Lula da Silva o las lecciones de una crucifixión

Luis Toledo Sande
6/4/2018

A propósito de la burda, criminal maniobra contra Luiz Inácio Lula da Silva, Lula, publicó ayer Iroel Sánchez en su página de Facebook estas lúcidas líneas: “Si después de lo que ha sucedido primero con Dilma y ahora con Lula alguien sigue insistiendo en que Cuba aplique la supuesta división de poderes del estado burgués, como leo en la prensa privada que nos legó Obama, o es tonto o es cínico”.


Foto: Internet

 

Hoy reitero, y amplío, el comentario que ayer mismo hice al pie. Cada vez hay menos tontos, aunque parezca lo contrario. Entonces, ¿qué queda?

En el capitalismo las clases dominantes no dividen el poder, lo concentran cuanto pueden. A un jurista inteligente le oí una vez decir que no hacen más que organizar funciones para calzar con la mayor eficacia posible el poder que detentan, y eternizarlo. Lo demás son máscaras, con las cuales se engañarán a estas alturas algunos incautos y muchos que prefieren parecer engañados. ¿Alguien puede creer que los poderes imperialistas y sus sirvientes procuran defender y propagar la democracia, y que eso es lo que buscan cuando intentan derrocar el proyecto bolivariano en Venezuela, o la obra del Movimiento al Socialismo en Bolivia, o la Revolución Cubana? Basta ver la impunidad con que están actuando en el mismo Brasil, o en Honduras, o en Colombia, o en Argentina…

Ahora manipulan títeres gorilescos vestidos de civil, pero si les hace falta retomarán los golpes militares. ¿No sucedió hace pocos años en Honduras, donde ahora, además, acaban de trucar las elecciones? Y en Brasil, ¿no asoman amenazas de implantar el terror armado si los poderes “democráticos” y “civiles” que allí cumplen mandatos del imperio y de la burguesía intestina no llevaran hasta las últimas consecuencias el guion urdido para anular a Lula, condenado sin que hayan podido mostrar una prueba que avale su condena? La crucifixión de ese líder puede no quedarse en sucios rejuegos políticos, y llegar a lo más cruento físicamente. Siempre alumbrador lo dicho por el Che: “En el imperialismo no se puede confiar ni tantito así, ¡nada!” Y con el imperialismo van sus cómplices vernáculos.

¡Ah!, de paso, los gobiernos que de veras se propongan desacatar los poderes de la derecha, no intenten congraciarse con ella, ni parecérsele, aplicando esquemas, reglas e ilusiones hechas para complacer a los opresores, no a los pueblos. No confundan fomentar clases medias —que ya, en general, se sabe lo que son— con propiciar una verdadera equidad, ideales justicieros. Aunque en otros terrenos se diga que nunca es tarde para aprender, en ese el precio de demorarse en hacerlo puede ser terrible.

 

Fuente: perfil de Facebook del autor (quien revisó el texto para la presente edición)