Hacer extensiva la obra de Fidel y su protagonismo en la gestación de la política cultural cubana, instituciones y procesos que han hecho de Cuba una nación más culta y por ende más libre, forma parte de los objetivos del Grupo de Extensión Cultural del Centro Fidel Castro Ruz, espacio que investiga, sostiene y promueve la vida y obra del líder histórico de la Revolución cubana.

En este sentido se diseñan acciones destinadas a conocer el pensamiento humanista de Fidel, presente en todas las áreas del conocimiento, incluso en la asunción del arte y la cultura como legítimos baluartes para lograr la transformación. Así se expresó recientemente Miguel Cabrera, profesor Titular de la Universidad de las Artes e historiador del Ballet Nacional de Cuba (BNC), en el conversatorio “Fidel y el Ballet Nacional de Cuba”. Un elogio que se erige justo cuando se conmemora el 25 aniversario de la fundación de la Cátedra de Danza de tan prestigiosa institución.

El Centro Fidel Castro Ruz es un espacio que investiga, sostiene y promueve la vida y obra del líder histórico de la Revolución cubana.

Esta acción desarrollada por el Centro Fidel Castro Ruz reconoce la impronta del Comandante y su accionar, con el triunfo de la Revolución, en la reorganización de la escuela cubana de ballet, cuyo método hoy es reconocido en gran parte del mundo, gracias a su rescate después de haber sido desterrada por la tiranía batistiana, en septiembre de 1956, por no prestarse Alicia y Fernando Alonso, y sus más cercanos colaboradores, a convertirse en un agente propagandístico de ese régimen sangriento.

Anclado en la memoria el recuerdo de la escasa subvención que recibía el conjunto, arrancada al Estado cubano desde 1950, por la presión de la FEU y de otros sectores progresistas de la nación, fue cercenada en vil represalia, lo que llevó a que los valores más prometedores quedaran viviendo solamente en el quehacer de la Academia de Ballet Alicia Alonso, cuyos directivos no perdieron nunca la fe en un futuro mejor.

Miguel Cabrera, profesor Titular de la Universidad de las Artes e historiador del Ballet Nacional de Cuba.

Entre las historias que siguen cautivando a las nuevas generaciones de jóvenes bailarines y público en general se cuentan los diálogos interminables de Fidel con Fernando y Alicia Alonso, sus visitas días después de la victoria a la casa de los Alonso para garantizar todo el apoyo para la restitución de la compañía, y el reconocimiento de Fidel, quien, en su condición de Primer Ministro firmó la Ley 812, promulgada el 20 de mayo de 1960, que no solo garantizó económicamente el futuro del ballet cubano, sino que hacía visible su valiosa labor en pro de la cultura nacional.

Evocando a la Escuela Cubana de Ballet y el prestigio ganado desde su nacimiento y a lo largo de todos estos años, el historiador del BNC Miguel Cabrera, ofreció un recorrido por las actuaciones más emblemáticas de la compañía y describió aquellos géneros danzarios que han acompañado la historia de la manifestación en nuestro país, desde los tiempos de la república hasta la contemporaneidad.

En este sentido destacó el areito, considerado la primera danza nacional, el zapateo cubano, la danza dedicada a los orishas e interpretada por Fanny Elssler en La Cachucha, desde el ballet El diablo cojuelo; la presencia en nuestros escenarios de la destacada bailarina rusa Ana Pávlova en La muerte del cisne, cuya actuación impresionó a los cubanos durante los años 1915, 1917, 1918-19.

“Entre las historias que siguen cautivando a las nuevas generaciones de jóvenes bailarines y público en general se cuentan los diálogos interminables de Fidel con Fernando y Alicia Alonso”.

A los tiempos actuales se trajo la fundación de la primera escuela de ballet cubana, la Sociedad Pro-Arte Musical, el debutde Alicia Alonso con la obra The waltz of The Sleeping Beauty el 29 de diciembre en 1931; la actuación del Ballet Ruso de Montecarlo, con la pieza Preludios en 1935, y se recrearon otros pasajes memorables haciendo énfasis en la actuación de la Prima Ballerina Assoluta en Giselle, junto a Anton Dolin y El Ballet Teatro.

Resaltan en este período la actuación del Metropolitan Opera House de Nueva York, en 1943, el ballet Antes del alba, la primera obra de tema social con pinturas del reconocido artista de la plástica cubano Carlos Enríquez, en 1947; el protagonismo de Las cuatro joyas del Ballet cubano, Aurora Bosch, Josefina Méndez, Mirta Plá y Loipa Araújo, y el ballet Canto vital, con Lázaro Carreño, Orlando Salgado, Andrés Williams y Jorge Esquivel.

Se rindió tributo en el encuentro a relevantes coreógrafos que han formado parte del BNC como Alberto Alonso, José Parés, Alberto Méndez, Gustavo Herrera, Iván Tenorio, Hilda Riveros, Gladys González, Eduardo Blanco, y se posicionó la continuidad del legado de la escuela a partir del trabajo de Sadaise Arencibia, Anette Delgado y Yanela Piñera y sus actuaciones en El lago de los cisnes, Cascanueces, Don Quijote, además de la exclusividad del quehacer y la entrega de Viengsay Valdés, actual directora general del BNC.

Gracias a la magia de la literatura, que nos permite archivar las crónicas de la humanidad, toda esta historia contada por quien además fuera testigo de la gesta cultural, el Dr. C. Miguel Cabrera, queda documentada en el libro El Ballet en Cuba: Apuntes históricos, un volumen publicado por la Editorial Cúpula de la Universidad de las Artes, que supone un encuentro con la Danza, la técnica, la expresión y los estilos, compilación realizada con la colaboración de los bailarines principales Chavela Riera, Yasiel Hodelin y Viengsay Valdés.

Fue el Comandante el creador y mayor impulsor de las escuelas de Arte en Cuba.

Como regalo especial, y a 25 años de fundarse la cátedra de Danza del BNC, el profesor e investigador impartió, durante esta acción, una clase magistral en el Anfiteatro Turquino, con Chavela Riera y Yasiel Hodelin, bailarines invitados del BNC.

“Encuentro con la Danza”, como la denominara el maestro, devino verdadero privilegio para el público compuesto, en gran medida, por familiares, ávidos de conocer puntualidades sobre el aprendizaje de sus hijos como estudiantes de esta manifestación.

Como espectadores también nos acompañaron especialistas, maestros de la Enseñanza Artística, e invitados como la maître Aurora Bosch, una de las Cuatro joyas del Ballet Nacional de Cuba, Viengsay Valdés, directora general de la compañía, Miriam Vila, fundadora de la Cátedra de Danza del BNC, el viceministro de Cultura Fernando Rojas, Nereyda López Labrada, directora del Teatro Nacional de Cuba, entre otras destacadas personalidades de la cultura quienes corroboraron el impacto de tantos años de esfuerzo, entrega y puesta en marcha del programa de desarrollo de la enseñanza artística en Cuba para cultivar esta especialidad.

El elogio a Fidel y su quehacer en la creación del BNC invitó a una gala cuyo repertorio se enfocó en mostrar lo diverso de la danza.

Entre las obras interpretadas estuvieron Mi bella Habana, coreografía de Iván de Armas; Pequeños Cisnes, de Vilma García y Sara Karla Cuellar; Invitación al Baile y El Vals de las Mariposas, de Mercedes Beltrán, directora actual de la Cátedra de danza; y African Drums, también de Sara Karla Cuellar, entre otras propuestas.

La maestra Ramona de Saá Bello dijo que la Escuela Nacional de Ballet “es un ‘virus’ del cual no se puede escapar”.

Fidel y el Ballet Nacional de Cuba es un tema al cual tendremos que regresar, no sólo para conmemorar 25 años de descubrir talentos y de contribuir a la fortaleza de la enseñanza del ballet en Cuba sino cada vez que se hable de la formación de un niño o adolescente en el ballet, en las artes plásticas, en el teatro, en la danza, o en el circo.

Recordemos que fue el Comandante el creador y mayor impulsor de las escuelas de Arte en Cuba, quien dio la posibilidad a niños y adolescentes de convertirse en artistas profesionales, capaces de sostener y continuar nuestras tradiciones artísticas y culturales.

A pocos días de celebrarse el 28 Encuentro Internacional de Academias para la Enseñanza de la Danza en la capital cubana, del 2 al 12 de abril, con la presencia de unos 300 participantes extranjeros de 14 países confirmados, lo que parecía un sueño de la Revolución naciente, es una realidad que se multiplica diversa y ascendente.

La cita, es el primer evento presencial del Centro Nacional de Escuelas de Arte y de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso, tras la COVID-19, y está dedicada al aniversario 75 del BNC y las nuevas generaciones de artistas.

En una entrevista realizada por el periódico Granma a la maestra Ramona de Saá Bello, una de las figuras más notables de la Pedagogía de la Danza en el mundo contemporáneo, reconocida internacionalmente, discípula de Alicia Alonso y por mucho tiempo directora de la Escuela Nacional de Ballet, la destacada maître agradeció al Comandante y posicionó su participación en el desarrollo de la Escuela.

“Si la maestra decía veinte, el comandante quería cincuenta…”.

La Escuela, dice, “es un ‘virus’ del cual no se puede escapar”, el sitio donde hoy está más presente que nunca el recuerdo de Fidel, sin el cual, asegura, no habríamos tenido una compañía como el Ballet Nacional. “Él ideó y fundó la Escuela Nacional de Arte y, cuando aquella escuela creció y se multiplicó, su presencia fue decisiva para que el ballet tuviera esta hermosa escuela que hoy lleva el nombre de Fernando Alonso, justamente, el primer director que tuvimos en la ENA”.

En la memoria, las conversaciones de Fidel con la Premio Nacional de Enseñanza Artística, mientras se forjaba la idea sobre cuál sería la posible matrícula de niños para inaugurar los primeros talleres que recibían a niños y niñas de cualquier lugar del país.

Si la maestra decía veinte, el comandante quería cincuenta… con ese afán quijotesco, emancipador, victorioso y revolucionario lo recordamos siempre desde el ballet, las artes en general, la belleza, la vida misma y en su pensamiento constante en torno a que mejor es posible si el arte y la cultura nos acompañan.