No quiero condicionar intenciones

Ana María Domínguez Cruz
25/10/2018

No le bastó la isla construida desde el latir de un corazón incondicional, ni el regalo de una pasión briosa. No le fue suficiente el libro de cuentos infantiles, ni el agua de mar recogida en un pomo. Tampoco las mariposas añadidas a las fotos ni la garantía de un sentimiento sin faltas de ortografía. Ni siquiera la sangre que se impregnó en las paredes, la ira que se desgajó del celo, el cuchillo que amenazó, los golpes insaciables.

Fotos: Cortesía de Arturo Sotto
 

Elena no pudo decidirse nunca por lo uno o por lo otro. No pudo o no quiso. Y las indecisiones, aprendemos todos, acarrean consecuencias fatales. Azúcar nació sin saber si era hija de Tomás o de Emilio, o lo que es peor, no tuvo la posibilidad de elegir su camino porque siempre tuvo dos a la par. Acusarla del asesinato de los tres, al final, no fue lo más terrible. Lo inesperado es que, después de todo, quisiera reconstruir la isla.

Arturo Sotto tomó las riendas de la historia de este triángulo amoroso en un guion que demoró años en encontrar el presupuesto necesario para convertirse en Nido de Mantis, película coproducida por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), Itaca Films (México) y Cottos Producciones S.R.L. (República Dominicana), en colaboración con el Programa Ibermedia y estrenada el pasado 20 de octubre en la capital, con una proyección para el público al día siguiente.

Sotto, escritor, guionista y cineasta, nos tiene acostumbrados a una estética muy singular, que va dejando marcas en cada una de sus entregas. La primera que conocí, el documental Breton es un bebé (2008), no tiene por qué verse muy alejada de los largometrajes de ficción Pon tu pensamiento en mí (1995), Amor vertical (1997), La noche de los inocentes (2007) o Boccaccerias habaneras (2013). Incluso en Nido de Mantis, me confiesa que “está Tomas Gutiérrez Alea por los cuatro costados (…), se pueden detectar muchos guiños, alusiones, referencias, más evidentes o más oblicuas, pero ahí están (…). Es que a Titón le debo mucho, le debemos todos en el cine cubano”.

 

Este filme que nos devela Sotto no es el simple recuento de la historia, poco común en nuestra sociedad, de una mujer fatal con dos amantes. Trae el aderezo de los rasgos distintivos de un thriller que, como género, se enriquece con la manera original de contarse, en la que intervienen además elementos que contextualizan a la Cuba de los años 50, 60, 70 y en lo sucesivo, hasta agosto de 1994, cuando se produce el desenlace trágico de la trama principal, que es la escena primera de la película.

“Transitar por diferentes épocas, incluso en las mismas locaciones, complejizó mucho el rodaje. Pero la vida, ya sabemos, no es fácil cuando se trata de hacer cine. Vale destacar el excelente trabajo del diseñador de vestuario Vladimir Cuenca y el director de arte Carlos Urdanivia. Realmente ellos consiguieron recrear y construir las atmósferas. El vestuario fue muy complicado, porque no solo se hurgó en los almacenes, sino que se confeccionó mucha ropa, se compró tela, fue estresante. Incluso un mismo espacio cambiaba de época y se transformaba la pintura, la textura, la iluminación.

“Fue una película de mucho esfuerzo, por los rodajes en La Habana y en espacios rurales, por los traslados y los movimientos. Además, filmamos en invierno y tuvimos de todo: fango, moscas, mosquitos y mucha lluvia. De hecho, filmamos con lluvia real, lo cual es un gran riesgo porque si escampa luego no hay macheo, y hay que construir la lluvia. Te contaría otra película si te hablara de todos los tropiezos. Hicimos un making off que en algún momento estará en Internet”.

¿Elegiste los actores desde que escribías o recurriste al casting?

Salvo Luis Alberto García (Belarmino), que siempre pensé en él, el resto fue a golpe de casting. Pocas veces, cuando escribo, me resuena una voz en el interior que me sugiere actores para determinados personajes. El casting es fundamental y no porque sea una prueba de actuación, más bien es una necesidad del director para encontrar una imagen que va más allá de lo individual, porque todo debe empastar.

Yara Masiel (Elena) tiene en esta película su primera incursión en el cine. Sus amantes, Caleb Casas (Emilio) y Armando Miguel Gómez (Tomás), sí tienen más experiencia. El fiscal y la abogada que investigan, Yariel Fernández (Fernando Montenegro) y Claudia Álvarez (Patricia Mejías); la presunta homicida Amelia Fernández (Azúcar), y el resto del elenco, fueron sumándose. Quise y tuve, afortunadamente, las actuaciones especiales de Osvaldo Doimeadiós, Néstor Jiménez, Patricio Wood, Mario Guerra, entre otros”.

 

La música caracteriza épocas, muy original, ¿no?

Sí, volví a trabajar con Beatriz Corona, y además de la música orquestal, incidental para la película, trabajamos unos temas que surgieron por una necesidad orgánica, digamos. Estaban las canciones en el set y había que filmarlas, y para evitarnos los trámites que demandan los derechos de autor, decidimos componer y liberarnos de esa batalla. Así te encuentras par de temas, un bolero y una guajira, por ejemplo, con letra mía y con arreglos de Beatriz.

Más allá del triángulo amoroso, ¿qué quisiste contar en la película?

No te lo voy a decir. Imposible. Si te lo digo ya predispongo lecturas. No quiero adelantar intenciones, quiero que el espectador vaya limpio, virgen, y que encuentre su propia lectura. Pueden existir muchas y no las quiero condicionar.

 

¿Qué es lo próximo que podremos recibir de ti?

Tal vez para el Festival Internacional del Cine Latinoamericano y con certeza para la próxima Feria del Libro, presentaré una edición ampliada del libro Conversaciones al lado de Cinecitá, una compilación de entrevistas que recoge un poco la historia del cine hecho por el ICAIC, como continuación de la edición que se publicó una década atrás.

Por otra parte, proyectos tengo y guiones también. Pero siempre lo más angustioso es la búsqueda de los recursos para llevarlos a cabo.

¿Algo que no te haya preguntado y que quieras decir?

Gracias. Como director me gusta ser agradecido y por eso, agradezco al staff y a los actores. A veces uno se pone nervioso en las entrevistas y no sé, ahora mismo, sí quisiera decir algo más. Una película es una obra colectiva y yo agradezco mucho el esfuerzo del staff y de los actores, porque pudimos cumplir con el tiempo y el presupuesto estipulados. Espero que el resultado esté a la altura de lo que se espera de nuestro esfuerzo.

Y recuerdo entonces, cuando en la noche de la primera proyección, Sotto estuvo en el escenario con el equipo y el elenco. “Los aplausos para ellos”, dijo. “Lo que crean que estuvo mal, fue mi culpa”. Desde mi luneta, dos horas después, yo lo absolví.

 

Cuba: "Nido de Mantis" de Arturo Sotto en última fase del rodaje
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