Christmas calientes, o de por qué Papá Noel lleva un corazón tatuado en el pecho

Maikel José Rodríguez Calviño
27/12/2018

En 1931, la empresa Coca-Cola encargó al pintor estadounidense de origen sueco Haddon Sundblom una caracterización de Papá Noel que hiciese más realista a este popular personaje tradicionalmente asociado a la Navidad, una de las festividades más celebradas a nivel mundial.


Fotos: Maité Fernández
 

El artista tomó como modelo a Lou Pretice, vendedor jubilado cuya imagen rechoncha inspiró las facciones y características físicas de Santa Claus: barba y cabellos blancos, cachetes rubicundos, abdomen prominente, ojos pícaros. La imagen ha sido empleada por Coca-Cola en todas sus campañas navideñas hasta la actualidad, y si bien el propio Sundblom le realizó algunos retoques a lo largo de los años, poco cambió ese Santa que hoy sigue cargando un saco lleno de obsequios y viaja en un trineo volador.

Por estos días, la Galería Galiano acoge Christmas calientes, muestra personal del joven pintor Marco Arturo, que nos ofrece una visión otra de la Navidad y, por consiguiente, del omnipresente Papá Noel, cuya inmortalidad y canonización, por demás, fueron conferidas en 1902 mediante las páginas del libro Vida y aventuras de Santa Claus, escrito por L. Frank Baum.

En la muestra, claro está, no pudo faltar el rechoncho personaje, y allí lo vemos, viejo y agotado, despidiendo a sus hijos que viajan en trineos de madera rumbo a un nuevo amanecer, o leyendo un raído mensaje enviado por #losquequedan. Y también encontramos su gorro con borla, teñido de negro, acomodado entre rosas que habrán de deshojarse sobre el suelo de la galería, y una bola de nieve en cuyo interior vemos al Morro, en plena nevada, servido on the rocks.

Poco de inocencia y espíritu navideño encontramos en estas pinturas, a las que debemos acercarnos despojados de toda inocencia, en virtud de sus temas: éxodo, soledad, desarraigo… Para muchos, las fiestas decembrinas constituyen una oportunidad para celebrar en familia o en compañía de amigos y vecinos. Desde la cara opuesta de la moneda, Marco Arturo nos ofrece por estos días unas Pascuas tristes, melancólicas, cuyo profuso colorido disfraza los tantos abrazos de despedida que fueron compartidos antes de la partida definitiva, los besos que hoy solo podemos ofrecer por imo, los anhelos y frustraciones de una generación marcada por las prerrogativas y desventajas de la migración.


La Galería Galiano acoge Christmas calientes, muestra personal del joven pintor Marco Arturo,
que nos ofrece una visión otra de la Navidad
 

No hay felicidad en Christmas calientes. Escasa alegría nos proporcionan la blanca nevada, los guantes y gorros de un rojo cardíaco, las reminiscencias de la floresta artificial y las guirnaldas de colores. Y para colmo, en medio de la floresta de plástico (exhibiendo, con sus labios demasiado queers, un corazón alado en el pecho mientras intenta cortar los árboles de un bosque demasiado verde) encontramos a un Papá Noel sin luces, ni estrellas, ni ángeles, ni todas esas cosas que suelen ofrecernos una aparente imagen de la felicidad.