Observo a esta mujer menudita y no se aparta de mi pensamiento la cáscara de nuez de donde brota aquel torrente de agua, esa imagen poderosa que nos brindó Martí en su versión de Meñique. ¿De dónde proviene tal intensidad, tanto brío? Siempre hay en ella un fuego encendido.

Esta es Miriam Muñoz, que conoció su primer escenario gracias a la música, en su natal y amada Matanzas, cantando, a la vez, en dos agrupaciones musicales de moda, y que frisando los veinte, en 1967, formó parte de uno de los colectivos de teatro guiñol más reconocidos de la Isla, liderado por el joven y ya talentoso y sabio René Fernández Santana, uno de nuestros Premios Nacionales de Teatro.

Miriam Muñoz. Foto: Tomada de TV Yumurí

Miriam trabajó intensamente junto a René y el resto de los colegas por acrecentar más y más el rigor, la originalidad y la calidad del trabajo en el Guiñol, hasta 1971, en que una zona de nuestros creadores, dentro de ella un número significativo de grandes valores, fue víctima de uno de los errores más trascendentes en nuestra historia cultural, el llamado “proceso de la parametración” que lastimó y cambió la vida artística de colegas de sumo talento. En esos años tuvo como destino una fábrica de fósforos y, más tarde, se encargó de las tareas de la limpieza en la galería de arte, labor que desempeñó con dignidad y disciplina. Una reclamación ante el Partido Provincial la devolvió al mundo donde era más útil, recuperó su plaza de actriz, esta vez en el Grupo Dramático de Matanzas, pues el Guiñol había sido devastado.

De tal suerte, Miriam, como René, son unos de nuestros hermosos y heroicos sobrevivientes de una herida que lacera la subjetividad y la espiritualidad de la persona, y no solo pudo regresar al lugar que había conquistado antes con su esfuerzo y su pasión: la escena, sino que la nueva ubicación amplió su diapasón profesional e incorporó a sus artes como titiritera y cantante la labor en el repertorio del teatro dramático para adultos. Miriam es, además de una actriz intrépida y audaz, como  bien saben sus compañeros, una intérprete integral, capaz de realizar cualquier género dramático y de trabajar para públicos de todas las edades.

Más adelante, incorporará conocimientos y experiencias como pedagoga, promotora cultural, directora artística, investigadora, fundadora de proyectos culturales y de grupos teatrales  (entre estos el Mirón Cubano) hasta tener su propia agrupación, el Teatro Icarón, creado por ella hace 20 años, con más de nueve obras en repertorio pese a haber trabajado en medio de la nada hasta enero del 2020 en que se inauguró la sede teatral.

Ha contribuido a formar a buena parte del talento escénico de la provincia, desde sus Talleres de Teatro; ha actuado en más de cien obras, una buena parte textos reconocidos de autores nacionales y extranjeros; ha participado en festivales internacionales en Europa y América, así como en eventos relevantes en Cuba, y ha obtenido significativos premios tanto por su desempeño como actriz o como directora en una determinada obra, como por la calidad sostenida de su carrera, como puede leerse en su curriculum vitae, redactado con tanta prisa  como ella ha vivido y vive su vida. Entre esos reconocimientos figuran el Premio Segismundo y el Premio de la Uneac  a la mejor actuación femenina en el IV Festival Nacional del Monólogo, en 1991; el Premio a la Mejor actuación en vivo en el Festival de Teatro para Niños y Jóvenes de Guanabacoa, en 1996; la Corona de Laurel de la Avellaneda, por la mejor actuación femenina, VII Festival de Camagüey, con la obra Edith,  en 1998; el Gran Premio de puesta en escena y premio de actuación en II Festival de Pequeño Formato de la Habana, en el 2000, con la obra Flores de Papel; el Premio de puesta en escena y de actuación con la obra La Ventana Tejida, en 2005;  el Premio de mejor actuación femenina con la obra Donde solo hubo desmemorias, del 21 Encuentro de los Cineclubes, en 2009; el Premio José Ramón Brene, en 2010; el Premio Terry  y el Premio Omar Valdés, de la Uneac, junto al Premio del público a la Mejor Actuación en el Encuentro Internacional Otoño Azul, en Argentina, estos tres últimos en 2011.

“Ha contribuido a formar a buena parte del talento escénico de la provincia, desde sus Talleres de Teatro”.

Durante diez años presidió la Brigada Hermanos Saiz de Artes Escénicas en Matanzas, desde donde pudo realizar un trabajo destacado en la Ciénaga de Zapata. También presidió el Contingente Juan Marinello.

Ha sido seleccionada Vanguardia Nacional del Sindicato de la Cultura por más de 15 años consecutivos. Ha sido destacada con el Sello de Laureado,  la Distinción Teatro Sauto,  la Medalla 30 Aniversario de la Caída del Che,  50 Aniversario de la Muerte de Jesús Menéndez, la Medalla 23 de Agosto de la F.M.C, la Distinción por la Cultura Nacional, desde el año 1993, el Diploma Nicolás Guillén que otorga la  UNEAC, la condición de Pedagoga Destacada del Siglo XX que entrega la Asociación de Pedagogos de Cuba; la Orden Lázaro  Peña de Tercer Grado. En 2014 recibió la Distinción de Hija Ilustre de la Ciudad de Matanzas. 

Esta carrera que, además,  incorpora una zona importante de actividad en organizaciones sociales  (sindicato, responsabilidades en la Uneac, los CDR, el Poder Popular)  y políticas  (PCC)  ha sido hecha a la par que alimentaba, cuidaba y educaba —muchas veces como madre soltera— a cinco  hijos, varios nietos y, ahora, varios bisnietos en una casa llena de plantas donde ahora cohabitan decenas de aves y varios perros.

El reconocimiento de su calidad profesional y de sus virtudes como ser humano ha trascendido las fronteras de su provincia, además del propio medio escénico; ha logrado lo que, en este ámbito nuestro, consiguen solo unos pocos: pese a ser, una artista de la provincia, es querida y admirada en muchas regiones diversas a lo largo de la Isla. Su vida artística desborda el medio siglo de actividad incesante. Como era de esperarse en una figura de su magnitud ha sido nominada en cuatro ocasiones, desde diversas instancias, para el Premio Nacional de Teatro que, no obstante, le ha sido esquivo.  Pero este sábado 29 de enero celebramos con suma alegría, cariño y admiración por su enorme calidad humana, su ejemplar entereza, su cumpleaños 75, en su amada Matanzas, en su acogedor Teatro Icarón, y se llenó el aire todo de la Isla de mensajes de salutación y júbilo procedentes de disímiles lugares por su hermosa y fructífera vida, por su bondad y generosidad sin límites y por ese talento y esa pasión que derrocha con ese fuego mágico que nos ilumina y nos purifica, que nos colma y nos impulsa, que nos hace mejores, más sabios y más útiles.

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