He leído una declaración de LASA (Asociación de Estudios Latinoamericanos) 2021 que singulariza a Cuba a partir de cierta “preocupación” por “El trato que reciben académicos y académicas, intelectuales y artistas en Cuba”. Quiero dejar claro mi posición personal al respecto. EL trato que reciben la inmensa mayoría de los académicos, artistas e intelectuales de Cuba es de apoyo por parte de la sociedad y el Estado incluyendo, en medio de la crisis que significa la pandemia, no solo los derechos que gozan todos los cubanos a la salud y a una atención médica de primera línea, sino además, a un sistema de apoyo económico y subvenciones que les permiten, en una coyuntura de drástica contracción económica, tener un sustento económico mínimo y decoroso que les permite seguir creando, estudiando e investigando.

El sistema de publicaciones, medios especializados y otras formas de socialización de que goza Cuba para sus intelectuales es uno de los más completos de América Latina y está no solo protegido, sino promovido por el gobierno y el Estado cubano. Más aún, el gobierno y el Estado cubano en estos mismos momentos promueve un diálogo, a los más altos niveles, con la intelectualidad cubana, incluyendo sus artistas, escritores, investigadores y científicos; entre otros, en búsqueda colectiva de propuestas, de soluciones para los problemas del país en todos sus ámbitos. Cuba se está diseñando sobre la base de la inclusión de todos los que tengan algo que contribuir a su Revolución.

Ese diálogo sencillamente no tiene parangón en toda América Latina. La generalización de la declaración de LASA, presiento que a partir del criterio sesgado de unos pocos, y refiriéndose a hechos puntuales cuyo carácter y complejidad no tienen en cuenta, es injustificada. Esa injustificación se vuelve bochornosa si consideramos que esa misma declaración, cual hoja de parra, hace una tibia condena al bloqueo, equiparándola, en el espíritu de su declaración, a la supuesta violación, asumida como generalizada por falta de matices, de los derechos de los intelectuales en Cuba. El terrorismo de estado y el carácter genocida del bloqueo no cabe en ningún texto donde se pretenda usar su condena como coartada para otros propósitos. La condena al bloqueo ha de ser sin peros, por un sencillo acto de valor hacia el ser humano, en este caso, el ser cubano. Destaca además que en momentos en que en la región se reprime sin muchos disfraces en tantos países, la declaración singularice a Cuba, amén de un par de otras declaraciones respecto a Colombia y Paraguay. Hoy intelectuales, profesionales y estudiantes latinoamericanos están siendo reprimidos, y sus ojos mutilados en Chile; están siendo reprimidos y asesinados en Colombia; están siendo obligados a autoexiliarse de Brasil; guardan prisión injusta en Ecuador; son reprimidos y han sido obligados a huir de Honduras. La lista es larga y no se agota.

En ese contexto, singularizar a Cuba con acusaciones ambiguas y generalizadoras, justo en medio de las jornadas mundiales contra el bloqueo, es prestarse al juego simbólico del imperialismo yanqui contra Cuba, que intenta constantemente buscar argumentos que justifiquen su política genocida. Invito a los intelectuales, y personas de bien de América Latina que se pronuncien contra esta declaración que cuando menos he de tachar de cobarde.