Modotti. Una mujer del siglo XX

Astrid Barnet
19/3/2020

No pretendemos profundizar en la vida de Tina Modotti, pero debemos decir que fue una mujer italiana, de extracción humilde, emigrante desde muy joven a los Estados Unidos, actriz de Hollywood, comunista de pensamiento y acción revolucionaria, colaboradora del fotógrafo estadounidense Edward Weston, musa del prominente pintor Diego Rivera y amiga de Frida Kahlo. Además, también entabló lazos de amistad con Julio Antonio Mella —líder estudiantil y militante comunista cubano asesinado por las hordas del régimen tiránico de Gerardo Machado, en 1929—; fue compañera del agente antifascista Vittorio Vidali, heroína de la contienda contra el franquismo durante la Guerra Civil Española y enfermera en el hospital obrero del Socorro Rojo Internacional.

Todo ello y mucho más narra en su novela gráfica Modotti. Una mujer del siglo XX el autor español Ángel de la Calle (1958); quien, con su escritura caricaturesca a manera de comic, presenta una obra que ha trascendido en publicaciones como Zona 84, Comic Internacional, Rambla, El Víbora y Heavy Metal, entre otras. Por su creación el artista recibió del Premio a la Mejor Obra de creación en el Salón Oficial de Barcelona y formó parte de la Selección Oficial de Angouléme, en 2019. En 2003 publicó, por primera vez, Modotti. Una mujer del siglo XX, título que ha llegado a ser pionero en el género de novela gráfica en España, motivo por el cual ha sido reeditada en varias ocasiones y traducida a seis idiomas.

Modotti. Una mujer del siglo XX. Fotos: Internet
 

En este volumen, con prólogo del reconocido escritor hispano-mexicano Paco Ignacio Taibo II —quien también participa como personaje—, se le da apertura —entre sentimientos de desencanto, nostalgia, grandeza y necesidad de biografiar por siempre y para siempre con amor—, a la personalidad de una mujer que logró participar —con una gran cuota de heroísmo y sacrificio— en disímiles actividades, no sin ser algunas de ellas relatadas de forma contradictoria e inexacta. Otras veces, algunas obras literarias han sido concebidas por algunos biógrafos con una buena dosis de maledicencia contra la protagonista. No obstante, esas obras, también cabrán siempre dentro de las vertientes del pensamiento aleccionador hacia lo humano y —hasta la fecha— algo inaccesible; pues se refieren a la vida de una mujer que sufrió, luchó y trabajó por una causa justa consagrada a los humildes, por los humildes y para los humildes.

Sin embargo, no nos referiremos —como mencionamos al inicio— a la cruda realidad política que ella vivió en el mundo por aquel entonces; tampoco hablaremos de su capacidad para afrontar innumerables y crueles circunstancias que la rondaron desde muy joven —cuando aún vivía en Údine, provincia italiana de Véneto, donde nació en 1896 y se crió en un hogar de obreros pobres; o cuando decidió emigrar a los Estados Unidos donde se vinculó al mundo de la fotografía junto a Edward Weston—. Nada de esto nos proponemos, pero sí exhortar al lector a que adquiera esta magnífica obra.

Mucho nos motivó un artículo escrito por Tina para la revista Folkwais titulado “On Photography” (“Sobre la fotografía”), que sirvió como presentación de su última muestra fotográfica, en diciembre de 1929, en Ciudad de México. El presente libro, Modotti… incluye algunas de ellas. Escribió Tina en esa oportunidad:

Cada vez que se usan las palabras “arte” o “artista” en relación con mis trabajos fotográficos, noto una sensación desagradable, debida sin duda al mal empleo que se hace de tales términos. Me considero una fotógrafa, nada más. Si mis fotografías se diferencian de las que generalmente se hacen, se debe a que no trato de producir arte, sino fotografías honestas, sin recurrir a trucos ni artificios; mientras la mayoría de los fotógrafos continúan buscando “efectos artísticos” o la imitación de otras expresiones plásticas. Lo cual produce un efecto híbrido, que no permite distinguir en la obra su característica más significativa: su calidad fotográfica.

Se ha discutido mucho en los últimos años si la fotografía debe o no ser considerada obra artística digna de compararse con las otras artes plásticas. Existen divergencias entre aquellos que la consideran un medio de expresión como los demás y los miopes que miran este siglo XX con los ojos del XVII; siendo incapaces de distinguir los aspectos más importantes de nuestra civilización tecnológica. Pero a los que usamos la cámara como instrumento del oficio, como un pintor utiliza sus pinceles, no nos interesan las opiniones contrarias, porque gustamos de la aprobación de cuantos reconocen las múltiples funciones de la fotografía y su directa elocuencia para fijar y registrar la época actual.

Por eso no es indispensable saber si la fotografía es un arte o no. Lo que cuenta es distinguir entre buena y mala fotografía. Buena es aquella que acepta los límites de la técnica fotográfica y aprovecha las posibilidades y características que el medio ofrece. Mala es aquella fotografía realizada con complejo de inferioridad, no reconociendo el valor específico del medio y recurriendo a todo tipo de imitaciones. Estas obras dan la impresión de que el autor casi tiene vergüenza de fotografiar la realidad, e intenta ocultar la esencia fotográfica de la obra sobreponiendo trucos y falsificaciones.

La fotografía solo puede ser realizada sobre el presente y sobre lo que existe objetivamente delante de la cámara; se afirma como el medio más incisivo para registrar la vida real en cada una de sus manifestaciones. De ahí su valor documental. Si a esto añadimos sensibilidad y conocimiento de los temas, junto a una idea clara del lugar que se ocupa en el desarrollo histórico, el resultado será digno, creo, de ocupar un sitio en la producción social, a la que todos debemos contribuir.

Tina Modotti.
 

Madurez profesional, capacidad inequívoca de mantener un objetivo con el desplazamiento del lente frente a cualquier circunstancia, hecho e imagen desafiando tiempo y espacio, talento indiscutible ante lo que se quiere captar… Sobran los comentarios. Tina, con este artículo de su autoría, enfatiza ante todo en aquel momento de desarrollo histórico y social, en la utilización del lente para explicar la memoria, “la esencia fotográfica de la obra”, donde jamás existan o lleguen a sobreponerse “trucos y falsificaciones”.

Esta es la Tina Modotti profesional del lente de la vida y sus realidades, con una obra que pudo haberse multiplicado mucho más. Murió en 1942 en Ciudad de México, producto de una afección cardíaca, y luego de salir de una reunión a la que fue invitada por varios intelectuales amigos, entre los que se encontraba el inolvidable Premio Nobel de Literatura y miembro del Partido Comunista de Chile, Pablo Neruda. El autor dedicó a Tina y declamó ante su tumba uno de sus más hermosos poemas:

Tina Modotti, hermana, no duermes. No, no duermes.
Tal vez tu corazón, oye crecer la rosa de ayer,
la última rosa de ayer,
la nueva rosa.
Descansa, dulcemente, hermana.
En las viejas cocinas de tu patria, en las rutas
polvorientas, algo se dice y pasa;
algo vuelve a la llama de tu adorado pueblo,
                                algo despierta y canta.
Son los tuyos, hermana, los que hoy dicen tu nombre;
los que, de todas partes del agua, de la tierra.
Con tu nombre, otros nombres callamos y decimos,
porque el pueblo no muere.

La tumba donde descansan los restos de Tina Modotti fue restaurada en el 2005 por el Instituto Italiano de México. La piedra que diseñara Hans Meyer, en la que Leopoldo Méndez esculpió los versos de Neruda, continúa allí casi borrada.