Hay pocos países de los que se haya escrito, hablado, fabulado, cantado, reído y llorado, más que de Cuba. Quizá la excepcionalidad insular o la distancia, solo rota por algún espacio de muy breve tiempo, en que Cuba era el faro de una esperanza, atrayendo a gentes de todo el mundo, conspiraban a favor de esas rimas y palabras de añoranzas. Por eso, definir qué significa Cuba, es lo más difícil y bello que puedo escribir. Definir, sin caer en la melancolía, ni acudir al recurso fácil, al lugar común o a algo ñoño.

Julio Hernández. Foto: Internet 

Cuba está para mí, en la misma pregunta que se me plantea. En ese “usted” de: “¿Qué significa para usted Cuba?”. Una de las primeras ataduras que solté, para adaptarme a mi nueva vida, fue evitar nombrar de “usted” a las personas. “Usted”, se convirtió en una palabra que apelaba a una distancia emocional. Si alguien te cae, o se porta mal contigo, si alguien es tan verraco o tan sanaco como para hacerse merecedor de tu desprecio, le plantas el “usted” delante, y no le das los dos guantazos que se merece. Pero, “usted” me entiende. Cuando en Cuba trataba a alguien de “usted”, le elevaba a un lugar en el respeto que esa persona ya se merecía, sin siquiera habernos cruzado antes ni una palabra. Cuando decía, “usted primero”, esa persona merecía el derecho de disfrutar antes que yo de un puesto en la cola, de usar un asiento en el transporte público, de beberse el primer trago o de acabarse la botella. Los adultos eran “usted”, y no solo los adultos mayores. Era el “tío, me puede tirar la pelota”, que a veces te caía con el peso de un millón de años, por la carga de respeto que la frase contenía.

Cuba significa así mismo, el descanso, el regreso, el tiempo más despacio, el andar más tranquilo, el retorno a casa. La idealización que choca con la realidad, con que choco cada vez que vuelvo. Y el resto de lugares comunes que compartimos los que estamos lejos. La familia, el ron, la playa, la pata de puerco, los abrazos postergados, los abrazos de despedida que no se dan por olvido, sino por qué no te vean llorar los que se quedan, cuando te vas.

“Cuba significa así mismo, el descanso, el regreso, el tiempo más despacio, el andar más tranquilo, el retorno a casa (…)”.

Cuba es a veces la incomprensión de que jamás te has ido. De que vivir fuera de los estrechos márgenes de la Isla, no significa que se haya cortado el invisible hilo, grueso como la cadena de un trasatlántico, que une el corazón que vive en el exterior, con la mita que se quedó en Cuba. Que no todos dejamos de sentir el dolor de la Isla, no todos aceptamos acríticamente los ataques contra nuestra familia, porque la patria es también nuestra familia extensa. No todos pensamos del mismo modo, del mismo modo que muchos seguimos sintiendo a Cuba en las entrañas, con sus dolores, retos y desafíos. Con su visceral deseo de soberanía y amor.

Cuba es mi hijo, nacido madrileño, cuando le digo en perfecto habanero: “¡Asere, cómete el pollo, hazme el favor, que en el mundo hay un montón de niños que no tienen un pollo pa’ comerse, y ninguno es cubano!”.

Eso es Cuba. Y no solo eso. Si sigo, podría escribir un libro que, posiblemente, nadie editaría. Aunque, no me importa. El libro lo llevo publicado en la memoria, y en mitad del pecho. Allí, quien quiera, lo puede leer.

Os dejo con unas décimas que escribí recién salido de la Isla. Gracias por la oportunidad. Un abrazo.

Décimas a la Guantanamera

Tengo de mi tierra amada

el más brillante recuerdo

un avión, el aeropuerto

y en el viento una llamada,

una palma en la mirada,

el morro que florecía,

y al oír la melodía del dolor

que quiebra al hombre

yo vi cantar a un sinsonte

y el mundo me sonreía.

Su cuerpo es una sirena

que abandonó el horizonte

y que se ha entregado al monte

con razón y convencida.

Lo mismo te da la vida

que es un reguero de rosas,

es la más fiel mariposa

indeleble en mi memoria,

por eso no existe gloria mayor,

que soñarla hermosa.

Yo que aprecié la belleza

en el Prado de un Murillo,

de Castilla, sus castillos,

de San Sebastián, La Concha,

siento que el pecho se ahonda

cuando vuelo a sus mañanas

cuando regreso a La Habana,

ya no me quedan más dudas,

porque comprendo que es Cuba

la más hermosa Cubana!


Datos del autor: Cantautor y poeta. Perteneció a la Asociación Hermanos Saíz. En 1995 viajó a Brasil, presentándose en diversos espacios y programas televisivos, compartiendo escenarios con reconocidos intérpretes de la música brasileña como Chico César, Iván Lins, Beth Carvalho o Martininho da Vila. Realiza presentaciones en diversas ciudades de España y en Portugal, Alemania, Francia, Italia, Argentina, Chile y Uruguay. Coordinó durante nueve años la Asociación Cultural Música por la Voluntad, que desarrolla entre otras iniciativas el Encuentro de Creadores. Radica en España desde 1995.