Tras indagar en la Historia de la danza escénica hecha en Cuba, es posible constatar la impronta de las mujeres en ese arte. De inmediato aparece el nombre de Alicia Alonso, uno de los pilares de la Escuela Cubana de Ballet, bailarina devenida en inspiración para sucesivas generaciones de intérpretes, leyenda de la danza toda.

Otro nombre que resuena con fuerza es el de Lorna Burdsall, una norteamericana que se aplatanó en Cuba para convertirse en uno de los pilares del movimiento de danza moderna y de la enseñanza artística en nuestro país.

Sobre Alicia mucho se ha escrito. Los poetas le cantaron, los historiadores registraron sus presentaciones, el cine la filmó, la crítica la elogió. Lorna es una de las fundadoras de Danza Contemporánea de Cuba, creó la primera compañía alternativa del país, escribió su autobiografía y uno de sus discípulos le dedicó un documental.

“Sobre Alicia mucho se ha escrito. Los poetas le cantaron, los historiadores registraron sus presentaciones,
el cine la filmó, la crítica la elogió…”. Foto: Tomada de Internet

No es habitual encontrar los nombres de mujeres de América Latina y el Caribe en las historias de la danza. En el ballet es extensa la lista de figuras de Europa: María Taglioni, Fanny Elssler, Ana Pávlova. La investigadora mexicana Margarita Tortajada expone su punto de vista, desde la perspectiva de género: “Aunque la disciplina dancística le da a la ballerina un medio de autoconocimiento, su fin último es el escenario, es decir, su trabajo se encamina irremediablemente a convertirse en objeto de la mirada del otro, del placer del otro. Su carácter está finalmente determinado por el hecho de mostrarse para los demás y en eso encuentra su goce”. (Tortajada, 2001)

En la danza moderna abundan las mujeres norteamericanas: Isadora Duncan, Ruth Saint-Denis, Martha Graham, Doris Humphrey. De las pioneras de la danza dijo la Tortajada: “Ellas hicieron de su obra la expresión de su punto de vista como mujeres, con una imagen propia. Reivindicaron el poder del cuerpo y el movimiento como medios de expresión”. (Tortajada, 2001)

La Dra. Ana Abad realizó un estudio de gran extensión sobre las mujeres revolucionarias en danza, esfuerzo extraordinario por leer la Historia de la manifestación desde el punto de la óptica de las mujeres. Quiénes son, cuál es su legado, cómo la sociedad recepcionó su obra, cómo compaginaron la vida privada y la profesión. Llamó mi atención el hecho de que menciona solo a dos latinoamericanas, entre quienes dieron un vuelco a la danza, la argentina Mercedes Quintana y la cubana Alicia Alonso.

Por eso es de gran valor el análisis de la Tortajada, expuesta en su libro Frutos de mujer, pues se detienen en la obra creada por las bailarinas mexicanas Nellie y Gloria Campobello, quienes iniciaron el camino del ballet en México; coreógrafas y bailarinas como Guillermina Bravo, Ana Mérida, Amalia Hernández; maestras como Waldeen y Ana Sokolow. La estudiosa explora los motivos de las creadoras, hurga más allá del anecdotario personal y subraya la lección de las siete artistas: “A pesar del poder que atraviesa el cuerpo y de los discursos dominantes que expresa, a pesar de la marginación de las mujeres, es posible que ellas produzcan nuevos discursos, nuevas formas de conocimientos y nuevas prácticas”. (Tortajada, 2001)

“La mirada feminista no es habitual en las investigaciones sobre danza cubana”.

La huella de las mujeres en la danza cubana es portentosa, e incluye una extensa lista de nombres ilustres. En este 2021 existen varias compañías de danza en Cuba que trabajan bajo el liderazgo de una mujer. El Ballet Nacional de Cuba, Lizt Alfonso Dance Cuba, Codanza, Teatro Persona, Mi Compañía, Compañía Rosario Cárdenas, Raíces Profundas, Compañía Flamenca Ecos, Danza-Teatro Retazos, Kokoyé, Ballet de Camagüey, Teatro de la Danza del Caribe.

Hasta ahora, 14 mujeres han recibido el Premio Nacional de Danza de Cuba, que constituye el más grande reconocimiento que otorga el Ministerio de Cultura a figuras relevantes de la especialidad.

El dato muestra que se reconoce la labor de las mujeres. Sin embargo, no abundan los estudios de género en danza entre nosotros. Tampoco son frecuentes las hojas de vida de bailarinas, coreógrafas, maestras. La mirada feminista no es habitual en las investigaciones sobre danza cubana. Y estos son asuntos en los que hay mucha tela por donde cortar en esta tierra.

“Las mujeres que danzan lo hacen con su cuerpo; dicen el mundo poniendo en el escenario esa diferencia de ser mujer”. Así afirma la coreógrafa Sophie Kasser. (Kasser, 2009)

Con la esperanza de contribuir a realzar el legado de las cubanas, me detendré en la obra y vida de dos mujeres a las que me atrevo a calificar de revolucionarias en danza: Alicia Alonso y Lorna Burdsall.

Danza en Revolución, mujeres revolucionarias en danza

Alicia y Lorna vivieron intensamente los primeros años de la Revolución cubana. La prima ballerina assoluta estaba en Chicago, con el Ballet Ruso de Montecarlo, el 1 de enero de 1959. El 3 de febrero de ese año se presentó en La Habana, evidenciando su aspiración de fomentar el ballet en nuestro país. Era la principal figura del Ballet Nacional de Cuba, ella compartió la decisión de Fernando y Alberto de cimentar la compañía, formar bailarines, desarrollar un repertorio donde los clásicos compartieran escena con coreografías de autores cubanos, y de estimular a un público conocedor.

Lorna era la esposa de Manuel Piñeiro, uno de los comandantes de la Revolución. Formada en la prestigiosa Juilliard School, tuvo como maestros a nombres que son referencias de la danza universal: Doris Humphrey, Martha Graham, José Limón. Era un contexto donde se sucedían las transgresiones en las fronteras de la danza. Con ese caudal de saberes, se sumó a la aventura iniciada por Ramiro Guerra en los salones del Teatro Nacional para abrir los caminos de la danza moderna en Cuba.

Al hurgar en la biografía de estas mujeres se comprobará que no vivieron como manda la tradición patriarcal. Fueron bailarinas y coreógrafas, se casaron y se divorciaron, tuvieron hijos, sortearon obstáculos y siguieron desarrollando su carrera profesional.

El Ballet Nacional de Cuba y el entonces Conjunto de Danza Moderna —hoy Danza Contemporánea de Cuba— son compañías de larga data. La primera alcanzó su máximo esplendor tras el triunfo de la Revolución, dado el apoyo estatal que recibió, que le había sido negado por gobiernos anteriores. Salario para todo el equipo, salones de ensayo, teatros donde presentarse, dinero para grandes producciones, escuela para formar bailarines, posibilidad para cultivar un público para el ballet.

El Conjunto de Danza Moderna fue fundado por Ramiro Guerra en septiembre de 1959, y Lorna fue una de las protagonistas. La primera función de la naciente compañía incluyó dos obras de Ramiro y dos coreografías de Doris Humphrey montadas por Lorna, La vida de las abejas y Estudio de las aguas.

Es preciso resaltar la presencia de las mujeres en los momentos fundacionales de la danza profesional en Cuba. El talento de Alicia fue pieza clave para la creación del Ballet Nacional de Cuba y para el desarrollo de la Escuela Cubana de Ballet. Lorna estuvo con Ramiro desde el día en que la danza moderna encontró su expresión cubana.

“Es preciso resaltar la presencia de las mujeres en los momentos fundacionales de la danza profesional en Cuba”.

A partir del triunfo de la Revolución, se multiplicó el número de mujeres de danza en nuestro país. Joyas como Loipa Araújo, Mirta Plá, Josefina Méndez, Aurora Bosch; maestras como Ramona de Saá; bailarinas como Luz María Collazo, Nereida Doncell, Dulce María Vale, Perla Rodríguez; coreógrafas como Marianela Boán, Rosario Cárdenas, Lídice Núñez, Isabel Bustos, Susana Pous, Lizt Alfonso, Sandra Ramy, Maricel Godoy, Tania Vergara.

Muchos son los logros que han alcanzado las mujeres cubanas en estos años de Revolución: derecho a la educación, paridad de salarios, derecho a la seguridad social, derecho a la planificación familiar y al aborto con asistencia médica gratuita, ley de maternidad, círculos infantiles, etc. Hay que añadir que las que se dedican a la danza tienen asegurada la subvención estatal.

Las mujeres en Cuba no suelen reconocerse como feministas, aun cuando asumen en su cotidianidad actitudes que subvierten el orden patriarcal. Herminia Rodríguez Pacheco lo explica:

“Me gusta mucho la frase de Marcela Lagarde que se refiere al feminismo en silencio de esos cientos, miles, yo diría millones de mujeres, que en ocasiones ni son conscientes de ser feministas y desde su vida cotidiana, desde su accionar, también están enfrentando el patriarcado y dando batalla contra lo que supuestamente se considera natural”. (Rodríguez, 2021)

Alicia Alonso creó Tula, inspirada en la vida y obra de la escritora Gertrudis Gómez de Avellaneda, precursora del feminismo. Lorna Burdsall expuso la fuerza de la naturaleza femenina en muchas de sus piezas.

La magia de Alicia

En 1966, el Ballet Nacional de Cuba participó en el IV Festival Internacional de la Danza de París. El montaje de Giselle recibió el Grand Prix de la Villa de París y Alicia fue distinguida por la Universidad de la Danza con el Premio Ana Pávlova por su magistral desempeño en el rol protagónico. A partir de ahí su leyenda fue creciendo y los grandes escenarios del mundo la reclamaban. México, Canadá, París, Copenhague. En Bruselas el gran Maurice Béjart montó para ella El lago de los cisnes.

Alicia Alonso en 1947. Foto: Tomada de Internet

En 1972, volvió a operarse y recuperó buena parte de su visión, pero la recomendación médica era que abandonara la danza. Cuentan que su período de convalecencia fue tiempo de trabajo, hasta montó el Grand Pas de Quatre para la Opera de París. El doctor Miguel Cabrera, historiador del Ballet Nacional de Cuba, recuerda la función en que Alicia regresó al escenario: “Luego de un silencio total, la audiencia salió del asombro y estalló en ovación cerrada. Alicia Alonso había vuelto a las tablas en una noche inolvidable, de alegría, lágrimas y emociones infinitas. Con su inquebrantable voluntad había vencido. Fue un período penoso que le demandó esfuerzos extraordinarios para recuperar el tono muscular, el control del cuerpo y ajustarse a sus posibilidades de visión”. (Cabrera, 2011)

El novelista Alejo Carpentier fue uno de los grandes admiradores del arte de la Alonso:

“Por la diversidad de sus recursos técnicos, por la fuerza de su sensibilidad, por su entendimiento de cuanto atañe a la danza, Alicia Alonso es una de las grandes bailarinas de todos los tiempos”. (Carpentier, 1972)

Con el Ballet Nacional de Cuba Alicia bailó en el Gran Teatro de La Habana, en la Opera de Viena, en La Scala de Milán, en la Opera de Roma. El 12 de mayo de 1997 volvió a bailar en el Metropolitan de Nueva York, para celebrar junto al ABT los cincuenta años del estreno de Temas y variaciones, la coreografía que George Balanchine creó para ella.

Alicia falleció en La Habana el 17 de octubre de 2019. Su despedida fue una impresionante manifestación de pueblo que la aplaudió y la reconoció como uno de los grandes orgullos de Cuba. Me gusta recordar la anécdota narrada por un colega. Dice que aquel día viajaba en una guagua con música a todo volumen. Cuando supo de la terrible noticia, se acercó al chofer y le comunicó el suceso. El hombre apagó el radio y explicó a los viajeros: “Es que murió Alicia”.

Lorna transgresora

Lorna nació en Preston, Connecticut, Estados Unidos, el 24 de marzo de 1928, y falleció en La Habana el 27 de enero de 2010. Máster en Humanidades, recibió clases de Martha Graham, Louis Horts, Doris Humphrey, José Limón, Merce Cunningham, entre otras figuras de la danza moderna. 

Lorna fue una de las fundadoras del Conjunto de Danza Moderna de Cuba.
Foto: Tomada del Archivo de Artes Escénicas

En su país conoció a un joven cubano del cual se enamoró y con el que tuvo a su hijo. Por amor llegó a Cuba, y siguiendo los pasos de su amado subió a las montañas de Oriente, donde se libraba la guerra de liberación. Lorna conoció y compartió momentos de su vida con los líderes de la Revolución cubana. Fidel, Raúl, Vilma, Celia, Ché y Camilo se contaban entre sus amigos.     

Aquí fue una de las elegidas por Ramiro Guerra para fundar el Conjunto de Danza Moderna de Cuba. En la naciente compañía impartió clases de la técnica de Graham y Limón. Lorna explica por qué no pudo estrenar la coreografía para la primera función de la compañía:

“Sabía que era creativa, pero experimentaba inseguridad cuando llegaba el momento de pararme frente a un grupo de bailarines y explicarles cómo moverse con tal o más cuál paso. Esa no era mi forma de trabajar. Yo necesitaba primero sentir algo muy profundo en mi interior, y entonces tratar, a través de mi propio cuerpo o el de alguien más que fuera muy cercano a mí, emocional y mentalmente, para convertir esas sensaciones en movimiento”. (Burdsall, 2012)

Sin embargo, montó dos obras de Doris Humphrey para la noche inaugural. Y bailó Mambí, obra de Ramiro. En una de las funciones se encontraban en el público los filósofos franceses Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir.

“Se adelantó con sus creaciones al período de la llamada no danza, pero en Cuba no fue apreciado su quehacer en la justa medida”.

Lorna cuenta de las reacciones de los burócratas frente a la danza moderna, a los que hubo de convencer de la valía de esta expresión:

“Sus danzas reflejaron temas políticos y sociales que nada tenían que ver con los cuentos de hadas y sus varitas mágicas, y mostraron que la danza puede operar como vehículo de expresión transformador de sociedades, y al mismo tiempo entretener”. (Burdsall, 2012)

Ella siguió como bailarina y coreógrafa, al tiempo que impartía clases en la Escuela Nacional de Danza y vivía su matrimonio con Manuel Piñeiro, el hombre que coartó numerosos intentos de asesinato a Fidel. En su autobiografía narra cómo el machismo insular influyó en su relación de pareja: “Los muy moralistas burócratas `machos´ que encabezaban la delegación transmitieron toda la basura chismográfica…” (Burdsall, 2012)

Fue así como la expulsaron de la compañía que fundó, entonces se dedicó a la enseñanza, y con sus alumnos creó Así Somos, en 1981: “…un grupo diferente, fuera de lo común, avant-garde dentro de una atmósfera de danza tradicional. Escogimos más sitios inusuales para nuestras presentaciones, pequeñas galerías de arte o el Museo de Bellas Artes, así como centros culturales, parques y hasta círculos infantiles”. (Burdsall, 2012)

Así somos fue la primera agrupación de danza cubana que rompió las estructuras de gestión al uso. Se presentaban en lugares no habituales para la danza profesional, tenían una noción diferente del trabajo con el cuerpo, el entrenamiento no privilegiaba la fisicalidad, sumaron bailarines, artistas plásticos, músicos. Cocina, videos, modas, objetos cotidianos como parte de la escenografía. No había jerarquías para la creación.

El artista visual Adolfo Izquierdo fue uno de los participantes en la aventura creativa de Así somos, que registró el filme-danza Sola:

“La casa se convirtió en un verdadero laboratorio para la puesta en escena y para la experimentación propia del arte contemporáneo. Confluencias multidisciplinarias que conformaban la esencia de un grupo de vanguardia. Bailarines, coreógrafos, actores, diseñadores, fotógrafos, pintores, escultores, escritores y músicos que confluyeron en ese laboratorio del arte”. (Izquierdo, 2019)

Las funciones en la sala del apartamento de Lorna no fueron bien recibidas por la burocracia, pero tuvieron que aceptarlas dado el prestigio de la bailarina, y porque debieron entender que las exploraciones que allí tenían lugar eran parte de un cambio de paradigma en la vida cultural del país. Lorna quería comunicarse íntimamente con el público, dejaba atrás los grandes escenarios que ponían gran distancia entre el artista y el espectador.

Habrá que decir que se adelantó con sus creaciones al período de la llamada no danza, pero en Cuba no fue apreciado su quehacer en la justa medida.

El siglo de las mujeres

Algunos analistas han calificado al siglo XXI como el siglo de las mujeres. Es cierto que se han multiplicado los movimientos que defienden sus derechos. Las argentinas lograron la legalización del aborto. Las chilenas convirtieron en un himno la acusación a los violadores. Las actrices norteamericanas llevaron a la alfombra roja de Hollywood la denuncia de los abusos de poder de los ejecutivos del cine. En África se extiende la condena a la ablación. Pero la batalla debe continuar porque falta mucho por hacer.

Vivimos en una sociedad patriarcal, heteronormativa, donde las relaciones de poder concentran la riqueza en unas pocas manos y condena a la gran mayoría a vivir en la precariedad, fuente de tantas injusticias. La danza no puede estar ajena a esa realidad social en la que se genera.

El profesor Oriol Fort i Marrugat expone sus consideraciones sobre las posibilidades de la danza como instrumento transformador:

“Si la danza ha podido ser un instrumento de poder masculino —por usurpación del cuerpo de la mujer— la danza mediante el cuerpo/persona puede devenir un instrumento de enormes posibilidades para revocar el poder machista y dar paso al poder de las libertades y las igualdades entre mujeres y hombres: un instrumento para la transformación de las personas y de la sociedad”. (Fort i Marrugat, 2015)

En la danza del siglo XXI es posible encontrar tendencias diferentes, desde el ballet clásico, la danza moderna, contemporánea, postmoderna, no danza, danzas urbanas, danzas folclóricas, de salón. Cada una de estas tendencias puede expresar los conflictos y las aspiraciones de mujeres y hombres.

Bibliografía

-Abad Carlés, Ana: Coreógrafas, directoras y pedagogas: La contribución de la mujer al desarrollo del ballet y los cambios de paradigmas en la transición al s XXI. Tesis doctoral. Universidad Politécnica de Valencia, 2012.

-Burdsall, Lorna: Más que una nota al pie. Ediciones Unión, La Habana, 2012

-Cabrera, Miguel: El ballet en Cuba. Apuntes históricos. Ediciones Cúpulas, La Habana, 2011

-Carpentier, Alejo: “Nada en la danza le es ajeno”. Revista Cuba en el ballet, 1972, vol. 3, no. 1

-Fort i Marrugat, Oriol: “Cuando danza y género comparten escenario”. AusArt Journal Research in Art, 3 (2015) 1. pp 54-65

-Izquierdo, Adolfo: El proceso creativo en el filme-danza Sola: Deconstrucción en primera persona. Tesis de Licenciatura. Facultad de Arte Danzario, Universidad de las Artes ISA, 2019

-Kasser, Sophie: “El cuerpo femenino en la danza: escritura de mujer”. Duoda. Estudis de la diferencia sexual, número 36-2009

-Rodríguez Pacheco, Herminia: “Un feminismo liberador, emancipador y socialista”. La Jiribilla, marzo 2021

-Tortajada, Margarita: Frutos de mujer. Las mujeres en la danza escénica. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes INBA y Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información (CENIDI DANZA), México, 2001