La siniestra dislexia de un texto de La Izquierda

José Ángel Téllez Villalón
28/12/2020

Resulta siempre incómodo polemizar en público con quien se supone de tu lado, con una Izquierda y con un Diario que se autopresentan como anticapitalistas y como una iniciativa para el “periodismo militante”. Con tantas metas en común, frente al tan poderoso imperio del capital invirtiendo millones en manipular y en desunirnos, duele que quienes dicen ser solidarios con el pueblo cubano, les regalen espacios al mercenarismo y repitan las mismas falacias de las transnacionales de la derecha, por ojeadas desinformadas o por dislexia ideológica.

Resulta ruidoso —para expresarlo por lo bajito— encontrarnos en La Izquierda Diario con un escrito como “Artistas reclaman libertad de expresión al Gobierno de Cuba”  con más de la mitad del texto, los 13 primeros párrafos, abarrotados con la misma información sesgada y mal intencionada de la derecha mundial, vertida en BBC, El País, o La Nación de Costa Rica. Con ese hálito sentimental y solidario hacia los del llamado Movimiento San Isidro (MSI), y del 27N, como si fueran hermanitas de la Caridad; con grandilocuente valoración de su gesto e ignorancia de las motivaciones diversas de los congregados frente al Mincult. Se silencia y manipula su falta de organicidad o se presenta esta como el cáliz de su “espontaneidad”; cuando lo que diferencia a un “movimiento” de una “acción colectiva” es precisamente su identidad, la construcción consensuada de una demanda común.

“Con tantas metas en común, frente al tan poderoso imperio del capital invirtiendo millones en manipular y en desunirnos, duele que quienes dicen ser solidarios con el pueblo cubano, les regalen espacios al mercenarismo”. Foto: Internet
 

Deberían saber que se les vende como artistas, intelectuales, a todos; pero ni todos tienen obras, ni todas sus demandas tienen que ver con la cultura. La inmensa mayoría de los 300 no se han vuelto a ver; algunos no son profesionales del gremio, otros tienen mucho trabajo y están concentrados en crear y promover su arte, otros fueron solo por el selfi. Varios, incluso, han contado que nunca han sido censurados. Uno de los 30, que se negó a participar en el diálogo del 5D, tiene tres obras de teatro expuestas hoy en el país, y dígase de paso, que no son nada complacientes con el Estado. Tampoco ciertos comentarios y el comportamiento de los 30 juegan con el cuento de que “se sienten responsables ante los congregados”.

Por otra parte, muchos del 27N manifiestan no coincidir con el MSI, aunque no explicitan en qué. Ante lo que vale preguntarnos, ¿si es por su mercenarismo, por qué atacar tan duro a los que los desenmascaran? ¿Por qué mostrarse transidos por un compromiso ético con los que apenas conocieron hace un mes, por las redes, y atacar, sin piedad, a los que por, mucho más tiempo, han acudido para concretar proyectos y sueños compartidos? ¿Por qué hablan de democracia y solo replican en las redes sociales a los medios pagados por agencias federales estadounidenses y que denigran con manipulaciones burdas a la institución que reconocen como interlocutora?

¿Qué dirían los fundidores de la Antillana de Acero o los que se forman como periodistas en la Martha Abreu, si leyeran que la preocupación de la columnista de La Izquierda Diario es la deriva procapitalista que se da en Cuba o que “las instituciones estatales de control” alimentan “el escepticismo y terminan por abrir oportunidades a organizaciones de verdad procapitalistas e imperialistas”? ¿Si supieran que, desde la patria del Che, el diario del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), que se dice defensor de los obreros y estudiantes argentinos, presenta a los vagos del MSI como luchadores anticapitalistas y antimperialistas?  

“¿Por qué hablan de democracia y solo replican en las redes sociales a los medios pagados por agencias federales estadounidenses?”. Foto: Internet
 

¿Dónde queda su tan caro argumento de la “independencia de clase”? ¿Dónde su lectura crítica a lo que decretaron los medios de la derecha, los funcionarios del Departamento de Estado y la Embajada de Estados Unidos en Cuba sobre el aún no implementado Decreto 349? ¿Dónde su postura anticolonizada, si asumen, como legitimadoras de una activista anticomunista, a instituciones aupadas por poderosas empresas capitalistas como el Tate Modern de Londres?

¿Por qué darle más peso a la opinión de 30 artistas, periodistas y activistas, residentes en La Habana, que a los más de 5000 artistas e intelectuales que en 20 reuniones, a lo largo de todo el país, comprendieron el Decreto 349 como lo que es, una regulación de bien público, como las que existen en muchos otros países? ¿O a la de miles de representados en las declaraciones de respaldo a la Revolución cubana de organizaciones como la Uneac, la AHS, la Unión de Historiadores de Cuba o las instituciones martianas? ¿Será que estar tan acostumbrados a ser oposición y minoría, les impide imaginar el diálogo abierto y transparente entre el presidente de un Estado y la vanguardia artística de su país, repetido congreso tras congreso de la Uneac y la AHS?

Más de 5000 artistas e intelectuales, a lo largo de todo el país, comprendieron el Decreto 349 como lo que es, una regulación de bien público. Foto: La Jiribilla
 

Lo más desconcertante del artículo de marras es cuando nos tropezamos con que “El verdadero peligro está en la constitución sancionada el año pasado más las reformas instauradas, que son las que están conduciendo a Cuba hacia la restauración capitalista”. Entonces, uno no entiende si estuvo bien o mal que la nueva constitución aprobada en 2019 introdujese “algunos cambios que amplían ciertos derechos democráticos”, o que definiese a Cuba como un “estado socialista de derecho”, o se reconocieran “formalmente los DDHH (art. 48) que antes no se mencionaban”, o se explicitara “el derecho de reunión con fines pacíficos (art. 56) que antes se enmarcaba en las organizaciones legales”? ¿O en debilitar el rol del Estado en la economía?

Claro que sabemos que sí, era necesario y justo extender los derechos, incluidos los culturales; por ello lo legitimó la inmensa mayoría del pueblo. Como somos conscientes de que el socialismo es democrático o no es, y que la Revolución de los humildes, con los humildes y por los humildes tiene derecho a defenderse frente a las agresiones del imperialismo y las provocaciones diversionistas de sus afiliados y mercenarios, esos que, según el escrito, perecieran ser los aliados de clase del PTS.  

¡Cuán contraproducente para ciertas izquierdas resulta la dislexia ideológica! Me refiero a la incapacidad de leer dialécticamente el movimiento real y decodificar las narrativas sedimentadas durante siglos por las clases oligárquicas; de desmontar el márquetin lingüístico con el que se naturalizan ideas fuerzas como “democracia es pluripartidismo” o la “libertad de expresión” es lo único que importa y no la “libertad de recepción”. A la incapacidad de discernir la necesaria crítica revolucionaria, de una malintencionada campaña por levantar un muerto, toda vez que el 349 no se ha implementado; o que el 370 va contra la irresponsabilidad en las redes, que hasta Facebook y Twitter cuestionan. De lo que se trata es de un show mediático, de echarle presión a la ya tensa situación económica que atravesamos, de añadir pretextos para politizar la discusión y reconducirla hacia una protesta violenta que dé pie a una intervención militar.

Vender, voluntariamente, una Cuba estalinista, es un servicio que le presta La Izquierda a nuestro enemigo de clase.

Precisamente en Argentina, en un encuentro con la Cátedra de Formación Política Ernesto Che Guevara, el intelectual y dos veces ministro de Cultura, Abel Prieto, aclaró que, en el caso de la Revolución cubana, no se repitieron los errores en términos de política cultural “graves, gravísimos” que se implantaron en la Unión Soviética. No prendió, ni en los artistas que estudiaron allá, el dogma estético del “realismo socialista”. Por Martí, “una referencia esencial, que nos ayudó para no dogmatizarnos” y también por las advertencias del Che en su formidable texto “El socialismo y el hombre en Cuba”. Allí, junto a Néstor Kohan, Abel Prieto reafirmó la lucidez de nuestra revolución cultural; que defendemos que “un arte crítico ayuda a la Revolución” y que “un arte que nos inquiete, que a veces nos angustie y nos coloque frente a problemas sin solución, ayuda a la Revolución”.

Foto: Tomada del sitio web del programa radiotelevisivo Mesa redonda
 

Opiniones como estas parecen no ser extrañas en La Izquierda Diario. Allí encontré varias críticas al politólogo argentino Atilio Borón por su apoyo a las alianzas y a los gobiernos progresistas en la región. Sobre el “infantil” “izquierdismo” del PTS, renuentes a cualquier clase de “apoyo táctico o crítico” al kirchnerismo, apuntó en el 2012 el propio Borón: “No es de extrañar esta actitud cuando lo mismo proponen para gobiernos como los de Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y Hugo Chávez en Venezuela, amén de tener una actitud sumamente crítica para con la propia Revolución cubana”.

El ya aludido “corte y pega” de lo más manido y simplificador sobre lo que acontece en Cuba por estos días, ciertos errorcillos tipográficos y gramaticales, más dos párrafos copiados de un texto de casi un siglo sin la necesaria contextualización, dan cuenta de un desespero por entregar “Artistas reclaman…”; con la más grave (in)consecuencia de publicar la pobre reflexión y metabolización crítica del cúmulo de (des)información que apiló la autora. Falencias que les toca notar y señalar a los directivos de La Izquierda Diario.

Por nuestra parte, con espíritu solidario, le sugiero a la profesora Elizabeth Yang  estudiarse “Veinte aclaraciones sobre el Decreto para la protección de la cultura en los espacios públicos”. Después, podríamos dialogar, no sobre anhelos trotskistas, sino sobre realizaciones concretas de una revolución socialista que nunca temió al arte, ni a la cultura. Releer dialécticamente un proceso transformador que enarboló entre sus primeros triunfos la Campaña de Alfabetización y una práctica revolucionaria que tuvo entre sus primeras acciones la fundación de decenas de instituciones culturales, como el Icaic. Y debatir sobre una política cultural que nació, precisamente, luego de extensos y de intensos diálogos entre Fidel y los intelectuales, en junio de 1961. Que hoy se implementa con la participación de escritores y artistas, con obras reconocidas, talento y compromiso social para hacer también realidad las cimeras demandas de André Breton, León Trotski y Diego Rivera en el Manifiesto por un arte revolucionario independiente, de 1936. Es decir, para cultivar un arte cada vez más independiente de los poderes del capital y para acercarse progresivamente a la “liberación definitiva del arte”. Metas solo alcanzables con más democracia participativa, revolucionaria y socialista.