Los chicos mimados de Londres

Emir García Meralla
12/11/2020

Nicolás Reinoso había regresado a su cuartel general en el bar Las Antillas del hotel Habana Libre. Nunca había dejado del todo su grupo “madre”: Sonido contemporáneo; y con él regresaron el baterista Tony Valdés, el guitarrista René Luis Toledo y el percusionista y cantante Anselmo Febles, conocido como Chembo. Sus plazas en el grupo Afrocuba fueron cubiertas por el flautista Oriente López —que ocuparía la dirección general y musical—, el baterista Oscarito Valdés, en la guitarra Fernando Calveiro y la voz de Edy Peñalver.

Grupo Afrocuba. Foto: Internet
 

Las sustituciones para nada afectaban la calidad musical del grupo, aunque la salida de Chembo les privó de esa fuerte influencia de las tradiciones afrocubanas que en un comienzo marcaron su rumbo.

Su música encajaba dentro de esa corriente que se denominó música popular de concierto y que tuvo sus antecedentes en formaciones norteamericanas al estilo de Sangre, sudor y lágrimas, Chicago, Reporte del tiempo y la inglesa Orquesta de luces eléctricas. Aquella era una propuesta experimental en la que el jazz se fusionaba con elementos del rock y las músicas folklóricas de diversos países, a partir de las interacciones culturales que rodeaban a los músicos en ese entonces. Aún el término world music no se había acuñado.

El nuevo Afrocuba —perdón, debí decir el renovado— comenzó a proponer un sonido muy de vanguardia dentro de ciertas zonas de la música cubana que hasta ese entonces no se habían explotado a totalidad, y todo ello era obra de su director Oriente López y de la interacción con el resto de los miembros de la banda. Y aunque en determinado momento abandonaron su camino dentro de lo popular bailable con la salida de Edy Peñalver, su música caló en parte importante de un público que estaba generacionalmente más cerca de ellos que de su patrón inicial: Irakere.

Sin embargo, el gran momento de Afrocuba allende los mares comenzó cuando el saxofonista y promotor inglés Ronald Schatt (que cambió su apellido por Scott) y su socio Peter King se declararon públicamente admiradores de su trabajo y le abrieron las puertas de su club londinense: el mítico Ronnie Scott´s.

El Ronnie, como también es conocido, es el club insignia del jazz en el Reino Unido y una de las plazas más importantes de Europa desde fines de los años cincuenta del pasado siglo. Llegados los años ochenta, su programación seguía siendo tan atrayente como en sus comienzos, aunque para ese entonces los británicos vivían los años dorados del rock creado por sus músicos; aun así, las principales figuras de este género cruzaban el Atlántico para presentarse, al menos una vez al año, en ese local que se consideró el alter ego del neoyorkino Blue note o del Village.

El mítico Ronnie Scott´s, club insignia del jazz en el Reino Unido. Foto: Internet
 

Ciertamente fue Irakere y la maestría de Chucho Valdés la primera apuesta del dúo de promotores ingleses; pero será Afrocuba el mimado de esa fórmula y el que hará las temporadas más largas que haya tenido una formación cubana en el local a orillas del río Támesis.

Scott´s, además de ser una marca de peso dentro del mundo del jazz, disponía de una pequeña agencia de representación —hoy le llaman booking— que decidió crear una filial cubana para promover a estas dos formaciones en Europa, pero haciendo hincapié en Afrocuba; a tal extremo que sus giras londinenses implicaban presentaciones en diversas ciudades y en algunos de los más importantes teatros de ese país.

SKuba Promotion —así se llamó la oficina dedicada a Cuba— fue junto a la del cubano-catalán David Sandoval, el primer camino a la difusión a gran escala de la música surgida después de 1959; aunque ciertamente el catalán se concentró en lo popular bailable. Una de las prioridades de los promotores era lograr que Afrocuba coincidiera con lo mejor del jazz internacional que programaba el club londinense; por lo que a nadie debía sorprender que figuras de la talla de Nina Simone o Airto Moreira, entre otros nombres importantes, compartieran escenario con los cubanos la semana en que se presentaban en esa urbe.

Ronnie Scott´s había ido creando un catálogo discográfico muy selecto a partir de las grabaciones que en su escenario realizaron importantes jazzistas de todas partes del mundo y en ese catálogo incluyeron un concierto en vivo de Afrocuba, grabado en una de esas presentaciones en las que era imposible controlar a los asistentes (la banda llegó a imponerse de tal modo que sus presentaciones excedían la capacidad del local).

Eclecticismo, nombre de la placa, es considerado uno de los mejores fonogramas de la colección de ese pequeño sello discográfico y se ha mantenido entre los discos más solicitados, incluso en estos tiempos.

Una de sus presentaciones fue el detonante para que Afrocuba se involucrara en uno de sus más importantes
proyectos: ser la banda acompañante del trovador Silvio Rodríguez.
Foto: Ariel Cecilio Lemus/Granma/Cubadebate

 

Pero Afrocuba era un proyecto más ambicioso de lo que estaba al alcance de muchos. Entre una gira londinense y otra, se aventuraban a probar su repertorio en presentaciones semanales en el cine Acapulco, ubicado en la barriada del Vedado, y eran una de las bandas más esperadas en el Festival de Jazz de La Habana. Su repertorio siempre subvertía códigos y estilos dentro de la música que para ese entonces se escuchaba en Cuba; y una de esas presentaciones fue el detonante para que se involucraran en uno de sus más importantes proyectos creativos y profesionales: ser la banda acompañante del trovador Silvio Rodríguez.

Su música y su relación con el público cambiarían para siempre. Nacía un mito para la música cubana. Aun así, Londres le seguirá abriendo sus puertas.