La Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales y la democratización de la cultura (1940-1964) (III)

Félix Julio Alfonso López
21/1/2021

Entre los logros fundamentales de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales (SCEHI), expresados en las conclusiones y recomendaciones de los Congresos Nacionales de Historia, estuvo suscribir y divulgar las tesis nacionalistas de Roig sobre la Guerra Hispano-Cubano-Americana, cuyo corolario fue la sentencia de que Cuba no debía su independencia a los Estados Unidos. Al decir de Julio Le Riverend, la mayor trascendencia de los Congresos estuvo en: “la participación de muchos profesores y maestros que, sin duda, transmitieron a sus alumnos las conclusiones fundamentales de las variadas temáticas discutidas en sus sesiones. Fueron crisol de investigación y forja de conciencia”.[1]

Entre los logros fundamentales de la SCEHI estuvo suscribir y divulgar las tesis nacionalistas de Emilio Roig sobre la Guerra Hispano-Cubano-Americana. Foto: Tomada de Granma
 

Y si los Congresos fueron “la actividad principalísima de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales en el terreno de lo nacional”,[2] a ello se sumó también una intensa labor latinoamericanista y de solidaridad continental, ejemplificada en la iniciativa de colocar en el Parque de la Fraternidad Americana:

La efigie de los más grandes hombres del Continente en quienes se han personificado los ideales de América. Lanzó la Sociedad esta idea, consagrando sus mejores entusiasmos a su realización, y merced a la colaboración de otras instituciones culturales y cívicas, y de algunos organismos del Gobierno, se ha convertido en hecho tangible, con las imágenes, en espléndidas obras del arte escultórico, que representan a Bolívar, Lincoln, Juárez, San Martín, Petion y Artigas —próceres que en la epopeya libertadora y en sus patrias respectivas encarnaron el ideal de la magna ideación americana—, y que se alzan en sendos ángulos de los cuadrantes del Parque, faltando solamente, para completar el proyecto de la Sociedad, que sean erigidos los monumentos en honor del gran antillano Eugenio María de Hostos y del gran centroamericano Francisco Morazán.[3]

Toda la faena intelectual de Roig se caracterizó por su labor aglutinadora de otras instituciones de la ciencia, la sociedad civil y la educación republicana, de conjunto con las cuales organizó su formidable plan democratizador de la cultura. Entre ellas pueden citarse: Archivo Nacional, Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario Martiano, Asociación Nacional de Emigrados Revolucionarios, Comisión de Monumentos, Edificios y Lugares Históricos y Artísticos Habaneros, Corporación Nacional del Turismo, Club Atenas de La Habana, Escuela Nacional de Periodistas, Escuela Normal de La Habana, Gran Logia de Cuba, Instituto de Investigaciones Folklóricas, Junta Nacional de Arqueología y Etnología, Sociedad Colombista Panamericana, Sociedad Cubana de Historia de la Medicina, Sociedad de Geografía e Historia de Oriente y las Universidades de La Habana, Las Villas y Oriente.

Toda la faena intelectual de Roig se caracterizó por su labor aglutinadora de otras instituciones de la ciencia, la sociedad civil y la educación republicana. Foto: Tomada de Cubadebate
 

Numerosas publicaciones vieron la luz bajo el amparo de la Sociedad Cubana…, entre las cuales podemos mencionar: Abraham Lincoln, discurso pronunciado por el doctor Herminio Portell Vilá en el acto de la inauguración del monumento a Lincoln, en la Plaza de la Fraternidad Americana, La Habana, el 12 octubre de 1942; Los grandes movimientos políticos cubanos en la República: Injerencia, Reacción, Nacionalismo, por Emilio Roig de Leuchsenring, 1943; La República de Martí, por Emilio Roig de Leuchsenring, 1943; Primer Congreso Nacional de Historia, La Habana, 8-12 de octubre de 1942; Historia y cubanidad, discurso pronunciado en la inauguración del Segundo Congreso Nacional de Historia por el presidente del Comité Organizador doctor Emilio Roig de Leuchsenring y por el presidente del Congreso, monseñor Eduardo Martínez Dalmau, 1943; Weyler en Cuba, un precursor de la barbarie fascista, por Emilio Roig de Leuchsenring, 1947; Defensa de Cuba: Vida y obra de Manuel Sanguily, por Emilio Roig de Leuchsenring, 1948; Sugerencias para un programa de buen gobierno, presentadas al doctor Carlos Prío Socarrás, Presidente de la República, por la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales, 1948; Cuba y los Estados Unidos, 1805-1898. Historia documentada de la actitud disímil del Estado y del pueblo norteamericanos en relación con la independencia de Cuba, por Emilio Roig de Leuchsenring, 1949; Cuba no debe su independencia a los Estados Unidos, trabajo presentado por Emilio Roig al Noveno Congreso Nacional de Historia, 1950; Sugerencias para una oportuna y digna conmemoración del centenario del nacimiento de Martí, presentadas a los poderes Ejecutivo y Legislativo de la república, La Habana, 1951; Antonio Maceo, ideología política. Cartas y otros documentos, Edición Nacional del Centenario de su nacimiento, 1950-51; Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida, por José L. Franco, 3 Vols.; Don Federico Henríquez y Carvajal, hermano de Martí en la defensa de la justicia y la libertad, por Emilio Roig de Leuchsenring, 1952; La República de Martí, por Emilio Roig de Leuchsenring, 1953; Martí, antimperialista, por Emilio Roig de Leuchsenring, 1953; El americanismo de Martí, por Emilio Roig de Leuchsenring, 1953 y Gerardo Castellanos, patriota e historiador, símbolo de cubanía, por Emilio Roig de Leuchsenring, 1956.

Otras actividades desplegadas por la SCEHI tuvieron un marcado acento nacionalista, antifascista y en defensa de la soberanía cubana. En tales circunstancias, se verificó lo que la investigadora Orieta Álvarez califica como carácter de “grupo de presión” que los miembros de la SCEHI ejercían sobre las instituciones burocráticas y gubernamentales republicanas, al: “proyectarlos corporativamente en la vida pública de la nación, desbordando el marco académico y desempeñando el papel de conciencia crítica de la sociedad, lo que implicaba mantener una conducta cívica consecuente con los ideales patrióticos que enaltecían en sus obras”.[4]

Algunos ejemplos de esta faceta fueron la solicitud al Presidente de la República para que fueran suprimidos los centros falangistas en Cuba y la propaganda nazi-franquista, por ser actividades contrarias a la democracia (1940); la Declaración contra un proyecto de Ley presentado por el Congreso de los Estados Unidos proponiendo la anexión  de Cuba a la Unión (enero 1941); la petición al Ministerio de Estado para que presentara un decreto a la firma del presidente de la República, prohibiendo el uso de los emblemas de la nación en todo acto que no fuera oficial (1941); la impugnación del proyecto de ley de la Cámara que creaba la Dirección de Deporte y Turismo y la defensa de la integridad  de la Corporación Nacional de Turismo (1941); el develamiento de una tarja en la Loma de San Juan en Santiago de Cuba, por acuerdo del II Congreso Nacional de Historia sobre la Guerra Hispano-Cubano-Americana, sancionado por la Ley de la República (mayo 1945); el acuerdo sobre la devolución de bases militares construidas en Cuba por Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial (abril 1946); el pronunciamiento en contra de las llamadas Cenas Martianas (enero 1947); la carta dirigida al presidente de la República Ramón Grau San Martín protestando por la intención de ese gobierno de conmemorar la Joint Resolution con una emisión de sellos, así como una Declaración contra el imperialismo y el coloniaje en América (1948) y el rechazo a un proyecto de implantar en Cuba corridas de toros (1959).

Una de las peticiones más trascendentes de la Sociedad… fue la realizada a los poderes ejecutivo y legislativo de la República, con motivo de acercarse la celebración del centenario de Martí, en un documento titulado: Sugerencias para una oportuna y digna conmemoración del centenario del nacimiento de Martí, fechado en marzo de 1951. Dicho escrito recogía los acuerdos del IX Congreso Nacional de Historia, celebrado en octubre de 1950 en la ciudad de Cárdenas, donde se promovían un grupo de acciones para conmemorar la fecha, divididas en tres grandes grupos: obra de recordación y homenaje; obras de divulgación y comprensión de la vida y la labor martiana; y actitudes y conductas cívicas, conformes con la vida y los principios martianos. Entre estas iniciativas estaban la construcción de la Plaza Cívica José Martí y la erección de un monumento al héroe de Dos Ríos; conservar adecuadamente la casa natal de Martí en la calle Paula, declarada Monumento Nacional; conservar el Rincón Martiano en las canteras de San Lázaro y concluir la construcción del inmueble de la Fragua Martiana, donde tendría su sede un centro de instrucción para adultos sin recursos, inspirado en los preceptos martianos; conservar la casa y el batey de la finca El Abra en Isla de Pinos; conservar los lugares relacionados con Martí y la guerra del 95: Playitas de Cajobabo, La Mejorana y el lugar de su caída en combate en Dos Ríos, y conservar como reliquia histórica el monumento erigido en el Parque Central de La Habana. Asimismo, se promovía la publicación, en ediciones populares de no más de cien páginas y grandes tiradas, de fragmentos de las obras martianas subdivididas en diferentes tópicos: revolución, república, cuestiones económicas, sociales, políticas, culturales, raciales, trabajo, religión, cuestiones agrarias e industriales, americanismo, Estados Unidos, antimperialismo, historia, literatura, arte, epistolarios, anexionismo, autonomismo, poesías, discursos y La Edad de Oro. Del mismo modo, la Sociedad… anunciaba la realización de su congreso de 1953 dedicado al estudio de Martí y la publicación de sendos libros de homenaje al Apóstol.

Una de las peticiones más trascendentes de la SCEHI fue la realizada a los poderes ejecutivo y legislativo de la República, con motivo del centenario de José Martí. Foto: Tomada de Granma
 

Lo anterior era muestra de la ingente labor desplegada por la Sociedad Cubana…,  en los más diversos ámbitos culturales, cívicos y políticos, la cual puede resumirse en las palabras de Roig cuando exclama: “Digamos, simplemente, que la Sociedad ha estado siempre en primera fila en la defensa de nuestro patrimonio histórico, en la justa exaltación de los legítimos valores patrios, y en el empeño de infundir en los cubanos, con el conocimiento de su pasado, la fe en sus propias fuerzas y en sus propios destinos”.[5]

Al cumplirse cuarenta años de aquella gran empresa cultural, uno de sus protagonistas, Carlos Rafael Rodríguez, la definió magistralmente  al expresar que Roig: “Proyectó la Sociedad de Estudios Históricos e Internacionales no como una academia sino como la antiacademia volcada hacia el pueblo (…) Los Congresos de Historia fueron organizados no como foros cerrados sino como tribunas abiertas enclavadas en las distintas poblaciones del país, a los cuales la historia de Cuba llegó no como un ejercicio profesoral sino como una obra de cultura popular”.[6]

Con la desaparición física de su fundador y principal inspirador, el Dr. Emilio Roig de Leuchsenring, en 1964, se clausuró el ciclo vital de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales, dejando como legado más de dos décadas de pensamiento y acciones patrióticas, en pro de los mejores valores de la historiografía y la cultura de Cuba.

Notas:
 
[1] Julio La Riverend, “Emilio Roig de Leuchsenring. Como un estilete de luz”, Bohemia, La Habana, año 81, no. 34, 25 de agosto de 1989, p. 60.
[2] Veinte años de actividades del Historiador de la ciudad de La Habana, 1935-1955, op. cit., p. 313.
[3] Ídem, p. 313.
[4] Orieta Álvarez Sandoval y Alfredo Álvarez Hernández, “La Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales”, Texto inédito, p. 40. Se cita con permiso de los autores.
[5] Ídem, p. 312.
[6] Carlos Rafael Rodríguez, “Emilio Roig de Leuchsenring. Discurso en la clausura del homenaje por el 40 aniversario de la fundación de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos e Internacionales”, Granma, La Habana, 6 de julio de 1980, p. 2. 
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