Los ojos y las alas

Frank Padrón
12/12/2017

El león, el toro, el hombre y el águila volando: los cuatro seres vivientes del Apocalipsis “tenía cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos” [1]. Aún así, dudamos que les fuera posible abarcar todo el panorama de la teoría literaria mundial, ciencia relativamente nueva que, sin embargo, ya posee sólidas conquistas, no pocos enfoques, escuelas, autores y, resultado lógico de ellos, innumerables artículos, ensayos y libros enteros.

Desde Cuba, con un escaso par de ojos (si bien de larga visión y pupila aguda) y las únicas alas de la voluntad y el tesón (pensándolo bien, “vuelo” nada corto), Desiderio Navarro propone una “(h)ojeada” al vasto continente de la materia desde su antología Textos y contextos [2], cuyo primer tomo editara recientemente Arte y Literatura.

Hablar de la sistemática y valiosa labor del investigador cubano, en cuanto a traducción, selección y divulgación de lo más representativo en tal campo (valorando sobre todo abordajes desde ópticas generalmente marxista-leninistas), sería deslizarse en el obvio “lugar común”: ciertas etapas y/o números de las publicaciones Unión, La Gaceta de Cuba, Casa de las Américas  y sobre todo, Criterios —sección, boletín, revista—, o el premio especial de traducción UNEAC/86, así como premios de la crítica, son más elocuentes que cualquier elogio.

Con el libro que nos ocupa, se complementa una obra de años, de esfuerzos y desvelos a veces titánicos, que alcanzará su definitivo equilibrio a medida que las conocidas (y serias) dificultades editoriales, permitan la salida de los volúmenes siguientes. Por lo pronto, se cuenta con un grupo de estudios y estudiosos cuyo prestigio y reconocida valía, confieren el primer gran mérito al tomo: se encuentra en los 400 y tantas páginas, un espectro diverso y “jugoso” de la especialidad y muchas de sus líneas, que en un intento de agrupación y tematización (inevitablemente) esquemático, podría resumirse así:

1- Metodología y análisis (Szabolcsi, Bórev, Moles, Schlenstedt, Viani, Flaker).

2- Poética —histórica, matemática, teórica— (Marcus, Lotman, Mukarovski, Bakos, Moles, Bajtín, Flaker, Kóshinov).

3- La literatura vista dentro de otros contextos o en relación con diversas esferas (Markiewicz, Eco Zárev, Bajtín).

4- Supragéneros y movimientos (Clowinski/Okopien-Slawinska/Slawinski, Lijachóv).

5- Comparatística (Marino).

Ahora bien: el lector debe introducirse en el “follaje” de temas y lenguajes, en el profundo “mar” de (in)formaciones e ideas, no solo con la cautela y la audacia de un Jasón (pues encontrará terminologías, tópicos y zonas enteras de evidente dificultad), sino con la perspectiva de un Jano, y más aún, pues al doble rostro del legendario rey romano (hacia el pasado y el futuro), debe agregar una mirada sincrónica, muy enraizada en el presente.

Aclaremos: la totalidad de los estudios aquí incluidos (salvo una excepción, de 1948, que solo apoya el siguiente planteo) se inserta en las décadas del 60 y el 70, por lo cual se impondrán cotejos con ensayos posteriores de esos mismos —u otros— autores en la específica rama abordada, para una actualización que, por supuesto, no arrojan siempre aquellos.

Si, por ejemplo, casi todos los enfoques y elementos categoriales del ensayo “La épica”, se sostienen en pie; o si “Las funciones de la obra literaria” propuestas por Flaker (enriqueciendo los aportes de Mukarovski y Jakobson) tienen plena vigencia, “La noción de valor en la literatura comparada”, observa hoy nuevas aristas, como sabemos, y demostró alguna conferencia en el Fórum de crítica e investigación literaria celebrado recientemente en Cuba. Ni debe tampoco el lector seguir al pie de la letra, digamos, un aserto como este.

“En realidad, los estudios literarios son todavía una ciencia joven, no poseen métodos elaborados y comprobados empíricamente como los que tienen las ciencias naturales” [3].

Debe entender, así mismo, en “Los estudios literarios deben ser una ciencia”, de Iuri Lotman, que la defensa abierta del prestigioso semiótico soviético al estructuralismo (si bien ante la embestida “extremista” de la posición extrema” contraria, pero donde se echa de menos el señalamiento de las deficiencias del método), procede de 1967.

O sea, que la lectura, más aún, el estudio, ha de seguir rigurosamente el segundo término del sintagma que titula el libro: ser “contextual” en todo sentido, dialéctica, ubicando en tiempo cada idea, cada autor, cada página. Por lo que, aún cuando el inevitable paso del tiempo pese también en más de un aspecto (o hasta estudio completo) de los recogidos en la selección, la ventaja de poseer a mano un conjunto de textos importantes dentro de la teoría literaria mundial (prácticamente inéditos hasta ahora en Cuba), posee un valor no solo histórico.

Con respecto a lo que decíamos sobre la relativa dificultad en la lectura y aprehensión, no vamos a descubrir ningún “mediterráneo”: la constante especialización de toda la ciencia —la que nos confiere no es una excepción—, el empleo de una terminología necesaria para abarcar la propia complejización de los procesos cognoscitivos —de  la realidad toda—, exigen un doble esfuerzo de estudios, especialistas y lectores en general, que solo puede lograrse (como sabe Perogrullo) con el estudio tenaz y la auto-superación.

Pero hay algo que sí merece detenimiento mayor, y que no deja de ser abordado por Navarro en sus palabras introductorias [4]: el traslado a nuestro idioma —hostil para muchos de estos menesteres— de categorías que en otras lenguas (sobre todo eslavas) conocen más de un término. Salvo algunas pocas excepciones[5], el traductor ha logrado una muy completa y exitosa labor, al encontrar sintagmas análogos o bastante aproximados  a los originales, facilitando así la comprensión de los receptores.

En sentido general, puede hablarse (hasta donde es posible, claro) de coherencia estilística, de claridad expositiva y conceptual a lo largo de las muchas páginas que, como es lógico suponer, encierran una variedad en estos planos complementaria del heterogéneo conjunto.


 

RE-CORRIDO

El bizantino problema del espacio impide un comentario no ya in extenso, sino hasta breve, de los veintiún textos —(fragmentos de) capítulos, artículos y ensayos—  reunidos en el libro.

Tomemos,  ilustrativamente, algunos ejemplos de los que consideramos más significativos. Así, remitiéndonos a nuestro “cuadro sinóptico”, sobresalen: “El materialismo histórico y dialéctico en el estudio de la historia literaria”, de Tudor Viani (Rumanía), donde se sienta (y siente) el rigor y la amplitud de miras indispensables al investigador y estudioso en general (“Un historiador literario puede consagrarse a un aspecto limitado de la historia literaria, pero para que su trabajo dé todos sus frutos es necesario que él domine todo el horizonte literario” [6]), se reafirma el sentido dinámico y abierto, la utilidad —insustituible— de tal sistema filosófico para acometer  empresas como la historiografía, la crítica y cualquier terreno de esta ciencia.

“Un plano de la obra literaria”, de Dieter Schlenstedt (RDA), acerca de la representación en literatura, directamente vinculada con la teoría leninista del “reflejo”, y agudas reflexiones sobre textualidad. Y la sintética, pero expresiva y asequible tesis de Makulas Bakos (Checoslovaquia) “El problema de la valoración en el estudio del arte”.

“La poética matemática”, del rumano  Solomon Marcus, que establece no solo con mucha enjundia, sino con apreciables gracia y desenfado formales, los nexos entre “la ciencia de las ciencias” y la poesía; las posibilidades bien argumentadas de aplicar las conquistas de la primera al mundo de la segunda, junto con una útil jerarquización de los lenguajes (musical, poético, usual y científico)y una valoración crítica de las principales ideas y modelos de matemáticos aplicados al arte de las imágenes literarias (Birkhoff, Ghika).

También, “El análisis de las estructuras del mensaje poético en los diferentes niveles de la sensibilidad”, del francés Abraham Moles: una indagación a fondo sobre la “estética comunicacional”, las relaciones entre lenguaje y sonoridad, los diversos estratos de ambos elementos y, entre otros aspectos, la importancia de los metalenguajes para “taladrar” las complejidades de la poética (o de una “poética”), todo ilustrado con precisas figuras, y “Retórica e ideología”, del italiano Humberto Eco (que aplica un sentido semiológico a la aludida relación, apoyado en certeros ejemplos y un modelo exhaustivo sobre descodificación de mensaje poético).

Para nadie es un secreto la seriedad de nuestras dificultades objetivas y subjetivas, pero hay que luchar por la mayor actualización posible en una ciencia tan necesaria no solo para quienes vemos en ella alimento y herramienta de trabajo, sino también para muchos lectores y estudiosos que desean hacer de la lectura, un ejercicio más racional y científico, tal como lo exige nuestro tiempo.

En este “contexto”, hay que agradecer una vez más a Desiderio sus invalorables gestiones: tras beber en fuentes como estas, sentimos que nos han crecido un poco más, los ojos y las alas.

Notas:
Este texto se escribe a propósito de Textos y Contextos, selección de Desiderio Navarro.

1. Apocalipsis 4:8.

2. Textos y contextos. Selección, traducción y prólogo: Desiderio Navarro. Arte y Literatura, C. De la Habana, 1985; 446 ps. Todas las citas siguientes se hacen por tal edición.
3. Mijaíl Bajtín: “Literatura, cultural y tiempo histórico”, op. cit, pp. 287
4. Desiderio Navarro: “Textos y contextos: un balance, un inicio”, op. cit. p. 16 y ss.
5. Se lee: “La consecuencia inmediata es que una serie de operaciones consideradas tradicionalmente como “comparatísticas” (estudios de influencias, fuentes, relaciones binarias, migraciones de temas y tipos, Wirhungs-geschichte, etcétera) pasan necesariamente a un segundo plano…”. En; Adrian Marino: “La noción de valor…”, p. 353, op. cit.
6. Tudor Viani: “El materialismo histórico y dialéctico…”, p. 265, op. cit.