Miguel Núñez: Componer música es como pintar un cuadro

Ana María Domínguez Cruz
22/10/2020

Hemos conversado más de una vez y en cada una de ellas, la diafanidad se entrelaza con su don musical y, sobre todo, con su autenticidad. Si muchos son los que únicamente lo identifican como el pianista de Pablo Milanés ―o, en el mejor de los casos, el director musical de Pablo Milanés―, afortunadamente otros muchos hemos podido conocer más de su quehacer artístico y defender, en cualquier contexto, su existencia per se, como pianista, compositor, arreglista, productor y director musical.

Fotos: Internet
 

Lo primero que escuché de Miguel Núñez, y en calidad de líder de su trío (bajo, batería y piano), fue Azul, el primer disco de esta agrupación, mediante el cual aspiraban a mostrar las ansias de hacer música fuera de otros contextos, e iniciar su propia ola de trabajo vinculado al jazz apegado a la música afrocubana y caribeña.

No entendí entonces que esa faceta no fuera del dominio público, incluso entre seguidores del género, y agradecí la oportunidad de tener ese disco en mis manos, reflejo además de una voluntad de dejar a un lado otros proyectos que tanto tiempo demandan, para despegar como proyecto propio.

Después, la curiosidad salvadora. Indagar y constatar que ni siquiera es Pablo Milanés el primero ni el único trovador cubano con el que ha trabajado, aun cuando la merecida fama alcanzada por aquel haya catapultado a Núñez de alguna manera. Encontrarme luego con Flores del futuro, un fonograma en el que Milanés le pone letra a las composiciones hechas por Núñez, fue una puerta abierta a un mundo distinto.

Ahora, por estos días, la visita a su casa. Es otra manera de conocer al artista, al creador de tanto, al incesante innovador musical, con quien conversé por última vez a propósito de su colaboración con el gallego Roi Casal y la presentación de los temas de su disco Viaje al Submundo, cuyo DVD fue presentado el pasado 12 de octubre por la disquera Bis Music en el canal de YouTube de la casa discográfica de ARTEX.

Aunque habías presentado el disco, de una manera no tan formal, en el Museo de Bellas Artes tiempo atrás, considero que no es lo suficientemente conocido.

Ciertamente no lo es. El submundo existe en todas partes, incluso en el arte. Es eso lo que me interesó presentar en esta obra, la relación entre el son, el rock, el abakuá, la música clásica… esa mezcla inmensa. Una familia debajo del mundo, digamos.

El disco físico no está disponible todavía, y quizás no le haya dado toda la promoción que corresponde. Pero me ha servido de punto de partida, incluso, para el trabajo que realizo ahora, en el que también me acompañan Osmani Sánchez en la batería y Sergio Félix Rabeiro (El Indio) en el bajo, miembros de mi proyecto a trío.

¿Tiene también este nuevo disco en el que trabajas puntos de contacto con Azul?

Sí, no había pensado en eso. Todos los temas son de mi autoría, aunque espero que los demás músicos sumen sus composiciones. Es un disco que va por el mismo camino. Por ahora solo tengo cinco temas, queremos cuatro más. Aquí no solo es la mezcla de ritmos, sino más bien la mezcla de las vivencias y los sentimientos de cada cual.

La propagación de la COVID-19 ha modificado planes de trabajo y proyectos… ¿Qué se quedó inconcluso?, o mejor, ¿cuánto trabajo te ha surgido en este tiempo?

Además de que he aprovechado el tiempo para componer, la verdad es que mucho se me ha quedado pendiente a la espera de que la situación de salud mejore. No obstante, en pocos días debo viajar y reunirme con Pablo Milanés, con quien sigo trabajando, y será siempre así… como Yolanda. Comenzábamos una gira en marzo y debimos suspenderla, pero los conciertos se retomaron y ya debo viajar para incorporarme.

 

Se pospusieron conciertos nuestros, del trío, en Monterrey, en Chile, en Europa… Entre manos tengo una producción que involucra a varios renombrados cantantes con una orquesta sinfónica holandesa. Será un proyecto grande que lleva grabación y además conciertos en vivo, tomando como base acompañante los temas de mi trío.

¿Cómo llegó a ti esta propuesta?

Pudiera decir que fue una casualidad, aunque no fue tan casual. Yo trabajé hace un tiempo con Mario Lucio, un cantante caboverdiano con un trabajo diverso. Lucio esta detrás de este proyecto y me pidió hacer los arreglos de los temas que se interpretarán.

Con Pável Núñez, a quien por tener el mismo apellido considero como mi familia, trabajo hace tiempo. Tenemos la idea de hacer varios conciertos por el este de Estados Unidos. Él los ha programado, a piano y voz, o a pequeño formato, y desde la distancia hemos trabajado en ello.

Con el cantautor dominicano José Antonio Rodríguez, con quien trabajé hace poco en el proyecto con la Orquesta de Cuerdas con Daiana García, tenemos pensado materializar algunas ideas, como con el portugués Luis Represas, parte de nuestra familia, con quien haré conciertos a piano y voz.

Paloma Orcha, una cantante española quizás no muy conocida, me invitó a participar en una producción sui generis, puedo decirte. Es una producción sinfónica con rock y pop, un poco rara. Vamos bien, ya tenemos un tema con la orquesta sinfónica, dirigida por el maestro Enrique Pérez Mesa, y seguimos trabajando en los demás.

Tu manera de componer, me comentaste, es similar a la labor de un pintor para conformar un cuadro…

Siempre me gustó la pintura. En la escuela pinté muchísimo. Me dedique a estudiar ese tema un poco, y muchos amigos eran pintores, así que de alguna manera me he hecho de esa manera de hacer. Muchos pintores saben de música, como Choco, a todos nos gusta tomar de otra manifestación artística de vez en cuando.

Se me ocurre la idea, voy al estudio, la armo… Los temas los hago solo, los compongo solo a partir de la idea primigenia, y voy armando un muñeco como un cuadro, pero con instrumentos. Yo los escribo todos, batería, bajo y piano, y así voy armando todo el tema

A los que graben el tema, se los entrego completo, grabado por mí y con la partitura escrita por mí, amén de que les doy la libertad de improvisar y enriquecer. Les doy el patrón, pero ellos tienen buena memoria y a partir de ella, improvisan y enriquecen mi propuesta. Es como pintar… vas poniendo elementos, vas entrelazando y queda el resultado final, con los retoques. La mejor parte es lo que pone el músico cuando lo toque, como sucede con los cuadros, que el público los enriquece después.

¿Bandas sonoras?

Tengo algunas propuestas, pero como proyecto terminado puedo mencionarte el documental El colegio de San José, dirigido por Gloria Rolando. La historia me conmovió inmensamente. De Mantova a Mantua es una historia de Taisa Domínguez. Ella me convocó para componer la música de este documental que aborda la llegada de la virgen, traída desde Italia. Han sido proyectos valiosos, espero por más.