Como joya bibliográfica de lujo puede calificarse el libro Las Parrandas de Remedios. 200 años de historia y tradición de los investigadores Erick González Bello y Juan Carlos Hernández Rodríguez, publicado bajo el sello Ediciones Polymita S.A. (Ciudad Guatemala, 2021) que tuvo su más reciente presentación en los jardines de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.

Con fotografías de gran belleza formal y conceptual a cargo de Julio A. Larramendi, edición de Silvana Garriga y diseño de Jorge Méndez, el texto es el resultado de varios años de indagación llevada a cabo por González Bello y Hernández Rodríguez, director y subdirector, respectivamente, del Museo de las Parrandas.

Las Parrandas de Remedios fueron registradas, en 2018, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Las palabras de presentación del volumen fueron redactadas por Sonia Virgen Pérez Mojena, Presidenta del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC), quien rememora que las Parrandas de la región central de Cuba fueron registradas, en 2018, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y “merecen centellear todos los días, como todos los días batallan sus hacedores, a brazo partido, para perpetuar colores, música y destellos en bien del enriquecimiento espiritual de sus coterráneos y de cada cubano”.

En la introducción del libro se recorre la historia de esa manifestación y las particularidades de sus componentes.

En la introducción del libro sus autores recorren la historia de esa manifestación y las particularidades de sus componentes. Nos remiten a los inicios, en el siglo XIX, de esas fiestas populares arraigadas en la cubanía, cuando la ciudad de Remedios se encontraba dividida en ocho barriadas.

Cuentan los investigadores que en las frías madrugadas del 16 al 24 de diciembre se celebraban las misas de Aguinaldo, que culminaban con la del Gallo, víspera de Navidad. Como no eran muchos los que asistían al culto —explican—, el joven sacerdote Francisquito, que oficiaba en la ermita San Salvador de Horta, de la villa, tuvo la idea de despertar a los vecinos, con la ayuda de los niños de la comunidad, produciendo un ruido infernal con rejas de arados, latas y cualquier instrumento que hiciera bastante bulla.

Como no eran muchos los que asistían a las misas de Aguinaldo en la villa de Remedios, un joven sacerdote tuvo la idea de despertar a los vecinos, con la ayuda de los niños de la comunidad, produciendo un ruido infernal.

Acotan en la introducción que pronto la iniciativa se fue extendiendo a otras zonas de la ciudad, hasta sumar a los restantes barrios que, desde entonces, han protagonizado una disputa fraternal e identitaria, por obtener los mejores resultados, entre San Salvador y El Carmen, con sus estandartes del gallo y el gavilán.

De gran valor resulta la periodización cronológica que acerca al lector a este proceso socio cultural. Los autores distinguen cinco grandes etapas en el transcurso de las Parrandas:

Siglo XIX: De 1820-1870. Momento de origen y de búsqueda de los elementos que cristalizarán después en esta manifestación.

Le sigue de 1871-1900, cuando se reajustan ciertos códigos culturales y organizativos y se establece un modo de hacer la fiesta que llega hasta nuestros días.

En el Siglo XX y primeras décadas del Siglo XXI: De 1950-1959. Afianzamiento de la tradición y un cierto estatismo de ella.

Entre 1960-1990. Desarrollo del monumentalismo de las carrozas y los trabajos de plaza. La preponderancia del fuego y la decadencia del farol.

Desde 1991 hasta la actualidad. La incorporación y asimilación de tendencias artísticas contemporáneas que incluyen al performance e incluso el desnudo en las carrozas, algo muy avanzado para una manifestación de esa naturaleza, al decir de la editora del libro.

El segundo capítulo, los investigadores lo dedican a la música de las parrandas que, como recordamos, había comenzado con elementos percutivos de origen doméstico o laboral. Después se fueron incorporando instrumentos de percusión y de viento. También se remiten a los faroles y estandartes de las insignias que son sus elementos típicos.

El tercer capítulo, titulado “Trabajos de Plaza”, habla de cómo se ha asimilado, en cada etapa, la tecnología del momento.

Trabajos de Plaza lleva por nombre el tercer capítulo donde se habla de cómo se han ido asimilando, en cada etapa, las nuevas tecnologías correspondientes a esos períodos hasta mostrar, hoy día, elementos de extraordinaria complejidad.

El cuarto capítulo estudia las carrozas, las cuales aparecieron hacia 1880.

En el cuarto, se muestran las carrozas, aparecidas hacia 1880 y que los autores diferencian de las carnavalescas de La Habana por incorporar elementos de teatralización intencionados y contar una historia con personajes.

El capítulo cinco se refiere al signo distintivo de las parrandas: los fuegos artificiales.

Finalmente, en el capítulo cinco se habla de los fuegos artificiales, símbolo distintivo de las parrandas: un espectáculo impresionante para quien lo ve por vez primera, dijo Silvana.

El sexto capítulo está enfocado en el Museo de las Parrandas

El sexto capítulo está enfocado en el Museo de las Parrandas, considerado como el primero de arte popular en Cuba. Se encuentra ubicado en el Centro Histórico Urbano de la Ciudad de Remedios y fue declarado Monumento Nacional en 1980.

En opinión de la editora, estas fiestas son una pasión, casi genética, de los remedianos, incluidos los ausentes. Señaló que este texto puede constituir el punto de partida de un proyecto mayor: “el gran libro sobre las parrandas cubanas, que descubrirá al mundo la riqueza y diversidad de una tradición que debemos preservar y enriquecer”.

Ponderó la pasión, amor y deseo con que se hizo este volumen donde Larramendi documentó desde el proceso previo organizativo hasta la preparación de las carrozas y trabajos de plaza, la confección del vestuario y el maquillaje “antes de contagiarse con la música, el colorido, las explosiones, el olor a pólvora y devolver imágenes muy vívidas de tanta creatividad y alegría”.

“Este texto puede constituir el punto de partida de un proyecto mayor: ‘el gran libro sobre las parrandas cubanas’”.

Por último, el fotógrafo advirtió que el libro es solamente una incitación de lo que allí se puede ver y vivir: miles de personas apiñadas, en comunión fraternal, en apenas unas cuadras, sin que se evidencie ninguna manifestación de violencia física ni sicológica.

“(…) miles de personas apiñadas, en comunión fraternal, en apenas unas cuadras (…)”.

La impresión de Las Parrandas de Remedios. 200 años de historia y tradición fue posible gracias al auspicio del CNPC, la Red de Oficinas del Historiador y del Conservador de las Ciudades Patrimoniales de Cuba, la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación así como la Oficina del Conservador de San Juan de los Remedios.

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