Libros y mercado: reyes y mendigos del universo literario

María Carla Gárciga
15/2/2016

El escritor uruguayo Fernando Butazzoni extraña los tiempos de antaño, cuando la cadena de realización y distribución del libro era mucho más sencilla y efectiva. “El texto pasaba por el escritor, el editor que lo publicaba y luego se circulaba. Podía tener éxitos o no, pero estaba ahí, en las librerías, en las bibliotecas y en la memoria de los lectores”.

En estos momentos, el proceso se hace mucho más complejo. Para publicar y distribuir la obra literaria el autor debe surtir no pocos escollos en el camino. Incluso, el hecho de publicar no garantiza per se la circulación de un volumen. Los entramados de las relaciones con los editores, los monopolios comerciales, las librerías, los recursos publicitarios, constituyen un monstruo de mil cabezas que deja a muchos en el camino.

Sobre estos temas versó la conferencia “Libros y mercado: reyes y mendigos del universo literario”, impartida por el también guionista de cine y periodista, quien funge como uno de los más destacados representantes de las letras uruguayas contemporáneas y ha sido acreedor de varios premios nacionales e internacionales en los ámbitos literario y cinematográfico. Invitado a la Feria Internacional del Libro de La Habana 2016, presentó este sábado en la sede de La Cabaña su novela Las cenizas del Cóndor, Premio Honorífico José María Arguedas de Casa de las Américas 2015.

Previamente, Butazzoni disertó en el Pabellón G-2 del propio recinto sobre los cambios acontecidos en el universo del libro en España y América Latina, donde una obra de papel es una mercancía efímera que si no tiene éxitos de venta se convierte en pulpa o en envoltura de cualquier objeto. “Los libreros no los quieren, el público no los compra, las editoriales no los mantienen en el almacén… Los libros de grandes autores, como Carpentier y Lezama no están en las librerías porque no se venden. Hoy está aconteciendo el fenómeno de que para vender hay que estar en el mundo promocional y salir en la televisión”.

Otra problemática que señala el intelectual uruguayo es la hiperconcentración editorial. Cada vez más, las obras se encuentran acaparadas por pocos y grandes monopolios, y las pequeñas editoriales luchan por sobrevivir en un ambiente muy negativo y adverso. Aunque existen formas alternativas de publicar como los concursos, el crowfunding, los agentes literarios y mecenas, la autofinanciación, todas chocan con el escollo de la distribución. Las grandes editoriales, por su parte, disponen de un gran poder de negociación y mercado.

“Algunos escritores suelen montar un escándalo para vender y eso funciona a corto plazo, pero pasa rápidamente. Hay otro grupo que tiene más confianza en la fuerza de su imagen (belleza, juventud y elegancia).  También existen grandes escritores que venden buenos libros, pero a su vez, hay escritores mediocres que venden muchos malos libros. Los grupos editoriales, con las ganancias de estos últimos, subvencionan las publicaciones de buenos autores que no se venden”.

Finalmente, Butazzoni reservó un espacio para el eslabón más importante de esta compleja cadena: el lector. “Entre la avalancha de libros que existen uno se pregunta, ¿para qué escribir? Creo que uno escribe para ser libre. Cada libro se escribe en el momento en que empieza a leerlo un lector y tiene tantos autores como lectores.

“Ni los editores son los reyes, ni los escritores ni los mendigos; los lectores son los verdaderos reyes. El lector no puede sentirse estafado al terminar un libro, tiene que creer que el tiempo y dinero invertido valió la pena, y a veces los escritores y editores se olvidan de eso: realizan productos que son de una simpleza ridícula o de una complejidad absurda. Es un problema que el lector no sea contemplado y respetado, hay que pensar en él”.