Margaret Atwood: una escritora de lo humano

Dai Liem Lafá Armenteros
13/2/2017

El público abarrotó este viernes la Sala del País Invitado, dedicada a Canadá en la 26 Feria Internacional del Libro en San Carlos de la Cabaña. La anunciada presencia de la escritora canadiense Margaret Atwood, todo un ícono en la literatura de su país, junto a su compañero en la vida y las letras Graeme Gibson, despertó y satisfizo expectativas.

Poemario bilingüe de Margaret  Atwood, publicado por la Colección Sur y disponible en La Cabaña.

A vuelo de pájaro, figuras de la intelectualidad cubana recorrieron la obra de Atwood, en un escenario donde estuvieron presentes el ministro de Cultura de Cuba, Abel Prieto Jiménez, el presidente del Senado canadiense, George Furey, y el director del Centro Cultural Dulce María Loynaz, Jesús David Curbelo.

La Premio Nacional de Literatura Nancy Morejón evocó el recorrido de una Margaret, primero poetisa, y luego sumergida en el laberinto de la escritura de ficción, llevada por su virtud de poder expresar un mundo interior de gran lirismo conectado con la rica cultura de su país y su variedad de culturas, etnias, lenguas y climas.

Margaret es una poetisa inclusiva, pues su obra también atiende rasgos de las culturas originarias canadienses, los inuit particularmente. El aliento de su obra defiende siempre lo más humano, afirmó la destacada intelectual.

Con pasión dialogó la profesora universitaria, poetisa y traductora, Susana Haug, quien aseguró que las obras de Atwood no son escritas para mujeres, sino que ella escribe sobre lo humano, sin dejar fuera sus preocupaciones relativas al planeta.

Con Gibson comparte la pasión por dar voz a los desposeídos y marginales, apuntó Haug, autora cubana que en el año 2000 mereció los premios Calendario de cuento, Farraluque de cuentos eróticos y el Ismaelillo de literatura para niños.

Y precisamente esa visión tan humana es hilo común en los títulos puestos a disposición del público en la Sala del País Invitado, donde los presentes pudieron llevarse un autógrafo de Margaret y Gibson al adquirir los volúmenes El quetzal resplandeciente y otros relatos, Movimiento perpetuo, Desde el invierno y Antología Poética.

Se despidió del público la icónica escritora canadiense con la lectura del poema “La blusa roja”, dedicado a su hermana.

En los tiempos políticos que vive el mundo —dijo— es muy importante el intercambio a través de la literatura. A su vez, Gibson saludó el intercambio entre Canadá y Cuba, y aseguró que este puede extenderse no solo en el ámbito de las letras, sino en el de todas las manifestaciones de la cultura.