Los cubanos somos de música y ritmo. No hay dudas. Muy temprano, encontramos en la música un medio para expresar nuestros sentimientos más íntimos, los propios y universales, y la incorporamos de manera espontánea al proceso de formación de la identidad nacional.

Recientemente tuvimos la oportunidad, de lujo, de asistir, en el espacio “Cultura y nación” de la Sociedad Cultural José Martí, a una conferencia impartida por Jesús Gómez Cairo, director del Museo Nacional de la Música, en la que el investigador se refirió a las connotaciones para la cultura cubana, de tres canciones que bien conocemos en la Isla: La Bayamesa de Céspedes, Castillo y Fornaris, la de Perucho Figueredo, devenida Himno Nacional, y la de Sindo Garay.

Cuando escuchó por vez primera La Bayamesa, de Pedro Figueredo Cisneros, José Martí quedó impactado por la fuerza y la belleza de la canción. Recorría Tampa y Cayo Hueso, en Estados Unidos, en ese afán permanente de aunar voluntades y recursos con que sustentar la causa emancipadora en la Mayor de las Antillas. En aquellos sitios, los revolucionarios de la emigración la cantaban ya con frecuencia.

La Bayamesa, creada por Pedro Figueredo en 1867, era popular “sobre todo en Tampa y en Cayo Hueso, pero también se conocía en Nueva York [y en otras ciudades]”, asegura el musicólogo Jesús Gómez Cairo.

Cuando escuchó por vez primera La Bayamesa, de Pedro Figueredo Cisneros, José Martí quedó impactado por la fuerza y la belleza de esa obra. Imagen: Tomada del Museo Nacional de la Música

Tan hondo caló el himno en Martí que este encargó a un músico, también cubano, la transcripción de la partitura para publicarla en el periódico Patria. “Fue la forma que Martí encontró de enaltecer esta obra, concebida por su autor como un himno de combate, de lucha, y que más tarde llegó a convertirse en el Himno Nacional de Cuba”.

“Pero las otras Bayamesas también”, apunta Gómez Cairo. Y es que la letra que nació inspirada por el amor a una mujer devino luego canción de amor a la patria libre. “La de Céspedes, Castillo y Fornaris, que fue la primera en 1851, estaba dedicada a una mujer del lugar donde nació después la revolución y las personas que tuvieron que ver con el origen de esa revolución. En primer lugar, él [Céspedes], que fue el gran gestor, el gran líder de ese alzamiento y de la configuración incluso del Ejército Libertador, del cual fue jefe principal; incluso llegó a ser presidente de la República en Armas. No por gusto las generaciones posteriores de cubanos le hemos llamado el Padre de la Patria”.

Mucho después de la serenata en la que se estrenó, La Bayamesa perteneciente a Céspedes, Castillo y Fornaris se escuchaba en los campos de batalla con la misma música, pero con una modificación en su letra que la convertía en himno de combate para los revolucionarios. “Era, además, la canción de cuna con que las mujeres arrullaban a los pequeños en la manigua cubana”, agrega el historiador Eduardo Torres-Cuevas.

“Estamos hablando de cubanía, de patriotismo, de la lucha por la libertad (…), del efecto que lograron esas tres Bayamesas en las generaciones posteriores y que siguen teniendo en nosotros”.

“Finalmente —explica Gómez Cairo— tenemos la de Sindo Garay, Mujer bayamesa, que es como un culto al glorioso pasado, a esa gloriosa ciudad, a ese glorioso pueblo, a la mujer bayamesa que fue capaz de incorporarse a la guerra, quemar sus propiedades e irse a la manigua con su esposo y sus hijos a luchar por la independencia de Cuba.

“Esas tres Bayamesas adquieren un grado de simbolismo en nuestra cultura y también en nuestra Historia patria. Tienen mucho que ver unas y otras en cuanto a obras musicales, en cuanto a texto y en cuanto a reflejo de una conciencia de la cubanía y de la cubanidad que se expresa a través de lo bayamés, pero de lo bayamés que se entiende como la quintaesencia de lo cubano, tal como se entendió en aquel momento.

“Es decir, estamos hablando de cubanía, de patriotismo, de la lucha por la libertad, del que llegó a ser Himno Nacional de Cuba, del efecto que lograron esas tres Bayamesas en las generaciones posteriores y que siguen teniendo en nosotros, que estaban también en el alma y en el pensamiento de los que, junto al Comandante en Jefe Fidel Castro, nos liberaron para siempre de cualquier yugo opresor”.

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