Mucho más acá del horizonte

Guille Vilar
29/4/2019

Qué se puede querer si todo es horizonte.[1]
SR
 

Los estribillos en la música popular cubana funcionan como un elemento consustancial de la memoria colectiva de la sociedad. Sería interminable la relación de canciones con las cuales validaríamos tal afirmación. La pieza “Se acabó el querer”, famosa composición de Pedrito Calvo para Los Van Van, marcó un momento de los años 90 en que durante el diálogo cotidiano acudíamos a dicha frase para referirnos a una crisis de reglas elementales de la educación formal, aunque la canción en realidad tenía que ver con la ruptura de una relación amorosa. Otra obra muy popular entre nosotros ha sido el tema “Si no vas a cocinar”, composición del maestro Adalberto para el conjunto Adalberto Álvarez y su Son, pieza de cuyo simpático estribillo nos hemos apropiado para justificar la despedida a una mujer con quien la relación no llegó a fructificar en algo verdadero y por lo tanto le decimos “tun-tu-run-tu”, si bien desde entonces es común utilizarla para aderezar cualquier tipo de desenlace personal.

Silvio Rodríguez, conjuntamente con otros cantautores no menos significativos, ha contribuido
a la creación de esta mística rebelde de la Nueva Trova. Foto: Internet

La singular asimilación del mensaje de una obra musical, al integrar códigos con que nos hacemos entender entre nosotros mismos, también puede ser para el cubano un factor imprescindible en la necesidad de consolidar cimientos básicos de la ideología. Y esto puede llegar a estar tan arraigado, que fragmentos de canciones decisivas en esta línea de composición nos pueden venir a la mente de la forma más espontánea porque, sencillamente, los tenemos incorporados en el vórtice de los pensamientos.

Por ejemplo, si revisamos ediciones recientes del periódico Granma, podemos leer dos artículos de periodistas diferentes cuyos trabajos ilustran tales puntos de vista. En la edición del pasado 15 de marzo, el periodista Ronald Suárez Díaz, en su crónica Un canto a quien no escucha, alude al espíritu solidario de la conocida “Canción de Navidad”, al escribir sobre la cantidad de colombianos que cruzan la frontera con la finalidad de ser atendidos gratuitamente por los médicos cubanos radicados en Venezuela. Para aquellos músicos que realizaron un concierto en suelo colombiano, preocupados por la suerte del pueblo de Venezuela, tal parece que esta realidad les resulta ajena o es que quizás entiendan que no vale la pena “cantarle a quien no escucha, a quien no dejan escucharme, a quien ya nunca me escuchó”, justamente lo contrario de lo que expone el trovador cubano Silvio Rodríguez en la mencionada pieza.

Por su parte, Raúl Antonio Capote publicó una crónica el 27 de marzo dedicada al aniversario 60 de los Órganos de Seguridad, con el título Vivir sin tener precio. Si bien es cierto que todo cubano reconoce esta expresión como parte del texto de la emblemática canción “El necio”, en el mencionado artículo también se hace alusión a pasajes de otra pieza del mismo trovador. Se trata de “El hombre de Maisinicú”, tema del filme homónimo de 1973 que, bajo la dirección de Manuel Pérez, está inspirado en la historia de Alberto Delgado, combatiente de los Órganos de Seguridad, asesinado por los contrarrevolucionarios en los años 60 del pasado siglo.

Esta coincidencia en tan breve lapso de tiempo —donde ambos periodistas a partir de las canciones de un trovador se reconocen identificados con los principios que inciden en el batallar por la supervivencia de la nación— para nada representa el resultado de una oportuna casualidad. Es la revelación hecha música de realidades que aúnan a cantores y al público como participantes activos de la dinámica de profundas transformaciones en la sociedad cubana, desde los comienzos del proceso revolucionario.

El trovador que nos ocupa en esta crónica, conjuntamente con otros cantautores no menos significativos, ha contribuido a la creación de esta mística rebelde de la Nueva Trova, creencias que hemos asumido a partir de canciones matizadas por fundamentos que nuestros líderes políticos han definido históricamente como directrices para alcanzar el bienestar entre todos. Cualquiera de nosotros recuerda piezas paradigmáticas que, si bien conservan el carisma de la interpretación que las personaliza, permanecen además como testamentos lapidarios que resguardan nuestras razones para luchar por un mundo mejor posible.

Incluso, en diferentes composiciones de estos trovadores se presiente el riesgo de morir, pero como un desenlace natural en la existencia de todo aquel que sea capaz de entregar la vida por los demás. Significa la decisión de asumir con abnegación el sacrificio altruista por un bienestar supremo, donde los intereses personales ceden en aras de la colectividad. Según el mensaje de una de sus canciones [2], los problemas de la sociedad no se pueden resolver a partir de la toma de decisiones radicales de emergencia, si no se tienen en cuenta los argumentos del amor en su mayor amplitud. Precisamente, cuando el pueblo se adueña de otra de las tantas canciones definitorias de su repertorio, como ha sucedido con “Por quien merece amor”, es porque se ha interiorizado el concepto de que el precio de nuestra existencia, se encuentra avalado por la estatura moral de un amor infinito hacia todo aquello que tenemos en alta estima los cubanos de estos tiempos, sentimiento latente en la propuesta poética de esta obra en cuestión. Basta acercarnos a “El necio” para vislumbrar las señales de una fidelidad inconmensurable al pueblo del que nació como raíz nutriente de una prédica, que lo lleva a apostar por la forma de vivir que hemos escogido como sociedad por encima de contradicciones y dificultades de todo tipo.

Nos continuarán llegando noticias acerca del dirigente que en una alocución pública, se apoyó en pasajes de una conocida composición del trovador; mientras descubriremos huellas de los versos de otras de sus piezas en el rastreo de las crónicas. Quizás este poema de Benedetti pueda ilustrar la cercanía del cubano al aliento emancipador de tales canciones tomadas del horizonte: “La verdad es que todo lo que amamos/ todo lo que nos duele y lo que somos/existe más acá del horizonte” [3].

 

Notas:
 
[1] Verso de la canción “Hoy no quiero estar lejos de la casa y el árbol”, de Silvio Rodríguez.
[2] “El problema”, canción de Silvio Rodríguez.
[3] Estrofa final del poema “Más acá del horizonte”, de Mario Benedetti.