Visitar por estos días el Taller Chullima de la capital cubana —antes reparadora de embarcaciones, ahora comunidad de creación artística— constituye un intenso desafío. Varios colectivos interdisciplinarios muestran el quehacer de sus modos de narrar, que desbordan estéticas tradicionales del arte al sumergirse en problemas contemporáneos desde perspectivas diferentes de sustancia antropológica, filosófica o social. El hilo conductor de cada formulación parte de Viaje al infinito, propuesta del artista Wilfredo Prieto —líder del proyecto— quien en pleno proceso de creación establece vasos comunicantes entre La Habana y su lugar de nacimiento, Zaza del Medio, ubicada a más de 300 kilómetros de la capital. La maqueta, presentada al público, recrea el símbolo matemático infinito transformado en autopista y está siendo ejecutada en estos momentos en áreas aledañas a su pueblito de origen. Considerado un megaproyecto, donde intervienen diferentes especialistas en construcción, la doble vía ocupará un área cercana a las 50 hectáreas y se integrará al paisaje a partir del concepto del land art.

¿Cómo se vincula Viaje infinito al resto de las propuestas que durante los días de Bienal se presentan al público? Las confluencias parecen nutrirse en la búsqueda acuciosa de establecer relaciones de entendimiento entre el arte, la ciencia y las disciplinas humanísticas que revelan preocupaciones existenciales sobre la sociedad, el ser humano y la necesidad de equilibrio con la propia naturaleza. Es así como se explica cada proyecto: Jardines que no existen, del arquitecto mexicano Alberto Kalach; Dado redondo, del dramaturgo español Joan Baixas; Viaje infinito, del artista visual cubano Wilfredo Prieto y Cocina extendida, del chef culinario cubano Raúl Bazuk, dueño del restaurante capitalino Grados.

En Jardines que no existen se abordan las urgencias de convertir a La Habana en una ciudad jardín tal como se infiere en la maqueta de doce metros de largo por uno de ancho montada en el taller. Por sus características, el arquitecto, con larga experiencia en tipologías de jardinería urbana, incorpora al proyecto conceptos devenidos de la jardinería japonesa donde se combinan elementos de piedras de diversos volúmenes junto a espacios seductores de plantas y arena reveladoras de serena tranquilidad espiritual. Aunque sólo quedó en proyecto, luego de ser expuesto a las autoridades del gobierno local como vía posible de rehabilitar los espacios públicos, el ideal de buscar el necesario equilibrio entre el hombre y la naturaleza se mantiene como testimonio gráfico imperecedero.

Dado redondo constituye un ejercicio original de vincular las artes visuales al teatro. Baixas parte del presupuesto de que las obras de arte pueden ser representadas teatralmente. Sobre tales presupuestos teóricos ha laborado con obras de Antonio Saura, Roberto Mata y Joan Miró, quienes —según él— poseen suficiente plasticidad para convertirlas en piezas tridimensionales, representadas por actores mediante un proceso sinestésico. Su performática visión, presentada en el Taller Chullima, fue aplicada a las obras instalativas del brasileño Cildo Meireles, a través de jóvenes actores cubanos que, unidos por cordeles rojos adoptan simultáneas posturas corporales para insinuar los vínculos que se establecen entre personas en una época de profundas paradojas sociales.

Viaje al infinito constituye una de las obras más emblemáticas del artista, luego de exhibir en diferentes capitales del mundo otras tantas, donde se aprecian las iniciales enseñanzas de Marcel Duchamp y de diferentes artistas conceptualistas que ayudaron a consolidar su discurso original. Prieto insinúa en cada obra instalativa que las preceptivas del arte tradicional pueden dinamitarse con la búsqueda en lo cotidiano de aquellos aspectos que pasan inadvertidos por la sociedad contemporánea, los cuales poseen valores antropológicos reveladores de la condición del homo sapiens acosado por las circunstancias. En Viaje al infinito se establecen vínculos que refrendan los nexos entre diversas escalas espaciales y conceptuales, entre la ciencia y la naturaleza, que derivan en un ejercicio de land art polisémico.

Cocina extendida posee el encanto del extrañamiento. Su autor recrea aquellos pasajes referidos a la comida en el filme norteamericano Matrix, a través de dos comensales sentados a la mesa y dispuestos uno frente al otro, que en determinado momento son grabados en tiempo real a través de televisores que se interponen entre sus cuerpos. De ese modo, los alimentos consumidos se reflejan en las dos pantallas en blanco y negro, lo cual crea un efecto de inusitado acercamiento entre lo virtual y lo real. Comenta Bazuk que esta experiencia, aplicada en su restaurante, tiene el propósito de establecer nexos invisibles entre los procesos alimentarios del cubano con las escenas del filme de ciencia ficción, que el pasado 31 de marzo cumplió diez años de su estreno mundial.

Una vez concluido el recorrido, resultan perentorios los desafíos de quienes aprecian el arte desde visiones poliédricas, contrarias a discursos hegemónicos unidireccionales. Son propuestas dimanadas del Taller Chullima que acercan la creación a la vida, que posee tantas infinitas variables como se transmuta en un laboratorio de creación colectiva. Cuando concluya la obra Viaje infinito en el lugar donde naciera Wilfredo Prieto, se habrá cerrado un nuevo ciclo de búsquedas sistémicas sobre la posibilidad que ofrece el intelecto humano en descubrir lo artístico en aquello que resulta cotidiano y hasta de apariencia anodina. No deja de ser una propuesta saturada de desafíos, al plantearse una nueva estética donde cada cual subvierte las normativas existentes. Es así como se transfieren los posibles valores simbólicos de la obra hacia experiencias que enriquecen el espectro cultural contemporáneo desde diversas dimensiones autorales.