El 5 de febrero de 1900 nació, en la ciudad de San Petersburgo, Mariana de Gonitch Justikaya, soprano dramática y pedagoga de renombre internacional.

Su padre la inicia en estudios de la enseñanza general, idiomas y solfeo, piano y ballet en el Conservatorio Imperial de San Petersburgo, donde conoce a Anna Pavlova y V. Nijinsky.

Sus primeras clases de canto las recibe con la célebre soprano rusa Medea Figner, solista de la Ópera Imperial del Gran Teatro Mariinsky.

Traslada su residencia a París, donde es recibida como discípula del afamado tenor francés Paul Leire, quien estrenara el personaje de Don José, de la ópera Carmen, de G. Bizet en su premier mundial.

Estudió canto con el profesor italiano Cesare Esturani, aprendió del repertorio alemán con Elizabeth Kutcherra y del francés con Paúl Lehérie.

También de la eminente soprano Elizabeth Kutcherra, estrella de las temporadas wagnerianas en los teatros de Viena, Berlín y Leipzig, recibió clases magistrales de repertorio.

A los 23 años de edad debuta con éxito en el Gran Teatro de la Ópera de París y el Teatro de los Campos Elíseos interpretando los personajes de Doña Ana y Margarita en las óperas Don Geovanni, de Mozart, y Fausto, de G. Gounod; iniciando así una carrera artística por las principales salas de conciertos y teatros de la ópera del mundo.

“Una mujer como Mariana de Gonitch, que ha ligado su vida a la vida del país que escogió para residir y enseñar, conmueve el temperamento más insensible”. Foto: Sputnik Mundo

En 1928 interpretó el personaje de Margarita de la ópera Fausto, con Fedor Chaliapin en el rol masculino. De su encuentro con el famoso bajo ruso recuerda Mariana de Gonitch: “El día que conocí a Chaliapin, el bajo más grande que ha existido, me parecía mentira que él aceptara cantar conmigo.

“Yo era una soprano joven que empezaba, y él, un consagrado. En aquella época, 1928, yo estaba radicada en París y viajé a Leipzig por solicitud de su empresario […]. A mi llegada, el empresario me comunicó que debía cantar en ruso y yo, aterrada, le respondí que solo había interpretado el papel de Margarita en francés. En eso, Chaliapin, que hasta entonces no había hablado, me dice: Bueno, si cantas como te ves, serás una magnífica Margarita, pero no te preocupes, hoy solo ensayaremos la parte dramática. Y me fue diciendo cómo debía comportarme en el escenario. Él era un excelente actor, y a él le preocupaba mucho el aspecto dramático. Esa noche le canté, y me aceptó de buen grado […]”.

Después de la actuación con Chaliapin, lo hizo con Tito Schipa, Lauri Volpi, Miguel Fleta, John Charles Thomas, Pavel Lúdikar, G. Dubrowsky, Marcel Journet, Iván Petroff, en los más importantes teatros de Francia, Inglaterra, Alemania, España, Portugal, Holanda, Suiza, Estados Unidos y Cuba.

Como soprano dramática, tuvo una participación destacada en los personajes de las óperas Cavalleria rusticana (Pietro Mascagni), Tosca (Giacomo Puccini), El trovador y Aida (Giuseppe Verdi), Guillermo Tell (Gioachino Rossini), Fausto (Charles Gounod), Herodías (Jules Massenet); Tannhäuser y Lohengrin (Richard Wagner), El príncipe Igor (Alexander Borodin), La dama de pique y Eugene Oneguin (Piotr Ilich Chaikovsky).

De inmediato se incorpora con Marcel Journé en los Champs Elisées, en la Margarita, del Fausto, iniciando una brillantísima carrera artística por las principales salas de conciertos y teatros de ópera del mundo; en París desarrolló una importante labor concertista con un repertorio que incluía Aída, El Trovador y Tristán e Isolda, y llegó a las casas de ópera más trascendentes de todo el mundo.

Tras su elección, entre casi cien de las más relevantes sopranos del mundo, para interpretar, en 1928, en el Teatro de la Ópera Alemana (la Stadtsoper), la Margarita del Fausto en histórica función con Feodor Chaliapin y un elenco todo ruso, ya era estrella de las temporadas wagnerianas en los teatros de Viena, Berlín, Leipzig, Mónaco y una temporada en Ginebra, donde había cantado el Guillermo Tell con Aureliano Pertile (el mejor tenor del mundo para dicha ópera) quien, según el programa, alternaba con el napolitano Enrique Caruso (1873-1921) el más famoso tenor del mundo; y con sus antecedentes pedagógicos en España fue contratada por una Compañía Internacional de Ópera para Barcelona tras una gira por toda la península, con Lauri Volpi y Titto Schippa.

“Tras su elección, entre casi cien de las más relevantes sopranos del mundo, para interpretar (…) la Margarita del Fausto en histórica función con Feodor Chaliapin y un elenco todo ruso, ya era estrella de las temporadas wagnerianas”.

Valiente, sensible y emprendedora, siempre del lado de las causas más nobles y humanísticas, la prestigiosa cantante Mariana de Gonitch llegó, el 9 de agosto de 1940, a Cuba, donde se establece y es contratada por la Sociedad Pro-Arte Musical para cantar en el Teatro Auditórium. Aquí, su voz excepcional y su altísima cultura la definieron como gran revelación con un vasto repertorio que va desde soprano lírica hasta lírico spintu o dramática.

Actuó en un programa de la radioemisora RHC Cadena Azul, que dirigía el compositor y director de orquesta Rodrigo Prats. Dirigió un programa musical que se trasmitía por Radio Mambí.

En 1945 crea la prestigiosa Academia de canto Mariana de Gonitch, donde desarrolló una excepcional y fructífera labor pedagógica al formar a figuras como la gran soprano Esther Valdés y a otros artistas del bel canto como Alina Sánchez, Martha Cardona, Martha Strada, la soprano Ana Julia García, Humberto Lara y Mario Travieso.

En Cuba, donde decidió fijar residencia, realizó interpretaciones para el público hasta 1965, cuando cantó por última vez, en el entonces Lyceum del Vedado (Casa de Cultura Municipal de Plaza de la Revolución), lugar donde fue develada una tarja en su honor.

En 1947 integró, como Invitada de Honor, la Organización Mundial de Mujeres y la Comisión de Guerra y Junta de Defensa Civil con otros artistas e intelectuales progresistas cubanos.

Mariana, mujer comprometida con los ideales más justos de la humanidad, ya había recorrido un camino ejemplar antes de establecerse en Cuba.

Fue condecorada por la Cruz Roja Internacional con la Orden y Medalla de Oro al Mérito.

En 1965, cantó públicamente por última vez en el entonces Lyceum del Vedado (Casa de Cultura Municipal de Plaza de la Revolución), lugar donde fue develada una tarja en su honor. Foto: Cortesía del autor

De ella señaló Nicolás Guillén: “Una mujer como Mariana de Gonitch, que ha ligado su vida a la vida del país que escogió para residir y enseñar, conmueve el temperamento más insensible”.

Murió el 14 de enero de 1993 en La Habana, donde vivió 53 de los 93 años de su fructífera existencia.

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