El próximo 18 de febrero es considerado el Día de los Instructores de Arte. Detrás de la fecha existe una historia que se extiende hasta la actualidad de la sociedad cubana. En la práctica, los mencionados profesores rebasaron su labor en las aulas para cumplir funciones en diferentes ámbitos vinculados a las artes y el desarrollo artístico del país.

Ejemplos tenemos muchos, no obstante, en esta ocasión entrevistamos a Indira Fajardo, presidenta del Instituto Cubano de la Música, para conocer más sobre su formación como instructora de arte y su trayectoria hasta desempeñar hoy un cargo de especial relevancia en la industria musical de la Isla.

Pocos conocen que la actual presidenta del Instituto Cubano de la Música se formó como instructora de arte, ¿qué la motivó a optar por esta carrera?

Conocí de la carrera estando en la secundaria, realmente me motivó la curiosidad. Sentí que era una carrera que me daría la oportunidad de hacer algo que me encantaba, como cantar, y al mismo tiempo canalizaba el deseo que tenía desde niña de ser maestra al igual que mi mamá. Cuando supe la noticia de que me la habían otorgado, junto a otros estudiantes de mi curso, fue una de mis mayores alegrías ciertamente. Desde el principio tuve claro de qué iba, y eso contribuyó a que no me sintiera frustrada o “engañada” con mi formación.

“Soy de las que considera que la carrera de instructor de arte cumple una función muy importante”.
Fotos: Tomadas del perfil de Facebook de Indira Fajardo

¿Cuál fue su trayectoria antes de ocupar el cargo actual?

He recorrido un poquito el camino y aquí te lo resumo: Ejercí como instructora de arte durante 10 años, al tiempo que compartía responsabilidades en la Brigada José Martí desde el municipio hasta la dirección nacional. Dirigí el Consejo Nacional de Casas de Cultura por breve tiempo, pasé luego un período en el Ministerio de Cultura, primero a cargo del despacho del entonces ministro Abel Prieto y más tarde atendiendo las relaciones con el Ministerio de Turismo. Este fue el último paso hasta llegar a mi actual responsabilidad, el mayor reto de todos sin lugar a dudas.

Esta profesión ha sufrido algunas modificaciones desde su surgimiento. ¿Qué papel desempeñan en la actualidad los instructores de arte en la formación educativa y artística de niños, niñas y jóvenes?

Soy de las que considera que la carrera de instructor de arte cumple una función muy importante; a veces ni los propios instructores nos damos cuenta de ello. Hay sobradas experiencias desde el surgimiento del programa en 1961. Creado por Fidel, demuestra la valía y necesidad de un profesional de este tipo en las comunidades, entendiendo estas como el principal escenario para su trabajo.

“El instructor de arte es un profesional que ayuda a transformar realidades desde la cultura”.

No me gusta circunscribir el desempeño de los instructores únicamente a la formación de la niñez y la juventud, porque su alcance e impacto en los adultos y adultos mayores tienen tanta valía como en el resto de los públicos. Es importante formar a las nuevas generaciones desde las edades tempranas, sí, pero los públicos hay que formarlos en todas las edades. La apreciación y la creación artística son para todas las edades y pluralidades. El instructor de arte debe estar atento a eso y saber dónde puede ser más útil, de qué herramientas hacer uso en su trabajo cotidiano.

El instructor de arte es un profesional que ayuda a transformar realidades desde la cultura, y al mismo tiempo se va transformando a sí mismo. 

Como toda obra humana, la formación del instructor de arte implica desafíos, ¿cuáles serían estos y cómo asumirlos?

Si observamos la historia de la formación de los instructores de arte en Cuba notaremos que siempre han respondido al contexto, a las problemáticas más urgentes de la sociedad, sin perder su esencia: utilizar el arte como medio, ser médicos del alma, tener a la comunidad y sus instituciones como espacio principal de sus acciones.

Ahora mismo el principal desafío implica estar “atentos al más leve cambio de los tiempos”. Siempre vuelvo a esta frase de Helmo Hernández, Miembro de Honor de la Brigada José Marti, pronunciada en el discurso de la tercera graduación de los instructores de arte (mi graduación). Siento que ese fragmento encierra el sentido de intranquilidad que debe motivar siempre al instructor, para saber qué pasa a su alrededor y cómo transformarlo desde el arte. Todo esto tiene que ser asumido necesariamente con madurez, responsabilidad, sentido de pertenencia, sinceridad en lo que se hace y amor a la profesión.  Si no se ama lo que se hace, es mejor no hacerlo. Nuestras comunidades, escuelas, centros laborales, universidades, círculos de abuelos y la sociedad en general demandan profesionales que se entreguen desde el corazón.  

“Lo más reconfortante para mí siempre será ver que padres y antiguos alumnos me devuelven la sonrisa
y el afecto que una vez recibieron de mí”.

¿Qué ha sido lo más reconfortante a nivel profesional y espiritual que experimentó en sus años como instructora?

Se reitera la idea del alumno que se ha visto crecer, llegar a la universidad y convertirse de pronto en un colega de trabajo que agradece todo lo aprendido en un taller. Lo más reconfortante para mí siempre será ver que padres y antiguos alumnos me devuelven la sonrisa y el afecto que una vez recibieron de mí. En muchos casos hasta el agradecimiento por lo aprendido.

Yo soy instructora de arte. Eso no es algo que se deje de ser un día porque ya no se esté en un taller o frente a un grupo de alumnos. Mi instructora de arte me acompaña a diario, eso es un sentimiento.

Los instructores de arte cuentan con una formación integral desde la pedagogía y las artes, ¿cuáles fueron los mayores aportes de la carrera a la profesional que es Indira Fajardo hoy?

Curiosamente los mayores aportes de mi carrera no los aprendí en la escuela, sino en el ejercicio cotidiano de la profesión, y en eso ayudó muchísimo la Brigada José Martí de instructores de arte. En ese colectivo aprendí a conectar con otras realidades dentro de mi propio país. Nos formó en valores desde una perspectiva más humanista y revolucionaria, así, con todas sus letras. Nos exigía superación y abrir nuevas ventanas al conocimiento. Nos hizo crecer desde nuestras propias posibilidades hasta llegar a donde cada cual ha elegido.

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