En el año 2010 se reconstituyó el Centro Unima Cuba, un acontecimiento que fue posible gracias al apoyo de muchas instituciones y amigos titiriteros del mundo, y con el trabajo acucioso de Rubén Darío Salazar, quién es actualmente, —y ha sido durante 3 mandatos consecutivos— el Secretario General de la organización en nuestro país. Desde ese propio año, y con la coordinación de nuestro Secretario, el Festival Internacional de Teatro de La Habana ha creado siempre un espacio en su evento teórico para promocionar la investigación y el quehacer de los titiriteros en la Isla. Esta 19 edición no ha sido diferente, el foro Unima también ha formado parte de esta programación virtual atravesada por la pandemia y el precedente de 18 meses con los teatros cerrados. Teatros que recién se abren y comienzan sus funciones a la par del festival.

Rubén Darío Salazar. Foto: Tomada del sitio de la AHS

Bajo el título Un retablo on line (Los títeres se pasan a las redes) el panel estuvo conformado por Nelson Álvarez, actor tiriritero y director del grupo Titirivida de Pinar del Río; Rocío Rodríguez, teatróloga y directora del Teatro El Mirón Cubano de Matanzas; Erduyn Maza, actor titiritero, dramaturgo y director de Teatro La Proa de La Habana; el invitado internacional fue el Dr. Manuel Morán, actor titiritero, cantante, dramaturgo y director de Teatro SEA de Puerto Rico/Nueva York, EUA y concluyó con la intervención del Premio Nacional de Teatro Rubén Darío Salazar, actor titiritero, dramaturgo, investigador, director Teatro de Las Estaciones de Matanzas.

Hablar de teatro de títeres en Cuba en el momento de la filmación —septiembre, 2021— era hacerlo de un teatro que estaba a la espera de volver a los escenarios, a los retablos. En algunos grupos ha sido un tiempo de investigación acuciosa, de reescribir textos que estaban pendientes, de reparar títeres, construir las nuevas producciones (escenografías, accesorios, personajes) o hacer breves trabajos de mesa para los trabajos por venir. Sin embargo, en el mejor de los casos, hablar del teatro titiritero cubano de este año 2021 significa hacerlo de un teatro que ha tenido que reinventarse y llevar sus “artesanías” a otros medios (internet, las redes sociales, la televisión) para poder ser y estar.

“(…) hablar del teatro titiritero cubano de este año 2021 significa hacerlo de un teatro que ha tenido que reinventarse y llevar sus ‘artesanías’ a otros medios (…) para poder ser y estar”.

No es novedad para nadie que una de las expresiones artísticas más golpeada por el aislamiento fue el teatro… que sí precisa del contacto físico real (entre actores, entre sus gestores y con el público) para constituirse en la expresión viva que es. En este aspecto creo que los titiriteros (por toda la visualidad que propicia la figura animada) y los que trabajan para niños (por la inminente responsabilidad con un público que nunca debe ser abandonado a su suerte) tuvieron ciertas ventajas. Al menos, en nuestras redes, fueron quiénes más y diversas dinámicas idearon y me atrevería a decir que también lo hicieron con mayor constancia, convirtiendo los post en frecuentes series, algunas de ellas, por su calidad y aceptación masiva, terminaron siendo transmitidas en televisión nacional. Hubo clases por WhatsApp que luego se divulgaron en internet, pequeños talleres de confección de títeres, se crearon cápsulas teatrales de pocos minutos con figuras animadas, retablos y, por supuesto, también hubo noticias, reportajes, repasos de repertorios, entrevistas. La actividad de los teatristas en las redes fue un claro exponente de las ansias de no detenerse.

“(…) una de las expresiones artísticas más golpeada por el aislamiento fue el teatro (…)”. Foto: Sonia Almaguer/tomada de Cubaescena

En el foro cada invitado define de una forma dolorosa la experiencia pandemia: “plateas vacías” las llama Nelson, “adiós sin pronóstico” refiere Rocío; “temor a la asfixia” resume Erduyn; “una experiencia de transformación” aporta Manuel y como “un batacazo durísimo” sentencia Darío.  

Los títeres se pasan a las redes… intentó convertirse en un diálogo sobre sus aprendizajes en este año de teatros cerrados, sobre las aportaciones que este largo período de prueba les ofreció a muchos creadores y no asombra que aquí vuelvan a emerger las coincidencias de los debutantes en una nueva manera de hacer arte: la audiovisual. Un conjunto de personas dedicadas por 30, 20 o 10 años al medio teatral, a esa experiencia de “telón abierto, la gente respirando y las luces dando calor en la cara”[1] y que ahora sólo tenían una cámara al frente. Los panelistas se referían al reto en términos como “romper la inercia” (Rocío), “asumir el riesgo” (Nelson), “alternativa para continuar” (Erduyn), “repensarse” (Manuel) o “experiencia aficionada” como llama Rubén a sus primeras salidas al aire de filmaciones hechas con los celulares en la mano.

Los títeres se pasan a las redes… intentó convertirse en un diálogo sobre sus aprendizajes en este año de teatros cerrados (…)”.

Todos tuvieron que enfrentarse a un nuevo tipo de conocimiento: cámaras, planos, edición, luces no-teatrales, un nuevo control en los tonos de la voz, en la dirección de la mirada, aprendieron a escribir guiones, tuvieron que sintetizar, agilizar momentos que suelen recrearse en las dramaturgias teatrales.

Por supuesto, el panel es solo una muestra representativa de los teatristas cubanos que utilizaron las redes como un medio de expresión en tiempo de reclusión pandémica. En Mayo del 2020, Entretelones, la publicación del Consejo Nacional de las Artes Escénicas en Cuba, dedicó su número mensual justamente a las experiencias de los titiriteros en las redes, tanto en Cuba como en otras partes del mundo, hay allí detalles de mucha de la actividad virtual de los titiriteros cubanos. Pero creo que a los panelistas los signa la sistematicidad con que mantuvieron sus series y que casi todas, en el caso de Cuba, terminaron por convertirse en programas radiales y televisivos que se han hecho habituales en emisoras y canales provinciales o nacionales, respectivamente.

Dentro de las exposiciones de los participantes aflora aquella máxima que no por común deja de ser válida: las redes, en el teatro, llegaron para quedarse. Nelson Álvarez habla de mantener una línea creativa en las redes sociales, de un próximo estreno que incluirá el uso de tecnología como parte de su interacción dinámica con el público presente y refiere lo mucho que ha aprendido en este tiempo de autogestión (que significa más independencia) y autopromoción. Rocío Rodríguez habla en futuro de nuevos proyectos audiovisuales que promueven a escritoras jóvenes cubanas, podemos inferir que sus audiovisuales no dejarán de hacerse cuando el teatro vuelva a su modo presencial. Manuel Morán predice que hará un teatro más cargado de “compasión” en lo personal, el encierro, la muerte de amigos y colegas, le han hecho introducir ya nuevos temas como la muerte, la pérdida, la ancianidad, todo esto presente en su último estreno en las calles de New York de “Los Grises” y por supuesto celebra haber descubierto este medio como un recurso “para expandir no sólo a su región inmediata de público sino hacia todo el mundo” a través de experiencias como The Airplane/ El avión que podemos localizar desde su canal SEA Kids Network.

“(…) las redes, en el teatro, llegaron para quedarse (…)”.

Erduyn Maza comenta: “Cultivamos una nueva audiencia solo para estos medios, y sedujimos un público potencial para cuando abran los teatros (…) Es una plataforma diferente a un escenario real, pero creo que es necesario conquistarla, para no encapsularnos en el tiempo. El teatro debe avanzar”. Y me gustaría cerrar con una coda optimista de Rubén cuando asevera: “El teatro ganó en la pandemia y para el que no ganó fue porque sencillamente no se atrevió, no se arriesgó, y no vivió un momento de cambio y transformación”.


Nota:
[1] Cito a Rubén Darío Salazar en el FORO
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