Miguel Ángel de la Rosa, de Barcelona a Santa Clara

Asalia Gort Peguero
23/7/2018

Nacido en la provincia de Villa Clara, Miguel Ángel de la Rosa es un trovador con mucha historia para contar. Santa Clara fue su cuna, España su trinchera. Hoy, en Cuba toca su guitarra y canta canciones de “viejo”, como él mismo dice. Errante y sencillo, así se pudiera catalogar a un joven que apuesta por la trova y sus protagonistas. Para algunos, tal vez este nombre no signifique nada, para otros, es conocido; no obstante, aquí traemos una entrevista que devela algunos de los aspectos fundamentales de su vida y carrera musical.


Miguel Ángel de la Rosa. Foto: Internet

 

Eres de Villa Clara. ¿Cómo fue crecer allí?

Fue un proceso normal, lo que un poco más tranquilo si lo comparas con La Habana, que es una gran ciudad. Santa Clara es una ciudad con mucho movimiento, por estar en el centro confluye ahí todo lo que va de Oriente a Occidente. Es sencillo y tranquilo.

¿Cuándo y cómo comienzas en el mundo de la música?

Tuve la suerte de que, a pesar de ser apto para el servicio militar, me pusieran a trabajar en la campaña anti-Aedes Egyptis; entonces estaba en la calle, durmiendo en mi casa y me pagaban un salario. En ese año me compré una guitarra y con un profesor aprendí a tocarla. Además, empecé a cantar canciones populares, boleros y cosas así. A pesar de ser muy joven ya cantaba canciones de “viejo”, porque fue lo que me enseñaron.

En la universidad comencé a conocer a Silvio, a la trova clásica cubana, a la nueva trova, y un día me llegó un casete del Centro Pablo de la Torriente Brau con un concierto de tres de Santa Clara, que yo ni conocía; allí confluían Diego Gutiérrez, Alain Garrido y Leonardo García. Quedé un poco tocado con eso. Pregunté y me dijeron que ellos tocaban todos los jueves en El Mejunje de Santa Clara. Fui y eso me influyó para hacer canciones parecidas a las de ellos.

¿Cuándo fue que entraste de lleno en el mundo de la música?

Empecé con los Festivales de Artistas Aficionados de la universidad. Allí gané como dos festivales y me regalaron hasta una guitarra.

Cuando uno empieza siempre hay una persona o varias que nos ayudan. ¿Quiénes te ayudaron a encauzarte en tu carrera?

Primeramente, tuve mucha ayuda del que en aquel momento era mi cuñado, él fue el que me incentivó a que me comprara la guitarra, incluso me prestó una cuando no la tenía. El cantaba también y me incentivó mucho a dar el primer paso. Después, la universidad, allí conocí la trova cubana ya un poco viejo, no como ahora que los muchachos la conocen desde antes. El último paso fue la Trovuntivitis, estar allí y tenerlos al lado fue una gran influencia.

¿Cómo fue tu inicio en la Trovuntivitis?

Primero iba de público. Con su influencia yo hacía mis canciones y otras cosas. Una vez graduado, la Trovuntivitis me fue conociendo poco a poco. Santa Clara es una ciudad muy pueblerina, todos se conocen y van a los mismos lugares: por ejemplo, en el Parque Vidal la gente canta y toca por la noche; entonces nos fuimos encontrando de alguna manera, y me iban dando la oportunidad de tocar con ellos poco a poco.

Más tarde, sucedió que dos integrantes de la Trovuntivitis se fueron a vivir fuera del país. Por esa causa, heredé una de sus peñas, que me sirvió mucho para tocar de una manera más profesional; a pesar de que era aficionado, ya tenía la responsabilidad de tocar en una peña. Luego, apareció Manu Chao para hacer un homenaje al Che y tocó en La Habana y luego en Santa Clara. Al concierto en mi ciudad, la Trovuntivitis me invita, esa fue la primera vez que todos me dijeron que era parte de su colectivo.

Tu formación musical fue prácticamente empírica. ¿De qué te graduaste?

Me gradué de Ingeniería Eléctrica. Trabajé dos años en la Empresa Eléctrica y cuando cumplí el servicio social lo dejé. En ese momento ya tenía planes de irme a España y lo tenía que dejar, no solamente por la música.

¿Por qué decides irte para España?

Porque me casé con una española. En ese país estuve cinco años y no dejé la canción nunca. Tuve mucho apoyo, allá es muy difícil vivir de la música. Hice conciertos con la gente de la Trovuntivitis cuando iban.

Allí formaste un proyecto.

Formé un proyecto junto con otros cantautores de diferentes países, el espacio se llamaba Nit de Trovadores. En principio, un invitado potencial fue Junior Navarrete. Él nunca se sumó al proyecto como tal, pero me puso en contacto con otros cantautores. Con su ayuda fue que creamos ese espacio que hacíamos cada 15 días.

Fue súper lindo, de hecho, todavía se hace. Allí éramos tres cubanos: Oscar Laguardia, de Santa Clara; José Nicolás, el santiaguero, y yo.

Me has mencionado al desaparecido José Nicolás. ¿Qué relación tenías con él?

Nicolás, para nosotros, siempre fue un maestro. Era un hombre que tenía un panfleto grandísimo de canciones increíbles. Yo lo conocía porque desde Santa Clara veía a Diego Gutiérrez y a los demás cantando sus canciones. Yo también siempre cantaba sus canciones al inicio de mis peñas, lo que pasa que Nicolás desapareció. Él hizo su vida allá en Barcelona, tranquilo, trabajando en cualquier otra cosa. Cantó un tiempo y después lo dejó, porque a veces es difícil. Cuando tú sabes que has sido grande y llegas a otro país para empezar de cero, es muy difícil. Entonces él dijo: “Pues ya, me voy a quedar como grande y tranquilo aquí en mis cosas”. Él tenía un trabajo en una escuela de niños y se hizo como un pequeño estudio en su casa. Vivía con su esposa muy cómodo y tenía una terraza y su estudio, donde invitaba a sus amigos. En ese lugar tenía libros de toda la literatura cubana, discografía cubana…. En su estudio él se grababa, experimentaba. Allí hizo una pila de canciones que en Cuba no se conocen.


“Nicolás, para nosotros, siempre fue un maestro”. Foto: Internet

 

Yo conocía su obra desde Cuba, pero lo conocí en persona allá. Lo contacté por internet para que cantara en Nit de Trovadores, él rápidamente me invitó a su casa, y recuerdo que me dijo: “Mira, muchacho, eso de hacer una peña está muy bonito, pero no son tiempos de eso. Ahora lo que hay que hacer es música tradicional cubana”.

Entonces me enseñó un proyecto que quería hacer, de rescatar la música tradicional cubana que no era tan conocida. Con eso, quería grabar una especie de disco y que yo le hiciera las segundas voces, hacer conciertos y demás.

Me pareció bien y empezamos a montar un tema. Pero un día fue a la peña que hacíamos en el bar: éramos dos argentinos, tres españoles y tres cubanos. Vio lo que hacíamos, tocó una canción y después de ese día no tocó más el tema de la música tradicional cubana y se puso para esa peña. Era un bar muy bonito, sonábamos bien y uno cantaba con ganas. Estaba pasando algo muy bonito allí, que tú no sabes ni por qué, pero a veces las cosas pasan. A partir de ahí, él se concentró en eso, engavetó el proyecto que tenía y se dedicó a rescatar sus canciones y a cantarlas en el bar como uno más de nosotros.

Decías que en ese bar cantaban músicos de diversas nacionalidades. ¿Pudiste palpar similitudes o diferencias entre las estéticas de cada uno?

Los cubanos somos bastante malos con el público, es como que estamos muy atrás en eso. Hemos decrecido por haber tenido un sistema cultural muy arropado de cosas y a veces los artistas no tienen que luchar tanto para lograr un fin. Afuera te dan una clase sobre cómo tratar al público, tú no puedes llegar y hacerte el artista, sin brindarle algo al público. Las canciones solamente no bastan, debes tener una expresión. Eso no lo hacían los trovadores cubanos, no lo tenían en cuenta; ahora, un poco más.

¿Por qué regresas a Cuba?

Primeramente, nunca me quede allá. Regresaba todos los años y estaba tres meses aquí trabajando con la Trovuntivitis. El último año comencé a arreglar los papeles con el Instituto de la Música en Cuba y me profesionalicé. Vi que tenía grandes posibilidades de trabajo aquí. La Trovuntivitis ya tenía un proyecto de grabar un disco con la EGREM, estábamos en un buen momento y decidí volver a vivir en Cuba. Además, me separé de mi mujer española, así que ya no me quedaba nada allá, solo amigos. Ahora mi vida es aquí, tengo mucho trabajo, muchas cosas por hacer como artista.

La Trovuntivitis siempre ha sido un tema transversal en tu vida y carrera. ¿Qué lugar e importancia le otorgas?

Ahora mismo es la oficina de trabajo, es lo más importante que hago en estos momentos: estar en el proyecto y trabajar para él. Además de hacer mi carrera en solitario, pero casi que hay un 60 por ciento de Trovuntivitis y un 40 de mi proyecto personal.

Además de la trova, tocas otros ritmos. ¿Cómo es el proceso de componer?

Hago canciones en general. No hay un librito para eso, me viene una idea a la cabeza y unas veces la escribo sin guitarra y otras veces con la guitarra saco una idea musical. Nunca escribo las canciones de una misma manera, eso es difícil. A veces sientes la necesidad de crear a partir de que algo interesante se te está ocurriendo.

Independientemente de tu repertorio, te caracterizas por tocar canciones de otros, de ahí tu última producción fonográfica Para revolver. ¿Cómo fue el proceso de producción de ese CD?

Eso surge a partir de que coincidimos mucho en Barcelona Yaíma Orozco y yo, haciendo descargas individuales. Allá coincidíamos en los mismos círculos de amigos, entonces nos juntábamos para cantar y nos divertíamos. Me sabía muchas canciones, ella otras, y así surge.

El proceso fue un poco loco. Teníamos el repertorio montado y empezamos a hacer conciertos en Barcelona, Cuba y Argentina. Un día nos dimos cuenta de que podíamos grabar un disco, y así lo hicimos, en vivo y en directo, con muy poquito público, todos fueron amigos. El disco salió bastante bien, me estrené como mezclador, todo fue muy sencillo y rico. Ese CD salió en una tarde grabando y a la gente le ha encantado.

¿Cómo te preparas para salir a escena?

No lo sé decir con certeza, pienso que es tocando mucho. Mientras más tocas te vas dando cuenta de los errores que cometes y de lo que debes corregir para que cada vez sea mejor lo que le brindas a la gente. Es tocar mucho.

¿Cómo haces con los viajes y tu carrera?

Vengo una vez al mes a La Habana, el Centro provincial de la Música nos apoya mucho con el transporte de Santa Clara a la capital. Ahora mismo nos queda pequeña Santa Clara, necesitamos salir de allí y tocar en cualquier otro lugar, eso influye mucho en lo que hacemos; no obstante, Santa Clara es el puesto de mando. Además, somos muy privilegiados a nivel de instituciones.

¿En qué proyectos trabajas actualmente?

Toco todos los jueves en el espacio de la Trovuntivitis, en El Mejunje. Hago suplencias de las peñas de otros trovadores. Con mi proyecto creé un proyectico donde cogía mi guitarra y salíamos para la calle, tocábamos en parques y otros lugares, tocábamos de todo, lo que me pasara por la cabeza. No me quejo.

Acabo de grabar un disco en Santa Clara, con un formato de jazz, en vivo. Ese disco se llama De vuelta, porque es como una continuación de un proyecto que grabé en El Mejunje denominado De paso. Se llamó así porque yo vivía en Barcelona y fue un disco que grabé de paso por Cuba. Este último sería ya “de vuelta” a Cuba, como el final del viaje. Está en posproducción ahora y es apoyado por la Asociación Hermanos Saíz, con una beca que me otorgaron. El disco saldrá el próximo año.

Otros proyectos que tengas…

Ahora en el verano la Trovuntivitis estará lanzando su disco de 25 canciones con la EGREM. Fue un año viniendo a La Habana, nos costó mucho trabajo grabarlo, es mucha gente con ideas diferentes. Ahí estamos todos, hasta los que están fuera del país.

Has tenido una carrera en Cuba y en Barcelona. ¿Dónde esperas estar en cinco años?

Creo que en Santa Clara. Ahí tengo a mi familia y amigos, ahí es donde más concentro las ganas de vivir ahora mismo. España es un lugar que siempre me invita a volver. Me encanta España, pero no para vivir de la música.