El título que traigo a bien presentarles constituye un libro atípico, original. Para serles sincera, no he logrado definirlo dentro de un género específico. No son cuentos ni relatos; no es prosa poética; no es ensayo ni testimonio. Son una especie de viñetas; textos que captan magistralmente la esencia y el sentir de la autora respecto a tópicos cotidianos en la vida de las mujeres cubanas, que bien podrían extrapolarse a la mujer universal. El poco tiempo libre de la mujer trabajadora, madre de familia, hermana, esposa, hija; el modo de entender, enfrentar y superar el fenómeno del “nido vacío” una vez que los hijos parten y hacen sus propias vidas; la violencia de toda índole; los estereotipos sociales; los cánones de belleza; las disímiles posturas acerca del “amor romántico”; la subestimación hacia el sexo femenino; la sobrecarga de responsabilidades bajo el dicho: “¿Hay mujeres? Todo va a salir bien” (que podría parecer un cumplido, pero tiene varias lecturas). Estas y otras líneas de pensamiento vinculadas al papel que asumimos las chicas en la sociedad son cuestiones de interés que superan las barreras geográficas o circunstanciales. 

“Aventurarse en las escasas 138 páginas de este libro, publicado por Ediciones Matanzas (2019), supone una lectura hacia adentro; una suerte de viaje a través del espejo”.

La literatura escrita por mujeres en la Cuba de hoy tiene aroma a limpio, a frescor que abraza de pronto el alma, que amanece entre versos y una prosa firme, cual tacón que araña el pavimento. Bien lo auguraba Luisa Campuzano en Las muchachas de La Habana no tienen temor de Dios cuando en su estudio sobre escritoras cubanas desde el siglo XVIII hasta la actualidad, decía: “Las autoras de las que me ocupo comparten, por más piadosas que sean o hayan sido, la osadía de desafiar gobiernos, transgredir prejuicios, subvertir cánones”. Ello, entre muchas otras temáticas, gobierna aún hoy, 18 años después, en las escritoras de esta Isla. Sería absurdo pretender encasillarlas. No hay nada entre cielo y tierra que les sea extraño.

Cabe entonces presentarles a Laidi Fernández de Juan (La Habana, 1961), autora de este volumen. En la nota de contracubierta expresa el maestro Francisco López Sacha:

Escribe lo que ocurre y puede ser olvidado, lo que pasa una vez, lo que se mueve para vencer el tiempo, lo que queda, lo que se va, lo que al final cambia y se transmuta, aunque ha dejado su huella en la memoria. Ella recoge esos fragmentos, esos detalles que dejamos pasar y nos definen, y entonces les da vida, brillo, valor; los hace resonar en las normas cubanas del idioma casi siempre con un rescoldo de malicia, arrobo y bondad, con esa gracia que se trasunta en su estilo, con esa manera de escribir entre irónica, mordaz y risueña, y por supuesto, con un propósito: “la vocación de dar fe”, de atrapar el tiempo, de agotar toda la trama, de acotar en la fugacidad de las cosas, de vencerlas al fin con las únicas armas posibles, es decir, con las palabras.

Aventurarse en las escasas 138 páginas de este libro, publicado por Ediciones Matanzas (2019), supone una lectura hacia adentro; una suerte de viaje a través del espejo, donde no nos costará tanto mutar de piel para vernos en esos roles. Los textos van quedando de alguna forma organizados bajo acápites temáticos con la siguiente secuencia: “Nosotras”, “Escuelas”, “Cuba hoy”, “Interrogantes”, y finalmente la sección más amplia, “Misceláneas”, cerrando nada más y nada menos que con el título “Per, prejuicios y estereotipos”.

“Resurgir de las cenizas de todas las brujas que ardieron bajo el fuego del miedo y la ignorancia es, y deberá seguir siendo,
premisa para el triunfo”. Imagen: Detalle de la cubierta de Tiempo de mujeres

A modo conclusivo la autora expone su punto de vista respecto al tema que aborda, el cual, para beneplácito de lectoras que como yo aspiramos a comprensiones y tolerancias sociales cada vez más holísticas y diversas, resulta atinado y acorde a nuestros momentos actuales. Estoy segura de que seguirá siendo acorde también a tiempos futuros, pues aún queda mucho por desmitificar y descodificar respecto al papel de la mujer en la sociedad. Es tiempo de mujeres, no cabe duda. Resurgir de las cenizas de todas las brujas que ardieron bajo el fuego del miedo y la ignorancia es, y deberá seguir siendo, premisa para el triunfo.

“‘Todo va a salir bien’ parece el lema de la mujer contemporánea, esa que sacude las añoranzas, respira hondo y tira
hacia delante”. Foto: Tomada de Claustrofobias

Hablando en plata, donde hay mujeres, no hay fantasmas, sino una montaña de deberes más o menos placenteros. Montaña a la que entramos con uñas y dientes, sin saber qué, quién ni cómo nos espera, pero a la que hay que entrarle con todas las ganas posibles. “Todo va a salir bien” parece el lema de la mujer contemporánea, esa que sacude las añoranzas, respira hondo y tira hacia delante.

Tomado de Claustrofobias