Las muchas “vidas” de Johny (y de otros)

Estrella Díaz
20/2/2020

Hasta el 24 de febrero, en la hermosa galería Villa Manuela, de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), puede verse una exposición personal del destacado ceramista y escultor Tomás Núñez (Johny). Esta muestra es un verdadero regalo visual que hace detener la mirada sobre un grupo de piezas que, a pesar de tener —cada una de ellas— una historia propia, están hilvanadas por un discurso en el que el tiempo y la reivindicación de objetos constituyen la piedra angular de este artista, quien a golpe de trabajo constante y tesón se ha hecho un sitio dentro de la escultura contemporánea cubana.

Ceramista y escultor Tomás Núñez (Johny). Foto: Tomada de Habana Radio
 

Vidas es el sugerente título por el que apuesta Johny para desgranar ante el espectador un sinnúmero de elementos con los que conforma las instalaciones y esculturas, que no apuestan por el mármol o el bronce sino por un cúmulo de descartes: en otras palabras, objetos que han sido usados y desechados y que él, con mano diestra, los emplea para componer su abigarrado mundo, su personal universo.

En conversación exclusiva con esta reportera, el aún joven creador nos comenta el porqué de Vidas, título que, como la vida misma, puede tener innumerables lecturas y significantes.

“Es un título sencillo, pero que a la vez toca el corazón de mucha gente porque es el resumen de muchas vidas que han colaborado y compartido conmigo el largo proceso de la creación. Desde hace más de tres años estoy trabajando en esta exposición y durante ese tiempo han sido muchas las personas que han estado a mi lado y que, incluso, me han donado objetos que incorporé. En otras palabras, ellos son parte de la obra y por lo tanto la obra —de alguna manera— forma parte de sus vidas. Cada pieza tiene una leyenda, una historia, y comprendí que había muchas vidas incorporadas e implícitas en estas obras”.

Son seis obras las que conforman la muestra…

Hay piezas instalativas, algunas de pared y otras con marcado criterio escultórico que forman una serie más grande; pero por el espacio con que cuenta la galería, solamente escogimos esa cantidad.

“Marea”. Foto: Cortesía del entrevistado
 

Imaginariamente, recorramos la galería.

Cuando uno accede a la galería, a mano izquierda, nos encontramos con una escultura alargada y de gran formato (de más de tres metros) titulada “Homenaje a Victoria” (madera, parafina y bronce, de 238 x 53 x 48 cm). Es una especie de caja o de baúl y tiene un efecto: de dentro de esa caja emana un humo que se expande a toda la galería y concede un ambiente particular. La caja está cerrada y puede sugerir, o insinúa, un contenedor donde hay encerrados cuentos, misterios y leyendas. Algunos curiosos se asoman por sus rendijas: esa es la intención; dentro reposa una obra con elementos reciclados, que tienen un pasado y una historia.

Al frente tenemos una pieza titulada “Dead horse” (acrílico, metal y madera, dimensiones variables), que narra una historia real que viví hace tiempo. Hay personas que me han comentado que los remite a su infancia o a un determinado cuento; cada quien hace su propia lectura, ese es precisamente uno de los misterios del arte.

Tu obra bidimensional se sale del plano y busca, con marcada intención, la tridimensionalidad. Pero si uno suprime estos elementos se puede pensar que la obra parte de la abstracción.

Sin duda: es una pintura abstracta, pero no me siento cómodo dejando una obra sin dotarla de elementos que sobresalgan, ¿tendrá que ver con mi espíritu de escultor? No sé.

Trabajas las texturas con abundancia e incluso el fondo de “Dead horse” asemeja tierra seca, agrietada. ¿Cómo lo logras?

Es el resultado de una experimentación constante y de un intenso trabajo de laboratorio porque hay que buscar que la obra perdure en el tiempo, y que ese craquelado se mantenga intacto y adherido a la tela. Esa es la intención: conservar un efecto ya sea en la madera, en el metal o en la cerámica.

Otra de las piezas es como un calendario azteca…

Todo depende de la lectura que se le dé, pero muchas personas piensan lo mismo que tú, es decir, que tiene el espíritu de un calendario azteca. Pero también puede ser una ruleta, o un mantra que se invoca a una divinidad o acompaña la meditación, y está concebida con elementos encontrados. Finalmente la titulé “Ruleta”.

¿Y “Marea negra”?

Es parte de una serie del mismo nombre que vengo desarrollando desde hace unos años. La primera pieza que realicé de esta serie está emplazada en el Hotel Bucanero, en Cayo Largo del Sur. Los elementos que la componen los recogí, como desechos, encontrados en la propia playa. Recolecté elementos degradados y les di una lectura diferente, una nueva vida, una independencia.

¿Y “Conversando con Dubuffet”?

Está concebida con materiales diversos y mide 120 x 120 cm. Como se sabe, Jean Dubuffet fue un pintor vanguardista francés y quise hacerle un personal y pequeño homenaje. Él murió en 1985, pero yo imaginé que estaba a mi lado, conversando conmigo, y así fue naciendo esta obra que se basa en un diseño de Dubuffet, a quien los críticos enmarcaron en el llamado Art Brut, es decir, Arte Bruto, debido a la crudeza y agresividad de su expresión.

Siempre que contemplo tu obra me sorprende la manera que tienes de estructurar, de componer, porque a simple vista puede pensarse que es un amasijo de cosas; pero si te detienes, te das cuenta de que hay silencios e intenciones. ¿Cómo es el proceso?

Es una pregunta interesante. Al inicio de mi carrera, pensé que la gente no se iba a dar cuenta y tenía temor de que el espectador pensara que era una obra abarrotada de elementos pegados. Es difícil componer con equilibrio. A veces, cuando la obra está terminada, me percato de que hay un elemento dentro de ella que no funciona y que visualmente no dialoga con lo que tiene a su lado. Creo que el trabajo continuo y sistemático es el que te va ofreciendo e indicando las pautas; hasta que no quedo absolutamente conforme del lugar donde va, la obra la siento como inconclusa.

“Contenedores”, 2019 (300 x 55 x 60 cm). Foto: Cortesía del entrevistado
 

Eres un artista que te has mantenido fiel al tema cromático: siempre los ocres, los sienas. ¿Aparecerá en algún momento el color?

Puede que aparezca, pero las obras que conforman Vidas tienen varios tonos de un mismo color; hay claroscuros e incluso el rojo. Esto se aprecia en una pieza que forma parte de la muestra y que pertenece a la serie “Contenedores”: se titula “Salvoconductos” (mesa de metal, libros intervenidos, plástico y parafina, 60 x 100 cm); es una especie de escultura, mesa instalativa o mesa vitrina que expone en su interior libros intervenidos. “Salvoconductos” tiene que ver con los permisos, las entradas y salidas o la búsqueda de un lugar; esta pieza está inspirada en una experiencia que tuve, y puedo calificarla como autorreferencial.

“Salvoconductos”, 2019 (60 x 100 x 60 cm). Foto: Cortesía del entrevistado
 

¿Por qué ese marcado interés por lo vetusto?

No me gusta que las obras tengan un aspecto nuevo; me interesa la antigüedad, lo pasado y, sobre todo, el tiempo que rodee la historia que intento contar con cada obra.

¿Y qué te puede ofrecer la historia?

La historia contada siempre es interesante en cualquier soporte, ya sea el libro o el audiovisual, pero me gusta replicar historias comunes que han sucedido y que no tienen el acento de lo épico, sino más bien tienen que ver con la cotidianidad.

Recuerdo que en años anteriores cultivaste con profusión los pequeños retablos, que eran como piezas de teatro. ¿Esa etapa quedó atrás?

¡No!, continúo haciendo retablos, forman parte del día a día y conforman un ejercicio cotidiano; lo que sucede que es que, últimamente, estoy exponiendo proyectos de mayor formato.

Quizás me equivoque, pero en esta exposición siento que haces mayor énfasis en la escultura que en la cerámica. ¿Acaso te estás alejando de esa especialidad que te acompaña desde los inicios de tu carrera?

En cada una de las piezas incluidas en Vidas, hay pequeños fragmentos de cerámica realizados por mí y también otros encontrados en cualquier sitio: está presente la cerámica, lo que cambia es el formato y la dimensión.

¿Continúas recolectando objetos que hallas a tu paso?

Sí, pero también muchos amigos me hacen llegar objetos. Como anécdota te puedo contar que el día de la inauguración de la muestra, una persona se acercó y me trajo una gran cantidad de cosas; lo interpreto como que hay gente que no quiere botar los objetos porque tienen algún valor, quizás, sentimental, y lo que desean es que se les dé una nueva utilidad. Pero si deseo un objeto en particular, lo persigo.

¿Planes para este año del espacio sociocultural “Corral falso”, que animas en Guanabacoa?

Tengo planeado a lo largo del 2020 hacer tres grandes proyectos y, por supuesto, mantener los talleres para niños. En este momento se exhibe una muestra de parte de la obra pictórica de Armando Morales, Premio Nacional de Teatro 2018, que está siendo muy visitada por las distintas escuelas del municipio. Aprovechando esta muestra, queremos organizar un taller sobre títeres con agrupaciones teatrales de Guanabacoa y así ir agrandando el proyecto.

En abril acogeremos el quehacer de un excelente fotógrafo no cubano que estuvo en la pasada Bienal de La Habana, y para el mes de octubre le haremos un homenaje al maestro Alfredo Sosabravo por su 90 cumpleaños. Sabemos que habrá una gran muestra en todo el Museo Nacional de Bellas Artes, pero en “Corral falso” vamos a mostrar piezas desconocidas o no vistas del maestro. Son obras de sus inicios y se nota que estaba en un período de búsquedas, de una manera de hacer: la titularemos Antes de Sosabravo; incluso vamos a apreciar obras que están firmadas como Manuel, que era como lo hacía al inicio Sosabravo. Estoy seguro de que va a ser una exposición sumamente interesante tanto para los críticos como para los seguidores y admiradores del quehacer de Alfredo Sosabravo, un gran maestro del arte cubano contemporáneo y quien, con casi 90 años, está produciendo y trabajando en varios soportes: en lo personal, es un ejemplo y una inspiración.