómo contribuye ese proyecto a la educación del pueblo?

Siempre se había contado en televisión una versión muy pura, y te da una idea de que fue muy fácil lograr que triunfara la Revolución. El pasado está lleno de contradicciones, de polémicas, pero ellos tenían la Patria por delante. Lo que queremos demostrar es que los historiadores narran desde los protagonistas, para que el pueblo vea que nuestra historia no es aburrida.

Este proyecto en la televisión tiene su génesis en la idea de ir contando de una mejor forma nuestro pasado, porque Cuba posee una historia bella. Recuerdo a Paco Ignacio Taibo diciendo que teníamos personajes que parecen de ficción, que no parecen reales. Y esos intentos que hemos hecho en la Revista Buenos Días están dando sus frutos.

Hay que debatir sobre Martí; sobre la relación entre Maceo y Flor Crombet. A veces hay quien se acerca a esa historia para buscar las divisiones, el chisme, y no lo grande. Esos hombres cometieron errores, es verdad, pero hay que admitir que estaban “fuera de liga”, porque a pesar de esas diferencias fueron capaces de poner a la Patria primero. Ellos tenían esa capacidad de poner la Revolución antes que todo.

En tu libro Tiempos de definiciones. Voces de las luchas universitarias en Cuba, también ofreces una imagen diferente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) en el país a través de entrevistas. ¿Cómo fue esa experiencia?

Este libro fue una idea de Luis Báez. Cuando la FEU cumplió 85 años hubo una reunión en una casa en La Habana con todos los expresidentes, desde Ricardo Alarcón hasta el presidente de ese entonces. Allí uno de ellos le dijo a Luis: “¿Por qué no haces un libro con todas esas historias?”.

Me dio los teléfonos y las direcciones para comenzar a trabajar. Eran más de 17 —los que finalmente aparecen en el texto—, porque incluimos 60 años. Como era un período muy largo, decidimos incluir a aquello que estuvieron 15 años antes y 15 años después de la Revolución. Luego Luis me dijo que continuara el libro. Seguí haciendo las entrevistas yo solo, hasta que logré concretar algo para la tesis. Empecé en tercer año de la carrera y luego presenté el proyecto para la culminación de estudios.

“En ese libro hay no solo dirigentes de la Universidad, sino historiadores, políticos, ministros. Se trata de involucrar a actores que permitan ver el contexto; a la FEU como parte de esa sociedad que se estaba construyendo, primero en la lucha contra Batista y después con la Revolución en el poder.

¿Cómo el libro contribuye a la organización?

El libro está hecho para los jóvenes de las universidades, porque la FEU no tiene una historia lineal, sino que, como Cuba y su Revolución, no tuvo siempre momentos felices. Yo nunca me fui de la FEU, creo que te marca. Son tus compañeros de aula, es todo el ambiente cultural, artístico, creativo, que te acompaña en el crecimiento de tu personalidad. Es un proceso de concientización, porque cada vez que escuchas esas siglas te vienen a la mente buenos recuerdos, aunque hayas pasado por malas situaciones. Yo fui dirigente estudiantil en la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, y siempre me he mantenido vinculado.

No mostramos una historia idílica de la organización, sino que habla de contradicciones como fenómenos negativos que influyeron en su desarrollo. Hablamos de sectarismo, cómo influyó en las universidades, un grupo de tendencias, errores cometidos, y todo eso es visto y comentado desde la historia de la FEU. Es una aproximación a la política del país desde el estudiantado.

¿Cuál ha sido la entrevista más difícil?

La más difícil fue la de Juan Nuiry Sánchez, quien narró hechos poco contados, en los que todavía hay polémica, como las contradicciones entre el Directorio Revolucionario y el Movimiento 26 de Julio. Todo eso está, y también las narraciones del Asalto al Palacio Presidencial y la toma de Radio Reloj desde la perspectiva de aquellos que protagonizaron los hechos.

Una entrevista que los santiagueros agradecerán es la del periodista Joel Mourlot, un hombre que no tiene pelos en la lengua y dice las cosas como son. Incluso comienza con algo así: “En esta entrevista no encontrará páginas frías, sino letras ardientes que caen como pólvora”. Yo en aquel entonces estaba preocupado, no tenía la madurez que tengo 10 años después. Pero eso me permitió crecer como periodista, como joven que se acerca a la historia desconocida.

Esta ha sido la intención: agrupar lo que piensan estos investigadores para que al paso del tiempo los jóvenes conozcan que existió una Nelsa Coronado o un Armando Hart, protagonistas en su momento, historiadores después y siempre defensores de la FEU.