En días recientes el término patriotismo fue puesto en el candelero, sobre todo después de los intercambios profesionales en el programa Mesa Redonda de la televisión cubana. La incandescencia del debate se viene dando, sobre todo, a posteriori. A muchos opinantes, sobre todo de allende el mar, les parece inusitado que, en nuestro país, en el medio de mayor alcance y en el programa que otros han demonizado como de perfil más apegado a las políticas oficiales, se expresen criterios tan separados de la retórica reafirmativa.

Palos porque bogas y palos porque no bogas. Criticaban por no criticar; ahora le buscan la quinta pata al debate crítico. El cruce de argumentos encontrados se da y se sigue dando diariamente en Cuba, en espacios públicos y en otros más íntimos. Nos enseñaron a pensar y eso hacemos. Ahora dicen en las redes —quienes desde lejos creen saber mejor que nosotros cómo se vive y se piensa en Cuba— que al profesor Fabio E. Fernández Batista, panelista que puso el enfoque más controvertido, lo quemará la inquisición. Pero les tengo una mala noticia: eso no sucederá.

Si vamos un poco atrás en el tiempo, el 10 de agosto de 2021 Cubadebate colocó en descarga libre el volumen de Ocean Sur ¿Qué ha pasado en Cuba? (Jóvenes en la Isla opinan a partir de los sucesos del 11 y 12 de julio de 2021). Quienes lo leímos tuvimos acceso a opiniones tan inteligentes como cuestionadoras, de corte nada complaciente y en cabal sintonía con lo expresado por el Doctor Fabio en la Mesa Redonda. El propio Fabio, en dicho libro, razonó de manera similar con su agudo texto “Entre el incendio anunciado y la tormenta perfecta: coordenadas de un estallido”.[1] Se adentró entonces el profesor titular de Historia en la Universidad de La Habana en un profundo análisis sobre las causas y consecuencias de las protestas, así como en las posibles estrategias para un enfrentamiento objetivo e inteligente a tales fenómenos.

Esta obra incluye opiniones tan inteligentes como cuestionadoras, en cabal sintonía con lo expresado por el profesor Fabio E. Fernández en la Mesa Redonda. Imagen: Tomada de Ocean Sur

Reproduzco in extenso (pido disculpas) algunas de las reflexiones de ese análisis, que desde su primer párrafo advierte: “Hace ya bastante tiempo somos un campo seco lamentablemente listo para el incendio”.[2]

Aunque analizaba hechos de actualidad, retrocedía en el tiempo y, sobre los durísimos años noventa, recordaba que:

Las políticas implementadas por el gobierno para enfrentar la crisis del denominado Período Especial lograron contener el desplome económico y sostener el inicio de una recuperación aún no cristalizada. Sin embargo, las reformas liberalizadoras y de mercado adoptadas crearon las condiciones para la agudización de las diferencias sociales y el despunte de los correlatos políticos inherentes a estas. Asimismo, el impulso reformista no supuso la impugnación plena al modelo estatista de conducción económica que había demostrado ya sus falencias estructurales. Se perdió en los noventa (…) la oportunidad de (…) asumir la búsqueda de un camino otro para la transición socialista.

En su recorrido pensante, al referirse a los primeros años del siglo XXI, expresó:

A su vez, por debajo de un discurso y una práctica oficial con tendencia al triunfalismo, las fracturas del consenso continuaron profundizándose, como expresión manifiesta de los problemas que golpeaban la cotidianidad de los cubanos y de la aparición en lo generacional de un nuevo sujeto político alejado de los días de gloria.

Y:

El abandono de los programas sociales impulsados personalmente por Fidel potenció el escenario de anomia experimentado por franjas de la ciudadanía colocadas en condición de pobreza y marginalidad. Por su lado, la desaparición de prohibiciones absolutamente desfasadas le otorgó un capital político al gobierno que este no logró preservar en medio de las continuas dificultades que en lo cotidiano experimentaban amplios sectores sociales. A su vez, la reforma del modelo económico (…) quedó entrampada por la lentitud e inconsecuencia de su aplicación.

Tras la publicación del libro (insisto en que socializada por Cubadebate)al doctor Fabio, lejos de callarle la boca, lo invitan a la Mesa Redonda en 2023, programada para reflexionar sobre el patriotismo. Sus palabras de hoy mismo (dijo que apropiadas de lo advertido por Fernando Martínez Heredia) sobre la pérdida del orgullo de ser cubano que le llegan de algunos de sus jóvenes alumnos, han sido ampliamente difundidas y manipuladas a antojo. Puestos entonces frente a la profecía de la “parametración” que le esperaba al analista cabe preguntarnos ¿y por qué no lo parametraron después de aquel texto de 2021, de cuestionamientos tan crudos?; y aún más: si solo esperaban de él palabras complacientes, ¿cómo lo invitan nada menos que a la Mesa Redonda si ya demostró que canta las cuarenta sin acompañamiento musical? Nada: veleidades de la torpe censura comunista, pudiéramos concluir irónicamente.

La Patria se arma con una suma del “yo” más todas las circunstancias aceitadas por pluralidades posibles.

En 1914, en su Meditaciones del Quijote,José Ortega y Gasset acuñó la tan llevada y traída frase “Yo soy yo y mi circunstancia”, a la que habitualmente se le omite la coda “y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Es sabido que ningún ser humano escapa de ver (y pensar) la vida con el prisma que le impone el contexto. Pero ningún contexto es inamovible, eso también lo sabemos, y junto con ellos se van modificando los pactos de aprehensión con que cada ciudadano los asimila. Todas las reglas, convenciones, emociones, realizaciones y frustraciones de las capas generacionales que actúan en la historia varían, a veces para bien, a veces no. Todos los contextos se reconfiguran sobre la base de paradigmas y sucesos. Esa evolución de ellos acaba entregándonos una nueva circunstancia donde reconocer al yo.

Llamo la atención sobre el uso del verbo “salvar” en dos contextos diferentes, sin que su valor semántico cambie: “si no la salvo a ella no me salvo yo”, dijo Ortega en la España de 1914 y “salvar la patria, la Revolución y el socialismo”, dijo Fidel a finales del siglo XX. ¿Fue Fidel seguidor del positivismo, o del existencialismo (que se apropió de la frase del español)? Claro que no, pero ambos tenían claro que el contexto (o la circunstancia) completan la realización del individuo. Ortega lo asumía con relativo fatalismo, pues la salvación que concibe es íntima, mientras Fidel planta cara con la voluntad social transformadora que lo caracterizó siempre.

“Martí fue quien mejor supo (…) planear para Cuba una patria capaz de crecer hasta ingresar, con legítima voz, en el concierto de las naciones libres y prósperas”. Imagen: Tomada del Portal José Martí

La famosa frase de Martí “Patria es humanidad” es muy del gusto de los partidarios de la globalización y los sucesivos desgastes del concepto de identidad. Por supuesto que si lo que hemos entendido siempre como Patria se disuelve en un universalismo signado por el poder del dinero y las armas, los beneficios engrosarán los mismos bolsillos de quienes saben que los contenidos del término “patria” atentan contra sus rentabilidades porque implican resistencia y reinvención de la justicia social. Martí fue quien mejor supo —mientras trabajaba en ello— planear para Cuba una patria capaz de crecer hasta ingresar, con legítima voz, en el concierto de las naciones libres y prósperas. Su “Patria es humanidad” no implica que la Patria sucumba en los ámbitos globales, sino que crezca con la integración. Ningún otro proceso social se ha acercado más a ese ideal martiano que la Revolución de 1959.

Tengo la esperanza de que muchos de esos jóvenes que Fabio mencionó —los más inteligentes con gran probabilidad— recuperarán la autoestima perdida cuando comprueben en carne propia y no solo porque se lo digamos, que la Patria se arma con una suma del “yo” más todas las circunstancias aceitadas por pluralidades posibles. Ojalá hagan a un lado muchos de los resabios personales que pudieran haberlos llevado a despojarse del orgullo de ser cubanos. Será el día en que, unidos a un coro de poetas, vean como suyos estos versos del cubano José A. Baragaño: “Mi patria es Cuba. Contra sus flancos / El mar apoya y destruye vientos / salvajes / (…) / El extranjero golpeó / Nuestras espaldas con su látigo sin nombre. / (…) / Mi patria es la dulce / y firme Cuba /Que al extranjero echó de sus provincias / (…) /Su valiente mineral nos enciende /Los animales pechos y los cursos de la vida /Bajo el inmenso arco de toda la alegría”.

Yo, por el momento, concluyo con estos otros versos del guerrillero mártir guatemalteco Otto René Castillo: “Vámonos patria a caminar, yo te acompaño. / Yo bajaré los abismos que me digas. / Yo beberé tus cálices amargos. / Yo me quedaré sin voz para que tú cantes. / Yo he de morir para que tú no mueras. / Para que emerja tu rostro flameando al horizonte / de cada flor que nazca de mis huesos”.


Notas:

[1] ¿Qué ha pasado en Cuba? (Jóvenes en la Isla opinan a partir de los sucesos del 11 y 12 de julio de 2021),Editorial Ocean Sur, 2021, 102 pp., [en línea, disponible en www.cubadebate.cu, edición del 10 de agosto de 2021, fecha de consulta, 27 de enero de 2023].

[2] Ob. Cit. Todas las citas del trabajo de Fabio E. Fernández Batista se localizan en las páginas que van de la 82 a la 89.

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