Mi cuerpo… ¿lo primero?

Ana María Domínguez Cruz
22/3/2019

Mirarse detenidamente frente al espejo. Cerrar los ojos, acariciarse y sentir. El cuerpo, el tuyo, el mío, el de cada cual, merece ser valorado, querido, tomado en cuenta. Porque como expresa Lizette Vila, directora del Proyecto Palomas Casa productora de audiovisuales para el activismo social, el cuerpo es nuestra vida.

El Proyecto Palomas propuso una meditación colectiva a partir de la concurrencia de diversos especialistas
en un panel que sesionó en el Centro Cultural Cinematográfico Fresa y Chocolate, de La Habana. Foto: IPS

 

“El cuerpo es nuestro primer espacio privado y público, es celebración de vida y de resiliencia, es el primer territorio de paz, es nuestro primer espacio constitucional. Nuestro cuerpo es el reservorio de todo lo que somos y en él se refleja el paso del tiempo. Al cuerpo le adjudicamos sentidos y significados mas allá de su simple condición, y no siempre nos percatamos de cuanto puede sufrir o cuanta alegría puede albergar”.

La reflexión, gracias al apoyo de la Embajada del Reino de los Países Bajos, el Fondo de Canadá para iniciativas locales, el Programa Equidad de Género Coincidencia Nacional, el Centro Félix Varela y otras instituciones, devino esencia de una iniciativa que, en pocos meses, se concretará con el documental titulado Mi cuerpo es mi vida.

“Será un documental que proporcionará a los diferentes públicos una manera de aceptarse, una nueva mirada a la filosofía de vida. Es otra manera de crecernos, desde el cuerpo y el espíritu”, comentó Vila.

Aunque el audiovisual todavía está en fase de realización, el Proyecto Palomas vuela desde ahora y propuso una meditación colectiva a partir de la concurrencia de diversos especialistas en un panel que sesionó en el Centro Cultural Cinematográfico Fresa y Chocolate, de La Habana.

El sicólogo Manuel Calviño centró su intervención en la estimulación del pensar en que nuestro cuerpo, antes de tomar conciencia de ello, es nuestro primer vínculo con el resto del mundo desde el instante en el que la gestación se inicia.

“Somos lo que somos y no lo que tenemos o usamos, como lo hace ver la industria mercantil actual. Y para ser seres humanos, el cuerpo por sí mismo no lo garantiza, sino que demanda afectos. Necesitamos más afectos, más compartir y brindar afectos, porque si las tecnologías siguen ocupando ese espacio, tendremos cuerpos y vidas electrónicas, pero ya eso nos aleja de nuestra condición de seres humanos”.

En coincidencia con Calviño, Leonardo Pérez Gallardo, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, dialogó sobre la trascendencia del cuerpo desde el punto de vista jurídico. “En sus diversas manifestaciones es tutelado por el derecho. Todos tenemos el derecho a proteger la integridad física, desde lo positivo y lo negativo. Ante cualquier lesión al cuerpo humano, se solicita protección del órgano judicial y se condena penalmente.

“También cada cual puede ejercer el derecho sobre su cuerpo, disponer de sus órganos, decidir qué hacer con su cuerpo. Pero, sin dudas, ese cuerpo digital que cobra auge, que construimos todos a partir de la imagen electrónica que nos interesa promocionar, no podemos ignorarlo, porque forma parte de la cotidianidad y, en ocasiones, se lacera el derecho a la imagen, cuando se divulgan imágenes o videos sin consentimiento”.

Norma Vasallo, presidenta de la Cátedra de la Mujer de la Universidad de La Habana, insistió en la importancia de reflexionar en torno al cuerpo de la mujer, “porque ha sido el más agredido por la cultura patriarcal. Es un tema abordado en todos los estudios de género a nivel mundial porque ha sido el más manipulado de todos los cuerpos”.

Se impone un ideal de belleza que no todas pueden cumplir, agrega, y por ello, muchos han sido los sacrificios que han asumido las mujeres con sus derivadas consecuencias. “En algunas épocas se ensalzaba el volumen, ahora se privilegia la delgadez. Se instalan regímenes alimentarios erróneos para cumplir con esos cánones, se someten a operaciones para incrementar el volumen de los senos, los glúteos… Las mujeres que no tienen los recursos para acceder a ello se frustran y viven inconformes con ellas mismas, y la repercusión sicológica es inevitable”.

La especialista en Ginecobstetricia Liliam Delgado provocó el debate sobre la violencia obstétrica, un tema tal vez no muy divulgado, pero que es necesario abordar. “Las mujeres no siempre tienen la preparación adecuada para el parto y el personal de la salud, tal vez sin percatarse, realiza acciones ajenas a un protocolo de actuación adecuado. El parto debe ser natural, y ello requiere que toda acción que se realice sobre la mujer sea necesaria, pero no tienen por qué existir gritos, maltratos, forzamiento, recriminaciones…”.

La doctora comentó además que los adolescentes casi siempre carecen de todo el conocimiento que necesitan cuando llegan a su primera relación sexual. No toman conciencia de las infecciones de transmisión sexual y, en el mejor de los casos, solo se preocupan por evitar un embarazo. “El cuidado de la salud corporal es vital en este sentido. Se confían en parejas, aparentemente sanas, sin pensar en que pueden correr riesgos para su salud, y vemos después, al cabo del tiempo, que las consecuencias son irreversibles”.

En el panel también se impuso abordar el tema desde la mirada de un hombre, en franco análisis en torno al ámbito masculino, y fue el doctor en Ciencias Históricas Julio César González Pagés quien enfatizó en que el cuerpo de los hombres merece atención “porque también sufrimos la imposición de modelos de belleza, porque somos asociados con paradigmas de fortaleza y rudeza a toda costa, porque, aunque somos parte del proceso de reproducción de las mujeres, a veces no nos permiten involucrarnos más, y los mitos que nos rodean, nos acechan mentalmente y evadimos todo aquello que, creemos, puede cercenar nuestra hombría”.

A la espera del estreno del documental Mi cuerpo es mi vida, ya pueden entrelazarse pensamientos, dinámicas e iniciativas que coloquen la reflexión en primer plano. Piense usted que leyó hasta esta última línea, ¿cuánto de su vida importa de, desde y para su cuerpo?