La cultura, eslabón de atracciones turísticas en Holguín

Claudia Patricia Domínguez del Río
5/1/2018

A la vista y al oído de quienes visiten la ciudad de Holguín y sus entornos turísticos los sorprenderá encontrar entre sus atractivas ofertas culturales- recreativas las contagiosas piezas musicales del juglar mayor de Cuba, Faustino Oramas, popularmente conocido por El Guayabero.

“A mí me gusta que baile Marieta (…) todo el mundo conoce a esa prieta”, se incluye entre los guiones musicales que identifican el ámbito cultural del cuarto destino turístico de Cuba, extendido desde playas y senderos naturales hasta la red de servicios hoteleros, gastronómicos y de muestras patrimoniales e históricas en áreas urbanas.

El espectáculo, que hace mover los pies al más torpe de los bailadores, se origina cada semana en la Casa de la Trova y otros escenarios recreativos, tanto de la capital provincial como de instalaciones del polo turístico holguinero, que desde mayo sumó a Gibara a su carpeta de propuestas por sus avales culturales y patrimoniales.


Fotos: Juan Pablo Carreras
 

Hasta la institución, creada hace más de dos décadas y ubicada en el casco histórico de la urbe holguinera, llegan turistas provenientes de varias partes del mundo, entre los que sobresalen los procedentes de Canadá e Inglaterra, deseosos de borrar al compás del son las fronteras y barreras idiomáticas que separan a los pueblos.

A estas funciones se suman las regaladas por diversas compañías folclóricas, las cuales con la fuerza y el ímpetu de los esclavos africanos muestran lo más distintivo de sus bailes y creencias, uno de los grandes pilares sobre el cual se sustenta la identidad cubana.

El Álbum Café de la Plaza de la Marqueta con su proyecto de trova, las actuaciones del teatro lírico Rodrigo Prats y la Orquesta Sinfónica de Holguín en el teatro Comandante Eddy Suñol o el popular proyecto Electrozona, en el Caligari, constituyen otras de las opciones que desde Holguín combinan talento y distinción para el disfrute de extranjeros y nacionales.

Y para quienes prefieren las habilidades manuales, entonces la parada se hace obligatoria en la casa editora Cuadernos Papiro, uno de los pocos talleres de papel manufacturado que existen en el país, donde la literatura y la naturaleza se fusionan en la creación de libros-arte, los cuales tienen entre sus componentes hojas de plátano, de maíz y pétalos de flores.

Cada página impresa con tipografía del siglo XVIII se convierte en reto para el colectivo de la editorial, que asegura que los textos de Papiro son escritos a cuatro manos, pues sus páginas no son solo el reflejo del discurso literario de su autor, sino también del trabajo creativo de sus editores.

Sus colecciones comprenden tiradas de 100 a 150 ejemplares a causa de la complejidad del trabajo manual y la antigüedad de las máquinas de impresión, que gozan la dicha de constituir el único museo vivo de su tipo en la isla caribeña.

La provincia de Holguín sobresale más allá de la belleza de sus playas y el alto confort de sus instalaciones hoteleras por la diversidad de las ofertas culturales a lo largo y ancho de su geografía, propuesta que la convierte hoy en una de las capitales más dinámicas de Cuba.

Eventos de gran formato avalan esta sentencia, los cuales inician desde el primer mes del año con una fiesta de pueblo, donde los artistas del patio muestran lo mejor de su potencial creativo en la semana de la cultura holguinera, a la cual se suman Las Romerías de Mayo y la Fiesta Iberoamericana.

El esplendor de las romerías convierte a la urbe en el festival mundial de las juventudes artísticas, canto a la tradición y a la modernidad que salvaguarda las memorias y tradiciones de la ciudad.


 

Los festejos, que se celebran desde hace más de dos décadas, recuerdan al sacerdote Antonio de Alegría, quien desde el año 1752 cada 3 de mayo subía en sus hombros hasta la cima del Cerro Bayado, hoy Loma de la Cruz, una enorme cruz de madera, la cual alejaba las epidemias y catástrofes naturales, de acuerdo con las creencias de la época.

Las Romerías y la Fiesta de la Cultura Iberoamericana, que se desarrolla en octubre, constituyen espacios de hermanamiento que autentifican el legado patrimonial de los pueblos. Plazas y parques se transforman por esos días en escenario de recuentos y proyecciones que beben de tiempos lejanos, el presente y el futuro rumbo a una cultura distintiva e integradora.