Martí visita la ciudad de Ocala por primera vez en julio de 1892, en viaje de propaganda. Después de constituido el Partido Revolucionario Cubano, la tarea inmediata consistía en ampliar sus bases entre los emigrantes, tanto los que vivían en los Estados Unidos como los radicados en otras tierras y hacer conexión con los cubanos en la Isla. Sin ellos, la organización de la guerra era imposible. Para ello Martí visitó varias localidades donde había emigrados cubanos: Tampa, Cayo Hueso, San Agustín, Jacksonville, Filadelfia.

Desde esa vez, Martí quedó impresionado con esa bella localidad, especialmente con la confraternidad que encontró entre estadounidenses y cubanos, entre negros y blancos, así como entre personas de diferente estatus social. En la tribuna tuvo que hablar en español y en inglés, para que todos le entendieran directamente, sin el peligro de que se perdiera un matiz con la traducción.

En carta a Gonzalo de Quesada y Aróstegui, le dice:

…ayer llegamos a Ocala, el lugar, sereno y frondoso, recuerda a Cuba, es tierra de delicias, donde los cubanos viven dichosos. Habrá unos cuarenta hoy, o unos cincuenta, trabajando con manufactureros generosos que ya tienen, levantadas por el pueblo, tres fábricas hermosas, ya a punto de abrirse.

En proporción a la cantidad de habitantes que tenía Ocala, y comparada con otras ciudades de la Florida, ninguna tuvo más clubes revolucionarios que esta, entre los cuales se destacaba el Hijas de la Patria, en cuya directiva se veía cómo a nivel familiar se reforzaba la unión entre los cubanos en Ocala: Georgia Castillo de Angueira, Inés Lorenzo de Vidal, Juana Rodríguez de Cuesta, Asunción Castillo de Camus (esposa del Dr. Fermín Valdés Domínguez), Aurora Coca de Granados, Irene Bussi de V. Fornés, Natividad Carbonell de Cañizares y Regla Pinet y González, entre otras, eran las cubanas que por su patriotismo llegó a decir Martí: “¡Tienen un hijo, y de pabellón de la cuna le ponen la bandera!”.

Martí habla en uno de los clubes de cubanos en Ocala. Foto: Tomada de Vanguardia

A partir de 1890 comienzan a llegar los primeros emigrados cubanos a Marion County —importante centro de producción de cítricos—. Formaban parte de un grupo de obreros de Tampa y Cayo Hueso contratados por dos inversionistas locales.

Estos se establecieron al oeste de la ciudad, en una zona que al principio llamaron Havana City, zona posteriormente popularizada como Havanatown, descrita como un suburbio próspero e importante con cinco grandes fábricas de tabacos, más de 100 viviendas, y una notable población cubana. Las fábricas, La Criolla Manufacturing Company y The J. Vidal Cruz & Company eran las de mayor producción. Ya en 1906 la localidad disponía de 13 fábricas de tabaco. Havanatown, después denominada “Martí City” por decisión de sus propios habitantes, llegó a ser una comunidad singular: industriales y obreros, blancos y negros, anarquistas y conservadores, cubanos, españoles, americanos e italianos la integraban.

Carolina Rodríguez, La Patriota. Foto: Tomada de Vanguardia

Acompañado en su accionar revolucionario por José Dolores Poyo, el General Carlos Roloff y Carolina Rodríguez[1] —conocida como La Patriota, con cerca de 70 años y con las más ricas credenciales revolucionarias—, otra vez estuvo Martí en Ocala en el mes de diciembre de 1892. Celebraron un acto en memoria de los estudiantes caídos el 27 de noviembre, en la manufactura de J. Vidal Cruz. En la mesa de la presidencia y de los oradores, sobre una tela blanca, bordaron la palabra Fraternidad.

“En proporción a la cantidad de habitantes que tenía Ocala, y comparada con otras ciudades de la Florida, ninguna tuvo más clubes revolucionarios que esta”.

Una crónica sobre aquella visita apareció a los pocos días en Patria, firmada por “Un soldado”. Después de describir las atenciones que tuvieron los americanos con los visitantes, se preguntaba el reportero anónimo:

¿Qué dirán los que creen que en esta tierra no tenemos amigos, si hubiesen visto a Martí rodeado desde su llegada del mejor elemento americano de Ocala, de lo más respetable de esta localidad? …La verdad es que apenas hemos gozado de la visita los cubanos porque a las pocas horas de la llegada, el interés público requirió que el Meeting fuese en inglés… El teatro de Ocala, que no se abre nunca para los hombres de todos los colores, se abrió esa noche, en honor de la visita… Martí habló en inglés.

Después de un paseo por la ciudad, Martí y sus acompañantes se reunieron con los cubanos, y añade la crónica: “Martí nos contó nuestra historia, nos hizo vivir en la guerra pasada, nos explicó las dificultades de nuestra política presente…” En otro momento dice el periódico: “Ocala es de lo más hermoso en nuestra emigración. No hay allí un solo cubano que no trabaje por su patria, y ni una sola cubana… Aprendan los cubanos descreídos de otras partes, con estas pruebas de fe y de constancia patriótica, a tener más esperanza en la virtud de su tierra…”. Y termina el escrito con la descripción del banquete de confraternidad con el que concluyó el agasajo, y comenta: “…No vi nunca, en una mesa de dos razas, cordialidad tanta… Nosotros quedamos aquí con el corazón lleno de ellos (los visitantes), para ayudarlos en su obra, para imitar su prudencia, y para cumplir con la patria y con ellos nuestras obligaciones…”.

Con fecha 22 de septiembre de 1894 apareció en el periódico Patria una carta de Martín Rodríguez, vecino del lugar, en la que daba a conocer la constitución de una comunidad independiente de cubanos:

Con justos motivos de plácemes me dirijo a usted para avisarle la constitución de nuestra comunidad independiente, levantada y regida por los propios cubanos. El primer municipio cubano que se establece en este continente es el de Martí City. No es posible que le pintemos los innumerables trabajos y sinsabores que nos ha costado, pero la perseverancia nos ha dado el triunfo. El 10 de los corrientes se celebró en esta ciudad la elección y constitución del Ayuntamiento. Se comenzó por la votación del nombre de la ciudad, y nos cabe la honrosa satisfacción de que por unanimidad fuese escogido el nombre de Martí City, este era el colmo de nuestras aspiraciones, y no hubo ni una sola voz en contra de este añorado deseo… Nosotros esperamos mucho beneficio de nuestro Ayuntamiento, y uno sobre todos, que nuestros hombres se vayan acostumbrando al gobierno propio….

En uno de esos recorridos suyos, dialogó Martí no solo con los patriotas cubanos que trabajaban en aquellas factorías tabacaleras, sino que sostuvo intercambio de criterios y explicó las razones por las que el pueblo de Cuba luchaba para reemprender la guerra que él llamó necesaria, con obreros norteamericanos a los que, gracias a su dominio del idioma inglés, pudo dirigirse en más de una ocasión.

Reunido con sus habitantes, les habló del espíritu unitario del Partido y de los trabajos que realizaban sus compatriotas en otras ciudades de los Estados Unidos para la organización de la lucha por la libertad de Cuba. La constitución de Martí City permitió que esa unidad se desarrollara con mayor espontaneidad y fuerza. Las comunicaciones oficiales que los cubanos desde allí enviaban a la delegación en Nueva York y los escritos que publicaba Patria de algunos de sus vecinos, ponen en evidencia la armonía que allí reinaba, y el entusiasmo y el orgullo que sentían por esa forma de vivir; una carta desde Ocala, de mayo de 1892, dice: “(…) yo no sé cómo poderle describir la alegría que se refleja en todos los semblantes, ni sé explicarle debidamente cuánto es el embullo que reina, ni cuánto es lo que se piensa hacer en el porvenir para bien de los cubanos todos, sin distinción alguna…”.

Al decir de Martí:

Allá, en las lindas casitas, pelean nuestras mujeres contra la escasez y la naturaleza. El menguado que hable de inferioridad del criollo, vea aldeas nuevas de yanqui, y vaya a ver luego las casas de Ocala, recién salidas de la yerba. ¡Pues todas nuestras mujeres, las de más y las de menos, hallan tiempo y ahorros, en la fatiga de ir sacando el hogar de la selva, para ordenar entusiasmadas el club de la patria! Mucho hemos de hacer nosotros los hombres para merecer a estas mujeres; mucho han de hacer ellas para complacer a la patria que les contempla… Ya es Ceferino Cañizares, que, al hablar desu compañera, remata así una carta: “Ella nació en un campamento, en los momentos en que este soldado tuvo la gloria de llevar la bandera que por nuestra incuria permanece plegada”.

Portada del libro Florida’s Cigar. Martí City. Ghost Town. Foto: Tomada de Internet

El investigador, Loy Glenn Westfall en su libro Martí City. Florida’s Cigar Ghost Town señala:

A lo largo de la breve estancia de Martí en la ciudad, la cooperación entre las dos culturas distintivas de Ocala fue evidente en las festividades, celebraciones, desfiles y numerosos eventos sociales. En agudo contraste con las políticas editoriales de la prensa de Cayo Hueso y Tampa, los periódicos de Ocala no han publicado editoriales o artículos negativos sobre los cubanos. Los documentos históricos afirman un verdadero sentido de la camaradería en lo económico, social y político entre ocalenses y cubanos. La primera comunidad industrial de la Florida aceptada por sus vecinos del sur, como Ciudad de Martí era única.

Hoy día, los visitantes llegan a Ocala tras las huellas de Martí City, ese significativo centro en que las mujeres constituyeron un elemento clave para la futura historia de Cuba.


Nota:

[1] Carolina Rodríguez fue una mujer insigne, que puso al servicio de la Patria su inteligencia clarísima y su extraordinaria actividad. Estuvo entre las más destacadas luchadoras por la libertad de Cuba del yugo español. Durante la Guerra de los Diez Años se destacó por su apoyo a las tropas del mayor general Carlos Roloff. Por una cobarde delación, fue deportada a Isla de Pinos. Al terminar su tiempo en ese territorio, tuvo que irse al exilio en La Florida, donde trabajó como despalilladora. Fue por esa época, cuando conoció a José Martí, que estaba entregado a la importante tarea de crear el Partido Revolucionario Cubano. Respondió al llamado de Martí y creó el Club Patriótico Díaz Marcano, en el que realizó una meritoria labor hasta que terminó la guerra. Por su destacado quehacer en pro de la libertad, los emigrados la llamaban La Patriota. Acerca de ella José Martí escribió en la edición del periódico Patria, correspondiente al 30 de abril de 1892, uno de sus más bellos elogios: “¿Quiere saberse cuál es el alma cubana? En un rincón de La Florida una anciana que perdió con la guerra su gente y su hogar sale a su taller hasta que oscurece. Con ojos de centinela y entrañas de madre, vigila por la libertad, sabe donde están todos los cubanos que sufren, sale a trabajar para ellos. ¡Esa es el alma de Cuba!”.

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