El viaje de Celeste, una historia que se entiende y entretiene

Leonardo Estrada
7/1/2019

Cuarenta ediciones cuenta ya el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, desde su creación en 1979. Una de las agradables sorpresas de este año fue la cinta cubana El extraordinario viaje de Celeste García, del realizador Arturo Infante.


María Isabel Díaz, protagonista del excelente filme de Arturo Infante estrenado en el recién concluido
Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Foto: Internet
 

Celeste es una antigua profesora de primaria que ahora trabaja como guía en el Planetario de La Habana. Ante la aparición de una raza alienígena, los gryokitas, y la necesidad que tienen de descubrir social y culturalmente a nuestro país mediante un selecto viaje a su galaxia, Celeste intenta ser uno de los elegidos. Todo parece girar a su favor cuando, en la Oficina Internacional de Viaje Interplanetario, su amiga Paulina, quien radica allá, le manda una carta de invitación. Pero, antes de su partida, Celeste es secuestrada y pierde la nave.

Hay notables valores que hacen de este film una verdadera joya cubana. A simple vista encontramos una cultura que aspira a descubrir otra, personajes que pretenden recomenzar sus vidas en aras, sobre todo, de mejorar económica y espiritualmente. Tal es el caso de Matías, el cantante, quien anhela asentarse como artista y lograr una ganancia por sus discos, o la mujer embarazada, quien expone a su hijo a esa difícil travesía para reencontrarse con su padre-alien y garantizarle un futuro.

Sin embargo, el fondo del iceberg revela otros tópicos más complejos: la colonización del ser (no sabemos las verdaderas intenciones de los alienígenas), la pérdida de los valores (el muchacho que golpea/amarra a Celeste para que su novia suba a la nave) o el llamado “sueño americano” (los personajes ni siquiera saben cómo será ese lugar ansiado, pero así y todo, se sacrifican por alcanzarlo).

Otro aspecto meritorio constituye la puesta en escena del guion. Los espacios creados cumplen a cabalidad la función de traducir en imagen la dramaturgia textual. La secundaria “Batalla de Mal Tiempo” —donde entrenan y esperan la nave gryokita— evidencia la resistencia de estos individuos a la hora de comer y dormir en malas condiciones; la casa de Celeste, devenida paladar, refleja la usurpación de un bien sin contar con la propietaria, además de ser un guiño a las nuevas formas económicas; la Oficina Internacional de Viaje Interplanetario se agencia como metáfora de deseo, pero también retrata el papeleo burocrático y el tema de los favores (cuando uno de los funcionarios atiende a Celeste, terminado el recibimiento de público).

El tiempo del metraje transcurre de manera lineal, siempre en reflejo de las situaciones. En primer término, es el aviso del noticiario sobre la existencia de aliens lo que marca el nuevo ritmo de los personajes, su accionar; más tarde, el tiempo se vuelve a ajustar a la primicia de la historia cuando se les informa que deben entrenar antes de subir a la nave. Inclusive, es mediante recursos temporales como los flashbacks que conocemos el conflicto que marca a Celeste. Uno, sembrado en la escena del río, cuando la señora deja que su esposo, quien la maltrata verbal y físicamente, se ahogue a causa de un calambre en el agua; otro, la secuencia como profesora hasta el instante en que la despiden del centro escolar.

Tema aparte resulta la buena sedimentación de esos cronotopos y la escritura, gracias al excelente trabajo de dirección actoral, mezcla de actores consagrados como Néstor Jiménez, María Isabel Díaz (protagonista) y otros jóvenes como Andrea Doimeadiós. También es atinada la dirección de arte, el vestuario (muy bien el de los funcionarios de la Oficina de Viajes Interplanetarios, como si fueran inspectores), unido a una fotografía que se vale de planos fijos para los espacios interiores y planos en movimiento para trazar la percepción del espectador con respecto a los espacios exteriores.

Por último, valoro en grado superlativo la dosis de humor y absurdo mezclados con las escenas más trágicas y existenciales, presentes en los anuncios por televisión y radio sobre la cultura de los extraterrestres, la idea de enseñar geografía de Cuba en la galaxia Gryokita, los entrenamientos más ridículos —como ejercicios del equilibrio— para adaptar el cuerpo a la gravedad, las órdenes “inverosímiles” de la cuidadora, etc.

La extraordinaria vida de Celeste García es, en suma, un excelente filme que nos ha regalado Arturo Infante como parte del recién concluido Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. Una historia que se entiende, nos hace reflexionar y entretiene.